Su
obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar en lo
social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de
posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio interior" que
caracterizó a buena parte de la resistencia contra el franquismo
ejercida desde la propia España. Educado con los jesuitas, estudió
Derecho en Valladolid y Filosofía y Letras en Madrid. En 1951, a
raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido Comunista. Vivió
largos períodos en Francia y en Cuba.
Sus
primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas.
En Cántico espiritual (1942), la influencia de los
místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable,
pero ya en Ángel fieramente humano (1950) predominó
el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con Dios en los
que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.
A
partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de
angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el
horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en España y
Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958),
título formado con la primera y la última sílaba, respectivamente,
de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes
poemas inéditos.
Ancia es
quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada"
(en calificación de su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación
religiosa y de intensa desolación existencial; expresión asimismo
de una poderosa energía verbal, con predominio de formas clásicas
(en especial el soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas,
coexistencia de niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil
recurso a la armonía imitativa, empleo del collage. Esta
lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los
cambios.
Pero
fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro que
señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a
partir de ese momento puso en segundo plano su escepticismo
existencial para proclamar una nueva fe en la solidaridad humana y
afirmar la necesidad de la esperanza salvadora. La tarea primordial
fue "demostrar hermandad con la tragedia viva", lo que
consiguió a través de un credo poético combativo y comprometido.
En
castellano (1960) fue una prolongación de esta preocupación
social, mientras que, frente a la "inmensa minoría" que J.
R. Jiménez declaró como destinataria de sus versos, de Otero se
dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con la
inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa
mayoría (1962), compendio de su producción anterior. La
voz áspera y agitada del autor, que recordaba frecuentemente el tono
crispado de Miguel de Unamuno, continuó pronunciándose en Esto
no es un libro (1963), Que trata de
España (1964), Mientras (1970) y Poesía
con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica
en Historias fingidas y verdaderas (1970).
A
la inmensa mayoría
Aquí
tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió
por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió:
y rompió todos sus versos.
Así es, así fue. Salió una
noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin
saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas
de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al
viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio,
ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles
atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de
metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo
doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne
y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril,
cincuenta y uno.
Cuerpo
de mujer
Cuerpo
de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
un
relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de
oro.
Cuerpo de la mujer o mar de oro
donde, amando las
manos, no sabemos,
si los senos son olas, si son remos
los
brazos, si son alas solas de oro...
Cuerpo de la mujer, fuente
de llanto
donde, después de tanta luz, de tanto
tacto sutil,
de Tántalo es la pena.
Suena la soledad de Dios. Sentimos
la
soledad de dos. Y una cadena
que no suena, ancla en Dios almas y
limos.
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