Álvaro Parés
(Desde Francia, especial para HUM BRAL)
La exposición temporaria de Santa Ana de Leonardo da Vinci
restaurada en el Louvre, como todas las temporarias ocupa un espacio
relativamente chico (10 canchas de bochas + o -) en la planta baja del museo.
Por supuesto las fotos estaban terminantemente prohibidas.
En realidad habría que ir varias veces y estudiar más
detenidamente las pinturas, esculturas y la profusión de documentos, tanto
había para ver. Sobre todo los documentos.
Ese cuadro estaba (y vuelve) al pasaje de «los italianos»
del segundo piso del Louvre donde siempre lo habíamos visto (justo antes de la
sala de la Gioconda
a la derecha) junto con el San Juan Bautista y la Virgen de las Rocas.
La restauración es impresionante, los colores volvieron a
ser brillantes. Leonardo sorprendió a sus maestros siendo uno de los primeros
en poner aceite con sus pigmentos, y en usar la técnica del «sfumati» (velos)
hasta entonces los colores eran apagados, mas parecidos al pastel que al óleo.
No sé cuantos artículos he leído donde serios «expertos»
en arte alabaron las «patinas marrones» de Leonardo que «daban un sentimiento
de lejanía y de misterio sabiamente estudiado por el maestro durante años de
labor encarnizado»... ¡En realidad eran 500 años de mugre!
Cantidades de santas Ana, de cuanto pintor italiano,
holandés, flamenco te puedas imaginar, copias casi fieles de la de Leonardo y
otras más libres, con paisajes a la
Brueghel detrás, carretillas de pintores florentinos, milaneses,
desconocidos, algunos más imaginativos que los «grandes». La versión de Raphael
en realidad me gusto mucho más que las demás, sin faltarle el respeto a nadie.
Como siempre lo que mas me impresionó fueron las versiones
populares en metal esmaltado o en terracota, probablemente fabricadas por algún
campesino «con dones» para iglesias que no podían comprar la obra de un
maestro, un « capo di opera ».
Detalle que tiene solo una importancia técnica: en el
renacimiento no pintaban sobre tela, todos los Leonardo del Louvre, Mona Lisa
incluida, así como los Raphael, Mantegna, Fra Angélico y otros están pintados
sobre madera. Usaban planchas de madera bien baratas tipo roble o nogal.
Dicho sea de paso la de la Gioconda la tuvieron que
restaurar con machiembrados allá por el año 1911 cuando un vidriero italiano la
robó y la tuvo meses guardada abajo de la cama de la pensión donde vivía, ese
fue el principio de la celebridad (justificada) de Mona Lisa...
Para todo pintor resalta el parecido que Leonardo pone en
todas las caras, Santa Ana, María, San Juan Bautista, la Giconda , tienen un «aire
de familia» evidente, sin contar el tono «aceituna» de la piel, sabiendo que
cada uno tiene tendencia a reproducir sus propios trazos instintivamente, se
puede suponer sin equivocarse mucho que Leonardo joven se debería parecer a
esos retratos.
Había una cantidad enorme de copias de Santa Ana pero
también de la Gioconda ,
no hechas por otros como estudios u obras originales inspiradas de lejos por
Leonardo, sino copias que tenían una finalidad única de comercio. Copias hechas
-diríamos hoy- de manera industrial, en los propios talleres de da Vinci, así
se ve mucho mas claramente la verdadera importancia de la actividad de los
maestros que no podían vivir de un solo pedido cada 5 o 10 años, y aceptaban
pedidos de aristócratas que habían visto o escuchado hablar de tal o cual
cuadro y pedían una copia (por supuesto con rebaja) que el maestro hacia
ejecutar por un alumno. Viendo la copia de la Gioconda se puede suponer
que el cliente podía hasta elegir la forma y los colores de la ropa...
Aparece claramente también la gran influencia que tuvo
Santa Ana en toda Europa, por bosquejos hechos por otros, por descripciones o
por haberla ido a ver realmente, cantidades de pintores del Mediterráneo hasta
los fiordos nórdicos, la estudiaron, copiaron, interpretaron, como una obra
«liberadora» por la composición, la libertad de interpretación (María y
Santa Ana representadas como dos mujeres
«normales» de cualquier pueblito) además de los tres cuartos de perfil y otros
detalles que se interpretaban como «osados». Fue una conmoción «rock» en su época.
