“Una
Buenos Aires de exportación”
Reseña
de Buenos Aires
Noir de Gwendolyn
Díaz Ridgeway
por
Paula Varsavsky*
La
colección de cuentos Buenos aires Noir consta de catorce
amenos y atrapantes relatos cortos situados en distintos barrios
porteños. Escritos por la doctora en Letras Gwendolyn Díaz
Ridgeway, autora de la colección de entrevistas a escritoras
argentinas titulada Mujer y poder en la literatura argentina y
de varios volúmenes de crítica literaria, se trata de su primera
obra de ficción. Díaz se desempeña directora de la Maestría en
Literatura y Lengua Inglesa de St.Mary´s University en
Estados Unidos.
Los relatos, a la
manera de estampas o postales de Buenos Aires, narrados por
personajes femeninos, nos llevan a lo largo y a lo ancho de
recorridos urbanos. Se encuentran poblados tanto por costumbres
porteñas que asombran a una extranjera que conoció íntimamente la
ciudad de chica como por momentos claves en las vidas de quienes los
protagonizan y de la ciudad misma. “Los cartoneros revolvían la
basura en cada esquina, hombres, mujeres y niños escarbando como
ratas entre las pilas de desperdicios, mientras adentro en los
restaurantes había gente que engullía bandejas de carnes a punto y
vinos finos”.
Así es como se
alternan el extrañamiento y el reconocimiento, la falta y el desdén
por aquello que, en definitiva, resulta imprescindible. Los detalles
de una sociedad que es casi el reverso a la que habitan ciertas
protagonistas, se encuentran en el trasfondo de varios de los
cuentos. “Por más gris y triste que encontrara Buenos Aires,
llevaba esa ciudad arraigada en el alma, cuando le faltaba, faltaba
también esa parte de ella que quedaba siempre allí, dejándola
incompleta”, confiesa Lina en “Barrio Norte, Orbis Tertius”.
En “Curvatura” el
recorrido, en tono humorístico, es en un taxi que lleva a una mujer
que acaba de llegar de Estados Unidos, del aeropuerto hasta el centro
de la ciudad. La confesión del taxista a la pasajera acerca de su
extraño problema de salud que le afecta su sexualidad, nos introduce
a una serie de historias de seducción más o menos felices, plagadas
de encuentros y desencuentros, donde aparece hasta un Premio Nobel en
literatura. El libro no es ajeno a la violencia de género, en “Dos
monjas”, son ellas mismas quienes denuncian a un golpeador que ha
dejado desmayada a su mujer, a quien intenta ayudaa su hija de dos
años.
El cuento “Los
almohadones de Don Pastore” da un giro hacia otra temática: los
valores morales de cierta clase media o media baja, hijos de
inmigrantes, que alguna vez existió en la Argentina y fue de una
honestidad inigualable. Encontraba mayor satisfacción en la
realización de un trabajo de calidad que en el rédito económico
obtenida.“Estas formas de actuar eran tan distintas de cómo se
hacían las cosas en el norte, pensó Samantha. Allí todos medían
el éxito por el bottom-line, es decir la suma final, el monto
de las ganancias después de descontar los gastos”.
Los tres últimos
cuentos de la colección tratan sobre al ambiente del tango en la
actualidad. Las milongas, pobladas por igual de argentinos que
redescubrieron el dos por cuatro en la madurez, luego de haberlo
rechazado durante la adolescencia y de extranjeros que lo
experimentan por primera vez, resultan un hervidero de enlaces entre
seres humanos. Pasamos por “Veinte años no es nada” en el que el
deseo por la carne joven, lleva a un hombre al borde de cumplir
cincuenta años a adentrarse en el mundo del tango. Encabezado por un
bello epígrafe de Jorge Luis Borges que hace referencia al tango, el
cierre de esta colección, el cuento “El hombre de la cara
manchada”, nos lleva a reflexionar sobre las paradojas del tanto:
música y baile que todo lo transforman.
* Paula Varsavsky es
autora de las novelas Nadie alzaba la voz y El resto de su
vida. Es colaboradora de los diarios La Gaceta, Perfil, El
Mercurio y El País (Montevideo).
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