En octubre aparecerá 23ª edición del
Diccionario de la lengua española
Entre las nuevas
entradas del Drae se encuentran palabras que los hispanohablantes usamos desde
hace mucho tiempo, como audioguía, hipervínculo o precuela.
Álvarez de Miranda: lexicografía responsable. |
La Real Academia
Española (RAE) cerró el viernes 14 de marzo la 23ª edición del Diccionario de
la lengua española, que se publicará en octubre de este año con motivo de la
conmemoración del tercer centenario de la institución. Esta nueva obra
panhispánica es fruto de la colaboración de las veintidós corporaciones
integradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale).
El director de la RAE,
José Manuel Blecua, entregó el 17 de marzo a la representante de la editorial
Espasa, Ana Rosa Semprún, el contenido del Diccionario en un dispositivo
electrónico. Al acto, celebrado en la sala Dámaso Alonso de la institución,
asistieron el secretario de la corporación, Darío Villanueva; el académico director
del Diccionario desde 2011, Pedro Álvarez de Miranda; el secretario general de
la Asale, Humberto López Morales, y la directora técnica de la obra, Elena
Zamora.
Durante los próximos
meses, hasta agosto, se llevará a cabo el proceso de revisión y corrección de
pruebas, de modo que el Drae pueda entrar en la imprenta después del verano. La
obra se distribuirá simultáneamente en España y América.
Este diccionario
tendrá 2.400 páginas y se editará en un solo tomo cuyas dimensiones serán de
17,5×26 centímetros. También se publicarán una versión en dos volúmenes,
destinada a América, y otra especial para coleccionistas.
Este es el Diccionario
más modificado de las 23 ediciones de su historia. El número de artículos de la
23ª edición ascenderá a algo más de 93.000, unos 6.000 más que los incluidos en
la anterior (2001) y más del doble de los aparecidos en el primer diccionario
de uso de la RAE, publicado en 1780. En total, el Diccionario recogerá cerca de
200.000 acepciones —entre ellas 19.000 americanismos— y alrededor de 6.000
artículos nuevos.
Las enmiendas de esta
vigesimotercera edición superan las 100.000, sobre un total de 45.300 entradas,
y las supresiones de artículos serán aproximadamente 1.350. Estos datos pueden
experimentar ligeras variaciones en el proceso final de diseño y maquetación,
que comienza ahora.
En ese bloque se
incluyen desde cambios menores, como la supresión de una coma, a otros
radicales, como la eliminación de palabras caídas en desuso (bajotraer:
“abatimiento, humillación, envilecimiento”) o la incorporación de americanismos
como jonrón (del inglés home run), muy utilizado en países de América con gran
afición al béisbol.
“Queremos que sea el
Diccionario de referencia para todo el mundo. Se nos criticaba que en el
lenguaje del deporte estaban sobre todo representados los de España y en esta
edición hemos introducido términos americanos”, explica Villanueva.
Puede que algunos
cambios lexicográficos contenten demandas de colectivos —se eliminan acepciones
sexistas del tipo de femenino: “débil, endeble”, masculino: “varonil,
enérgico”, huérfano: “Dicho de una persona de menor edad: a quien se le han
muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre”— pero
Álvarez de Miranda subraya que desaparecen porque han dejado de ser
“definiciones veraces”.
Continuarán términos
que irritan por hirientes porque siguen circulando en la lengua, aunque se
puntualizan con una marca: mariconada aparecerá identificada con la mencionada
etiqueta de “malsonante”. “Hay que procurar no herir la sensibilidad de nadie
pero la lexicografía no puede hacer dejación de su responsabilidad, que es
consignar lo que en la lengua existe”, señala Álvarez de Miranda. “El
lexicógrafo que recoge en un diccionario la palabra maricón no es homófobo. Esa
palabra existe”, añade.
Villanueva recurre a
una cita de Aristóteles para exponer la visión de la RAE: “La palabra existe
para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto”.
“Sería absurdo”, añade, “que el Drae sólo recogiese las palabras bonitas.
Incluir palabras que no son políticamente correctas en el Diccionario no es una
forma de avalarlas. La lengua es de todos, también de quienes son menos
sensibles y usan el lenguaje para insultar”.
Para Álvarez de
Miranda, la cosa está clara: “La lengua es así, no es de la academia ni de los
lexicógrafos. Con quien hay que enfadarse es con nosotros mismos, los
hablantes. Un diccionario es bueno si es veraz. Lo otro es matar al mensajero”.
Entre las nuevas
entradas del Drae se encuentran audioguía (“dispositivo electrónico portátil de
uso individual que, a través de grabaciones, proporciona información en la
visita a una exposición, paseos turísticos, etc.”), dron (“aeronave no
tripulada”), hipervínculo (“enlace”), pilates (“método gimnástico que aúna el
ejercicio corporal con el control mental, basado en la respiración y la
relajación”) o precuela (“obra literaria o cinematográfica que cuenta hechos
que preceden a los de otra obra ya existente”).
La aparición, entre
2009 y 2011, de un importante grupo de obras académicas (la Nueva gramática de
la lengua española, la Ortografía de la lengua española y el Diccionario de
americanismos) ha hecho necesario el desarrollo de trabajos de armonización
entre los contenidos de estas obras y el Drae. Con ello se consolida la
doctrina lingüística común que subyace a toda la producción académica.
En esta línea, cabe
destacar la regularización en el Drae del tratamiento de las marcas geográficas
americanas y la revisión del tratamiento de los extranjerismos.
La versión electrónica
del Drae, publicada en 2001 y accesible gratuitamente, ha sido actualizada en
cinco ocasiones, entre 2004 y 2012.
Extraído de:
www.letralia.com
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