Ahí donde habría que pasarse varios días, es en la sección
de los carnets... Miles de hojas dibujadas y escritas (al revés lógico, era
zurdo-ambidiestro) por Leonardo «him self». Unos carnets «de bolsillo» de más o
menos 5 cm
x 8 cm
(no mas que un I Phone) donde hizo miles de bosquejos minúsculos y de una
precisión impresionante, con un trazo más fino que un pelo, sobre los reflejos
del agua, la fluidez de las corrientes, los movimientos de los animales, el
vuelo de los pájaros, caballos espantados, pies, manos. Otros carnets «de
taller» más grandes, del tamaño de un cuaderno de escuela, con proyectos de
ensamblajes de madera complejos, mecanismos, cálculos, curvas, en fines la
parte más emocionante de la exposición, te parece casi Leonardo acaba de
dejarlos allí y se fue a fumar afuera y ya vuelve ¡Si. Si viviera hoy fumaría y
viviría metido en los bar gay de Paris!
Un historiador del arte contaba el otro día en la tele que
contrariamente a Miguel Ángel, que era un homosexual introvertido y algo
huraño, Leonardo era tipo «coming out permanente». Por supuesto nada tiene que ver
con el valor de su arte, simplemente se trata de verlo hoy como una persona en
su globalidad sin juzgar, pero sin omitir nada.
Para hacértela corta, se lo ve vivo, es el logro mayor de
la exposición, tanto el en torno, el contexto está ampliamente presente, al
mismo tiempo que sus objetos personales.
No solo le gustaba pensar en maquinarias complejas, y
tratar de explicar lo que no se ve a simple vista, sino que además hacia lo
mismo en sus cuadros, hay muchas cosas escondidas, a algunas de las cuales se
les perdió el sentido original, otras que se saben, como por ejemplo el
consabido cordero que acaricia el bebe Jesús en el Santa Ana, no es un cordero sino
un avatar de San Juan Bautista, el «agnus dei». En uno de los primeros
bosquejos aparece San Juan Bautista pero en seguida lo transforma, además de
invertir la imagen de derecha a izquierda. ¡Es como para preguntarse si San
Juan Bautista no es en realidad el personaje principal! Hasta su muerte trabajo
sobre este cuadro, como sobre la
Gioconda , o sea mas de 20 años.
Esta exposición muestra muy bien el cortejo, la multitud
que Leonardo logro, y logra aun hoy, mover con su pintura, pero sobre todo con
su perspicacia e inteligencia. No era un gran trabajador como se lo describe a
menudo, más bien lo contrario, dejó muy pocos cuadros, menos de 30 contando los
frescos, y muchos hechos o terminados por alumnos (de donde muchos detalles
«sospechosos» como por ejemplo el brazo «sin huesos» y la mano desproporcionada
de su San Juan Bautista) pero los pocos que dejo son obras maestras, y sobre
todo observó lo que otros no supieron ver.
Vivió solo 67 años, cuando se vanagloriaba de tener el
secreto de la longevidad: «hacer lo que se quiere, cuando se tiene ganas», así
erutaba o producía vientos odoríferos a la mesa del Rey Francisco I, como si se
tratara de una obligación médica, con total desparpajo. Francisco I que le
ofreció el castillo du Clos Lucé en la
Loire , donde vivió sus últimos años y murió, pero no en
brazos del Rey como lo cuenta la leyenda y varias ilustraciones de la época.
Quedó en la historia como el Rey que importó el renacimiento a Francia.
A pesar de todo su talento de visionario, es muy probable
que nunca se haya podido imaginar que un día sus cuadros y notas personales serían
vistos por más gente que la que vivía en su época en Florencia y Roma reunidas,
más aun que toda la humanidad del 1500 (cerca de 10 millones de personas
visitan solo el Louvre por año y ninguno se va sin haber visto la Giconda ) que vendrían de
todas partes del mundo en metro, en bus, en aviones, habiendo buscado información
sobre la vida de Leonardo en la gran tela de araña mundial, por medio de
cientos de miles de laptop, Ipad, celulares y otras superficies pixelizadas e interactivas.
Es seguro que Leonardo se hubiera maravillado viendo todas
esas maquinas rodantes, volantes e interactivas, como nosotros viendo su genial
trabajo venido de otro mundo de hace cinco siglos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario