UNA MIRADA SOBRE REMBRANDT
Maestro
de la composición y de la captación del carácter de sus personajes.

En 1625, considerándose ya formado,
abrió taller en Leiden junto con Jan Lievens (quien después siguió una
trayectoria muy distinta), y no tardó en contar con una amplia clientela.
Durante los años de Leiden, el arte de Rembrandt evolucionó desde unos inicios
de colores brillantes y gestos grandilocuentes hacia una creciente afirmación
del claroscuro. El sabio empleo que hizo el artista de esta nota tan típica del
Barroco es lo que confiere a su obra una fuerza y una personalidad
indiscutibles. Ya en época temprana, hacia 1630, el claroscuro se convierte en
el más poderoso medio de expresión del pintor, tal como evidencian obras
como Sansón traicionado por Dalila y La presentación de
Jesús en el templo.

Las dos etapas, próspera y adversa, de
la vida de Rembrandt van Rijn se reflejan en sus obras, particularmente en los
autorretratos, un género que el artista cultivó a lo largo de toda su carrera;
mientras que los primeros son alegres, brillantes y un tanto superficiales, los
de los últimos años tienen un carácter sombrío, sereno, y reflejan una profundidad
muy superior. De los numerosos géneros que cultivó, el religioso y el retrato
fueron los dos en que más brilló su talento de maestro del Barroco.
A Rembrandt se le recuerda, de hecho,
sobre todo por sus magistrales retratos de grupo, absolutamente alejados de los
convencionalismos al uso. La maestría compositiva, la perfecta caracterización
de los personajes, el detallado estudio de los ademanes, la agudeza de los
rostros, hacen de sus tres grandes creaciones de este género (La lección de
anatomía del doctor Tulp, La ronda de noche y Los
síndicos del gremio de pañeros) unas obras llenas de vida y de genio.
En las creaciones de los últimos años (El
hombre del yelmo de oro, Jacob bendice a los hijos de José o La
novia judía), el pintor eleva todas sus conquistas al plano de la madurez,
del estilo conseguido a base de años y de esfuerzo, y manifiesta un absoluto
dominio de las técnicas y de
los efectos.
Rembrandt fue también un gran dibujante
y un grabador genial, que dejó cerca de 1.500 dibujos y alrededor de 400
grabados. Tanto los dibujos como los aguafuertes son obras plenamente barrocas,
dominadas por la acción, el dramatismo y un realismo derivado de la observación
del mundo circundante muy característico del arte de Flandes y de los Países
Bajos. En todo ello se asemejan a las pinturas del artista, de las cuales se
diferencian en la mayor importancia que en dibujos y grabados tiene la línea
sobre el claroscuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario