Julio Cortázar
Nacido en Bruselas en 1914 de padres
argentinos, a los cuatro años Julio Cortázar se desplazó con ellos a Argentina,
para radicarse en la provincia andina de Mendoza.
Tras completar sus estudios primarios,
siguió los de magisterio y letras y durante cinco años fue maestro rural. Pasó
más tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con una beca. Concluida ésta,
su trabajo como traductor de la
Unesco le permitió afincarse definitivamente en la capital
francesa.
Por entonces Julio Cortázar ya había
publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con el
seudónimo de «Julio Denis», el poema dramático Los reyes y la
primera de sus series de relatos breves, Bestiario, en la que se
advierte la profunda influencia de Jorge Luis
Borges.
La literatura de Cortázar parte del
cuestionamiento vital, cercano a los planteamientos existencialistas, en obras
de marcado carácter experimental, que lo convierten en uno de los mayores
innovadores de la lengua y la narrativa en lengua castellana. Como en Borges,
sus relatos ahondan en lo fantástico, aunque sin abandonar por ello el
referente de la realidad cotidiana, por lo que sus obras tienen siempre una
deuda abierta con el surrealismo.
Para Cortázar, la realidad inmediata
significa una vía de acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de
la vida alcanza múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un
permanente cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de
pensamiento.
El instinto, el azar, el goce de los
sentidos, el humor y el juego terminan por identificarse con la escritura, que
es a su vez la formulación del existir en el mundo. Las rupturas de los órdenes
cronológico y espacial sacan al lector de su punto de vista convencional,
proponiéndole diferentes posibilidades de participación, de modo que el acto de
la lectura es llamado a completar el universo narrativo.
Tales propuestas alcanzaron sus más
acabadas expresiones en las novelas, especialmente en Rayuela,
considerada una de las obras fundamentales de la literatura de lengua
castellana, y en sus cuentos, entre ellos Casa tomada o Las
babas del diablo, ambos llevados al cine, y El perseguidor,
cuyo protagonista evoca la figura del saxofonista negro Charlie Parker.
Muy pronto, Julio Cortázar se convirtió
en una de las principales figuras del llamado «boom» de la literatura
hispanoamericana, y disfrutó del reconocimiento internacional. A su sensibilidad
artística sumó su preocupación social: se identificó con los pueblos marginados
y estuvo muy cerca de los movimientos de izquierdas.
En este sentido, su viaje a Cuba en 1962
constituyó una experiencia decisiva en su vida. Merced a su concienciación
social y política, en 1970 se desplazó a Chile para asistir a la ceremonia de
toma de posesión como presidente de Salvador Allende y, más tarde, a Nicaragua
para apoyar al movimiento sandinista. Como personaje público, intervino con
firmeza en la defensa de los derechos humanos, y fue uno de los promotores y
miembros más activos del Tribunal Russell.
Como parte de este compromiso escribió
numerosos artículos y libros, entre ellos Dossier Chile: el libro negro,
sobre los excesos del régimen del general Pinochet, y Nicaragua, tan
violentamente dulce, testimonio de la lucha sandinista contra la dictadura
de Somoza, en el que incluye el cuento Apocalipsis en Solentiname y
el poema Noticias para viajeros. Tres años antes de morir –el 7 de
febrero de 1984- adoptó la nacionalidad francesa, aunque sin renunciar a la Argentina.
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