El periodismo en la cuerda floja
(y sin red)
Angel Juárez Masares
“Un buen entrevistador debe ser capaz
de sostener con su entrevistado una
conversación fluida, y de reproducir
luego la esencia de ella”
Gabriel García Márquez
En alguna oportunidad nos hemos referido a la escasa o nula preparación de la mayoría de quienes trabajan en los medios uruguayos, reconociendo que una de las causas obedece a la abundancia de “mano de obra barata”. La proliferación de “cursos intensivos” que prometen poner a los alumnos en el camino de la fama, y ofrecen pasantías que teóricamente abrirán la puerta por donde ingresar a la gloria, se viene dando desde hace ya varios años.
Sin embargo esta es sólo una de las causas de la baja calidad de las Empresas periodísticas, existen otros factores que harían necesario disponer de un espacio que no tenemos, por lo cual solamente anotaremos dos: la falta de humildad, y la ausencia de rigor profesional.
La mayoría de las veces no se tiene en cuenta que es imprescindible contar con una buena información acerca del entrevistado, además de una administración correcta de la misma.
Se puede argumentar –no sin razón- que no todos tienen la posibilidad de asistir a estudios académicos, y que la oportunidad de ingresar en un medio local está pautada por la inmediatez. Se necesita hoy un notero, o alguien que lea un informativo, de manera que la persona pasa, de ser un desocupado o empleado de farmacia, a “periodista”. Admitiendo esa circunstancia –o siendo permisivo con ella- por qué no pedir entonces la aplicación del primero de los factores señalados: la humildad. El reconocimiento de las carencias para el desarrollo de la tarea periodística sería entonces fundamental para comenzar a aprender y aprehender. Lamentablemente eso no ocurre, y quien se sienta frente a un micrófono no tarda en agregar comentarios propios acerca de las noticias -que suelen ser nefastos- sobre todo por otros dos factores que forman parte del complejo mundo mediático: la carencia de léxico, y la escasa o nula información que ellos mismos poseen del tema.
En cuanto a las notas que se recaban –por lo general tras una conferencia de prensa- se advierte una suerte de incontenible ansiedad por ametrallar al entrevistado con preguntas, cuyas respuestas no son escuchadas al estar permeadas por el estado mental al que hacíamos referencia.
Así es posible advertir que el Ministro dijo: “…el costo de la obra aún está en estudio…”; para escuchar inmediatamente la pregunta: “¿A cuanto haciende el costo de la obra?”
Los resultados de esa práctica son por lo menos dos:
Primero, la pérdida de la oportunidad de ahondar en el tema (motivo de la nota post-conferencia), dejando pasar alguna frase que el entrevistado “dejó picando”, que muchas veces era el verdadero motivo de interés periodístico, y quedándonos con el discurso.
Segundo: la entrevista se transforma en un babélico interrogatorio donde cada notero trata de “mostrarse” preguntando. No importa qué.
Naturalmente en el caso de la prensa escrita, la entrevista naufraga antes de zarpar si quien la hace no cuenta con un dominio -por lo menos- medianamente aceptable del extremadamente complejo idioma español.
Finalmente señalaremos una frase que demuestra la falta de seguridad en sí mismo del entrevistador. Se trata del “latiguillo”: “quería preguntarle…” con que suelen arremeter los noteros, absolutamente innecesario pues de eso se trata, de preguntar, y en lo posible hacerlo con coherencia.
1 comentario:
El editorialista señala en su didáctico afán de salvar una de las redundancias comunes al modelo de la entrevista periodística,y ejemplifica acertadamente con el descalificante "quería preguntarle".Siendo sin duda un flaco gazapo,a mi me llama la atención en otro orden,que faltan en ciertos sucesos resueltos en ruedas de prensa los "repreguntadores" . Queda así el entevistado como gran campeón cuando metió una mula sin que nadie buscara una amplitud en su mensaje o, por lo menos, se notará la ausencia de una imprescindible respuesta concatenada que quizas muchos consumidores de novedades en rol de lectores u oyentes hubiesen ,ellos sì,formulado y se quedaron con un molesto vacío de conocimiento en el episodio.Me consta que en Mercedes hay muy aptos hombres de "mass media" con esa condición de estar alertas a un diálogo esclarecedor del que saldrá beneficiado el público.Pero a veces no tienen la oportunidad pues nunca falta "uno" que quiere marcar su participación y corta el asunto,con la requisotira reiterada, tal lo indicaba DiFilippo,cuando no tonta por obvia, y luego imposible de rebobinarse los enlaces que quedaron truncos por la invasión del seguramente muy impertinente funcionario.Y terminan por fracturar el acto colectivo del ejercicio del periodismo como pretendida ciencia de la comunicación gregaria.
Publicar un comentario