sábado, 5 de noviembre de 2011

El primer museo abierto de artes visuales de América Latina


Remontarse a 1993 y detallar cómo surgió el movimiento que llevaría a San Gregorio de Polanco a transformarse en el Primer Museo Abierto de América Latina, implica codearse con la injusticia, sobre todo si cometemos el error de pretender mencionar personas. Indudablemente alguien tensó el arco para que la idea -devenida en saeta-  diera en el centro del blanco con la precisión necesaria para que hoy la ciudad sea conocida en gran parte del mundo.
No obstante todo tiene su génesis, y en este caso la flecha fue impulsada por el Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana (SEDHU), una ONG que dos años antes había comenzado una serie de proyectos de desarrollo para la localidad. Fue entonces que uno de sus técnicos supo que un pequeño pueblo español llamado Escariche, había sido pintado por artistas sudamericanos en el exilio, transformándolo en un centro turístico.
El hombre propuso trasladar la idea a San Gregorio de Polanco con idéntico propósito;  generar una corriente turística que motivara la llegada de visitantes durante todo el año.
Para ello se convocó a los vecinos dispuestos a trabajar en el proyecto, conformándose posteriormente el grupo llamado Amigos del Arte y la Cultura, mientras desde Montevideo se organizaba un movimiento de artistas dispuestos a dar su apoyo.
Todo comenzó a funcionar  con la coordinación de SEDHU, la intendencia Municipal, la Junta Local (hoy Alcadía), los habitantes, y el imprescindible aporte de los dueños de los inmuebles que cedieron sus muros, aún sin conocer el resultado del proyecto.
Desde el 2 al 10 de abril de 1993, cincuenta y seis artistas se congregaron en la ciudad, para plasmar 26 obras que dieron origen al Primer Museo Abierto de Artes Visuales de Latinoamérica, y a lo que hoy –sin dudas- se ha transformado en el movimiento muralista de fines del siglo veinte en el país, reconocido a nivel internacional.
Pero si a esta altura podemos dar por satisfactoria la información en torno al lanzamiento de la idea y su posterior puesta en práctica, no podemos cometer el error de omitir la actitud de los pobladores, o dicho más certeramente, su respuesta.
Los propios vecinos comenzaron a generar entonces diferentes corrientes artísticas; en la plástica, las letras,  la música, la cerámica, talla en madera, y las diferentes variantes de la artesanía.
Sin embargo lo que llama la atención del visitante es el sentido de pertenencia adquirido por la población. En San Gregorio de Polanco a nadie se le ocurre poner un grafiti sobre una pintura, ni un afiche con la imagen del candidato en época de elecciones, y afortunadamente  esa actitud se traslada de manera natural al viajero que llega en gran número durante la temporada veraniega.
El deterioro que actualmente evidencian algunas pinturas obedece al paso del tiempo; tanto sobre los pigmentos, como sobre las paredes o muros  que hacen de soporte.
Justo es señalar que el Grupo de Amigos del Arte está trabajando en la ubicación de autores que estén dispuestos a restaurar sus obras, contando con el apoyo del gobierno departamental y la Alcaldía local.
Conociendo las dificultades y el costo en términos económicos que ello implica, esperamos que la importancia de la muralística polanqueña no pase desapercibida para quienes comprendan la dimensión nacional –e internacional- de la obra. Lo demás, la gente de San Gregorio de Polanco sabe muy bien cómo hacerlo.
En semana de turismo del año 1993, con la participación de 50 artistas que plasmaron 25 obras en paredes y muros de la ciudad, se concreto lo que se denomino.
A partir de este hecho, la ciudad fue conocida, la ciudad fue conocida en el mundo, gracias a que el fenómeno trascendió a través de las cadenas mediáticas nacionales e internacionales, lo que transformo a la población, generándole orgullo y sentido de pertenencia muy fuerte.
En el año 1996, comenzaron a incorporarse artistas latinoamericanos de reconocida trayectoria. Podemos decir que desde el principio, con la incorporación de un bajo relieve, estuvo presente la expresión escultórica, la que se consolido recién en los años 1999 y 2000.
Este fenómeno se ha constituido en el padre del movimiento muralista de fines del siglo veinte en el país.
Gustavo Alamon dice que San Gregorio de Polanco, es el mas claro ejemplo de como un hecho cultural es capaz de cambiar el desarrollo económico de una población.
Se ha transformado en un referente de los "Museos a Cielo Abierto" en el país y continente. Con el cambio de la denominación, se trata de redimensionarlo, dándoles participación a artistas de toda Iberoamérica.

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