De la madriguera de Lucy a la aldea global
Aldo Roque Difilippo
“Innovación, competitividad e inserción internacional: sobre mitos y leyendas”, fue el título de la charla del Dr. Rodolfo Silveira. Un tema tan antiguo como el mismo hombre, según Silveira. El Presidente del LATU (Laboratorio Tecnológico del Uruguay) dictó esta conferencia en el marco del curso “¿Por qué la economía tiene que ser aburrida?” destinado a los profesionales de la comunicación, y que se imparte en la Universidad Católica.
En dicha charla Silveira hizo un recorrido del proceso evolutivo de la humanidad donde la innovación ha estado presente en el devenir productivo y social.
Por considerarla de interés general, y atentos al nivel de nuestros lectores, compartimos un resumen de la misma.
- - - - -
“En realidad cuando uno piensa en innovación, competitividad e inserción internacional, piensa en lo países exitosos.
Entonces uno dice, Uruguay cómo hace para entrar en todo esto.
Uruguay tiene 3 millones de habitantes, una demografía un poco particular, una tasa de nacimiento que está bajísima, 13 por mil habitantes, un PBI de 48 mil millones de dólares que son tres chirolas para el mundo. Se acaba de vender una empresa farmacéutica en 20 veces ese valor. Entonces uno dice cómo compito, cómo hago las cosas.
Y bueno, en realidad los finlandeses son 4 millones y medio. La mitad del año está de noche, la otra mitad de día, hace un frío de morirse y no les va mal. En Israel, otro modelito también que se suele usar para todo esto. Están en guerra, viven a los bombazos, son poquitos, son todos de todos lados, están todos juntos, el territorio está pelado; y a los tipos les funciona. Entonces creo que hay cosas que son de sentido común”.
Lucy
(…) “En general una cosa es confundir el descubrimiento con la aplicación de ese descubrimiento y un cambio real a nivel social. La innovación no se hace realidad hasta que no impacta fuertemente sobre la sociedad. Puede haber descubrimientos fantásticos que jamás van a servir para nada porque no logran trasladarse, sea al sector productivo, al sector educativo, sea a un impacto de carácter social. Y la innovación tiende a confundirse en los últimos años con conocimiento y competitividad, desde del punto de vista solamente científico tecnológico”.
(…) “Esta historia de la innovación no tiene nada de nuevo. Es tan vieja como la edad de esta muchachita que tiene calculado unos 3 millones trescientos mil años: Lucy aquella que encontraron en 1974, el primer homínido que se parece al hombre. Pesaba unos 27 quilos, tenía unos 20 años y había tenido hijos. Todo eso más o menos se sabe, y es lo más parecido que había al hombre. A partir de este momento es que comienza la historia de la innovación y de la creación original del conocimiento”. Después el homo habilis “que ya era capaz de prevenir algunas cosas: guardar para cuando no había. Cosa no menor, porque claro los monos tienen 35 millones de años y todavía no aprendieron aguardar para cuando no hay. Hace como 2 millones de años, salieron de África y ya eran Erectus” y “les llevó casi 2 millones de años transformarse en Sapiens, en lo que más o menos somos ahora”. (…)
Lucy |
“Hay detalles en este tipo de cosas que importan mucho. La única especie que ha perdido el estro es la humana. Y no es menor, porque la pérdida del estro hace que las madres puedan ocuparse de las crías durante largos periodos de tiempo. Entonces tengo un nene que en definitiva está lejísimo de ser adulto, si le mantenemos el estro eso supone abandonar las crías. El celo liquida el asunto, porque tengo que abandonar las crías para las siguientes, entonces la efectividad sería muy baja. Pero surgen otras cosas, si no hay estro la relación sexual pasa a ser otra cosa. Elijo por atractivo, es como una cosa primaria de familia (…) donde hay un padre una madre y una cría; y eso acompaña la evolución y la capacidad de aprendizaje y de conocimiento. Todo esto lleva a la autoconciencia.
El lenguaje y la capacidad intelectual tal como la conocemos hoy tiene solo 50 mil años de historia. Nada más. O sea que de lo que estamos hablando es solo el 1% de la historia evolutiva del hombre. (…)
Hay que hacer un ejercicio que es fácil, si se ponen a pensar como evolucionamos y como fuimos aprendiendo todo esto hasta llegar a esta capacidad intelectual que nos permite hoy acumular conocimiento, aprendizaje y transformar eso en algo que se mantiene a través de las generaciones, es debido a que hubo durante todo ese tiempo innovación, creatividad y acumulación de conocimiento. Alguien conservó el conocimiento, lo tiene y lo replica.
(…) “En base saberes innovadores: la dominación de la agricultura. El tipo no se come todas las semillas, empieza a descubrir que en realidad si guarda las mejores y las planta en determinada condiciones va a tener comida el año que viene. Cosas tan chotas como esa son tan innovadoras como la computadora”.
El factor tierra
“La innovación comienza por lo menos, hace 10 mil años, en Jericó, la aldea más antigua que se conoce como asentamiento del hombre moderno. Ahí se forman las primeras redes de innovación.. Jericó es de las aldeas más grandes que se conocen, y de las más organizaditas.
Comienzan a aparecer varias cosas, los saberes mantenidos, los roles sociales, porque empieza a sobrar tiempo. Imagínense ustedes, a la orilla del lago de Galilea, poquitos tipos, dominada la domesticación del ganado, dominados algunos cultivos, les empieza a sobrar tiempo. Empiezan a hacer cosas que antes no se podían hacer, y esos roles sociales cada vez más empiezan a jugar de manera premeditada y regular; y otras cosas que tampoco son nuevas como la burocracia y la clase dirigente. Algunos mandan, algunos son dueños. La tierra pasa a ser un factor de poder, de negociación, y de alguna manera marca la capacidad, y el poder de un determinado territorio o una determinada nación”.
Vuelta a la madriguera
(…) “Para redondear, si hay innovación para países ricos y para países pobres. Creo que en realidad lo que hay es algunas premisas que una cultura innovadora con resultados debería tener que es direccionalidad, es decir, el Estado de alguna manera tiene que sostener por largos periodos de tiempo determinadas apuestas al desarrollo del conocimiento. Gobernanza, no es fácil, liderazgo, alguien tiene que mandar, no hay vuelta. Plata, esto por amor no funciona, y trabajo en red. Después tiene que haber algo importante: apropiabilidad social con una distribución equitativa de los resultados de la innovación, sino los países realmente poco pueden hacer. El caso típico es el crecimiento de China, una cosa es ir a Beijing y otra cosa es la frontera con Mongolia. Y lo más importante: acceso universal a un sistema educativo que “enseñe a aprender”, crítico de si mismo, jamás complaciente y con capacidad de aprendizaje continuo”.
(…) Pero “seguimos siendo viejo Lucy del principio, que la madriguera es más segura que el resto, y el moverse en las cosas innovadoras supone riesgo. Y los riesgos no son fáciles de llevar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario