viernes, 29 de abril de 2011

El viaje de Yuri Gagarín por las estrellas


* Un épico capítulo de la humanidad







Roberto Sari Torres


¡Cómo viviendo se nos pasa el tiempo!- Parece que fue ayer nomás pero en realidad se ven apilados en el patio de ayer, 50 años transcurridos desde aquel histórico 12 de abril de 1961, cuando desde el Cosmódromo en la estepa de Baikonur, en nombre de la humanidad, el soviético Yuri Gagarín es lanzado al espacio a bordo de la cosmonave “Vostok 1”. Fue un momento trascendente para la civilización y su ciencia; una prueba extrema de coraje y de sobrevivencia del débil ser inteligente de este planeta.
Yuri Gagarín hizo posible el sueño de los vanguardistas de la física y la aeronavegación. Era posible volar a las estrellas; por ahora cerca de la tierra, pero algún día…quizás…más allá de Júpiter…hasta alguna de sus lunas y algo más lejito, tal vez hasta otras del bello Saturno.
La epopeya espacial se había iniciado en la antigua URSS el 4 de octubre de 1957 con el lanzamiento del “Sputnik I”, seguido por el “Sputnik II” llevando en su interior a la perrita “Laika”, lanzado el 3 de noviembre de ese mismo año. Recuerdo la oscura y benigna noche, de vigilia en el patio de atrás de casa hasta ver una pequeña, veloz, y brillante lucecita, como si fuera una estrella moviéndose de SO a NE por el terciopelo negro del firmamento primaveral. La competencia entre EEUU y la URSS continuó aceleradamente tras la epopeya de Gagarín, de una manera tal que las noticias de las hazañas espaciales dejaron de sacudir a la humanidad, salvo cuando la soviética Valentina Tereshkova, el 16 de junio de 1963 se convierte en la primera mujer astronauta de la Tierra dando 48 vueltas al planeta; o cuando el 18 de marzo de 1965 el astronauta ruso Leonov sale al exterior de su cosmonave “Vosjod II” con lo que pasa a ser el primer humano que “camina” en el espacio.
Todo ello transcurre “normalmente” hasta que el 20 de julio de 1969 a bordo del “Apollo XI”, Neil Amstrong y E. Aldrin descienden y caminan por la superficie de la luna.
Fueron aquellos primeros años de la carrera espacial, a la luz del presente, desde Gagarín a Amstrong y Aldrin, una edad de oro; legendaria y épica del salto humano a las estrellas, y que recordamos vivamente apenas difuminada por la levedad de una dulce nostalgia.
El mundo ha recordado el cincuentenario del estremecido vuelo emprendido por Yuri Gagarín, quien muere en 1968 insólitamente en un prototipo de avión de combate cuando la nave se precipita a tierra. Tenemos la suerte de haber tenido conciencia de la magnitud de los hechos, siendo en los días de Gagarín motivo de conversación en las clases y pasillos del Liceo. En el seno del pueblo aquellas hazañas también tuvieron su significación…y así, en la vieja esquina de Cheveste y Miní, Victorio Saravia “y la digna Comisión” para el carnaval de 1958 levanta bajo la sombra de los paraísos por la vereda de Cheveste, el magnífico tablado: “El Satélite”, pendiendo del cielo un “Sputnik” de celofán rojo y en su interior una “Laika” de tela afelpada rellena de lana. De color blanco, se recortaba nítidamente bajo la luminiscencia al frente de los controles de navegación estelar. El “Apolo XI” fue además un “cohete” de cartón forrado de papel plateado en el tablado de Juan Castro, levantado para el carnaval de 1970 frente al bosque de paraísos existente en entonces en la hoy calle Zapicán y Cheveste. Nunca “despegó”, pero la luz de sus guirnaldas aún alumbra la oscura esquina nostalgiosa de la memoria.
Desde ese punto de vista, conmemorar el cincuentenario del primer viaje al espacio, es también para mi viajar hasta el cielo de la juventud.
Si hoy viviera, Yuri Gagarin sería un anciano astronauta jubilado de 77 años de edad.

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