BEETHOVEN, UN
HITO EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA
Ludwig Van
Beethoven nació en Bonn, actualmente Alemania, en diciembre de 1770 y murió en
Viena el 26 de marzo de 1827. Nacido en el seno de una familia de origen
flamenco, su padre, ante las evidentes cualidades para la música que demostraba
el pequeño Ludwig, intentó hacer de él un segundo Mozart, aunque con escaso
éxito.
La verdadera
vocación musical de Beethoven no comenzó en realidad hasta 1779, cuando entró
en contacto con el organista Christian Gottlob Neefe, quien se convirtió en su
maestro. Él fue, por ejemplo, quien le introdujo en el estudio de Bach, músico
al que Beethoven siempre profesaría una profunda devoción.
Miembro de la
orquesta de la corte de Bonn desde 1783, en 1787 Ludwig van Beethoven realizó
un primer viaje a Viena con el propósito de recibir clases de Mozart. Sin
embargo, la enfermedad y el posterior deceso de su madre le obligaron a
regresar a su ciudad natal pocas semanas después de su llegada.
En 1792
Beethoven viajó de nuevo a la capital austriaca para trabajar con Haydn y
Antonio Salieri, y se dio a conocer como compositor y pianista en un concierto
que tuvo lugar en 1795 con gran éxito. Su carrera como intérprete quedó
bruscamente interrumpida a consecuencia de la sordera que comenzó a afectarle a
partir de 1796 y que desde 1815 le privó por completo de la facultad auditiva.
Los últimos
años de la vida de Beethoven estuvieron marcados también por la soledad y una
progresiva introspección, pese a lo cual prosiguió su labor compositiva, e
incluso fue la época en que creó sus obras más impresionantes y avanzadas.
Obras de Ludwig
van Beethoven
La tradición
divide la carrera de Beethoven en tres grandes períodos creativos o estilos, y
si bien el uso los ha convertido en tópicos, no por ello resultan menos útiles
a la hora de encuadrar su legado.
La primera
época abarca las composiciones escritas hasta 1800, caracterizadas por seguir
de cerca el modelo establecido por Mozart y Haydn y el clasicismo en general,
sin excesivas innovaciones o rasgos personales. A este período pertenecen obras
como el célebre Septimino o sus dos primeros conciertos para
piano.
Una segunda
manera o estilo abarca desde 1801 hasta 1814, período este que puede
considerarse de madurez, con obras plenamente originales en las que Ludwig van
Beethoven hace gala de un dominio absoluto de la forma y la expresión (la
ópera Fidelio, sus ocho primeras sinfonías, sus tres últimos conciertos
para piano, el Concierto para violín).
La tercera
etapa comprende hasta la muerte del músico y está dominada por sus obras más
innovadoras y personales, incomprendidas en su tiempo por la novedad de su
lenguaje armónico y su forma poco convencional; la Sinfonía n.º 9, la Missa
solemnis y los últimos cuartetos de cuerda y sonatas para piano
representan la culminación de este período y del estilo de Ludwig van
Beethoven.
En estas obras,
Beethoven anticipó muchos de los rasgos que habían de caracterizar la posterior
música romántica e, incluso, la del siglo XX. La obra de Ludwig van Beethoven
se sitúa entre el clasicismo de Mozart y Haydn y el romanticismo de un Schumann
o un Brahms . No cabe duda que, como compositor, señala un antes y un después
en la historia de la música y refleja, quizá como ningún otro –a excepción de
su contemporáneo Francisco de Goya–, no sólo el cambio entre el gusto clásico y
el romántico, entre el formalismo del primero y el subjetivismo del segundo,
sino también entre el Antiguo Régimen y la nueva situación social y política
surgida de la Revolución Francesa.
Efectivamente,
en 1789 caía La Bastilla y con ella toda una concepción del mundo que incluía
el papel del artista en su sociedad. Siguiendo los pasos de su admirado Mozart,
Ludwig van Beethoven fue el primer músico que consiguió independizarse y vivir
de los encargos que se le realizaban, sin estar al servicio de un príncipe o un
aristócrata, si bien, a diferencia del salzburgués, él consiguió triunfar y
ganarse el respeto y el reconocimiento de sus contemporáneos.
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