El viaje
Arturo Madrid Lindsay
Tres
hombres uncieron a una entoldada carreta tres magros bueyes cornilargos de
lerda molicie.
En
la noche, los tres hombres en la entoldada carreta, con sus tres guitarras
emprendieron viaje hacia la luna.
Con
quejidos de bujes a lo largo del lomo del tiempo, a paso quedo, va la carreta
con tres bueyes cornilargos uncidos…
Tartajean
su burla los lechuzones entre los chucientos pajonales del camino, pero los
hombres bajo el toldo de la quejumbrosa carreta, puntean sus antiguas canciones
de fe; y los bueyes cornilargos bajan la cerviz al peso de los milenios. Su
tardo paso se bambolea sobre el camino arqueado del lomo del tiempo…
Tres
hombres iban hacia la luna en una quejumbrosa carreta.
Nubarrones
desgarrados, semejando viejas caducas con los senos secos de lluvia, hilachaban
el cielo con manos de dudas que quisieran estrujar la luz. Su oscuro embozo
flequeaba al trompeteo largo de aullantes canes.
Entre
retorcidos caminos, tres hombres en una carreta iban hacia la luna.
Tres
bueyes de lerda molicie, unidos a una entoldada carreta, van hacia la luna.
Entre
chirriantes ejes, en el toldo, en las llantas, se entrecruza el sonido de una
inquebrantable voluntad.
Mientras
a paso lerdo los bueyes siguen hacia la luna, tres hombres, caídos a lo largo
del camino entre chucientos pajonales se pudren lenta e ingenuamente. Entre
tanto sus guitarras, bajo el toldo de la quejumbrosa carreta siguen punteando
sus antiguas canciones de fe…
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