EDITORIAL
Asumir responsabilidades
- En la libertad de informar también está la responsabilidad de hacerlo.
Aldo Roque
Difilippo
Los
recientes acontecimientos en las cárceles uruguayas movilizaron a la población
y a los medios de comunicación a opinar
sobre el tema. En muchos casos con liviandad y sin
conocimiento de causa, donde personajes entrajados frente a una cámara de
televisión opinaron a gusto y placer sobre el tema, sin siquiera haber
traspuesto por curiosidad las rejas de acceso de un establecimiento carcelario.
Y mucho menos sin el mínimo conocimiento del marco jurídico u otras cuestiones
que involucran esta intrincada y dramática problemática.
Pero lo más preocupante de todo –nos parece- es el florecimiento de ciertos discursos
seudo fascistas, similares a las que
se pronunciaban en los años
del período de facto donde predominaba o
bien la apatía hacia los presos políticos, o el discurso del “algo habrán
hecho”. “Por algo están donde
están”, o frases similares.
En estos nuevos casos de motines en las
cárceles uruguayas existen por lo menos dos elementos que deberían movilizar a
una reflexión profunda y no caer en
discursos de ese tenor, donde la sociedad, de una vez por todas vea al
que está tras las rejas como un
congénere, y no como alguien que no pertenece a esta sociedad.
Por un lado reflexionar sobre el papel que
deberían jugar las cárceles en una sociedad democrática, si realmente están
cumpliendo con su rol de encauzar a los que se
apartaron de las normas de convivencia. Si cumplen algún cometido útil
para la sociedad y para los propios individuos que allí van destinados.
Por otro
lado el papel y la responsabilidad de
los medios de comunicación y las autoridades en temas tan sensibles como
estos. Basta recordar que los motines
surgieron por reclamos de los reclusos
por situaciones en gran medida generadas extra muros: primero el incidente
donde un recluso dispara con un arma de
fuego contra un policía (que días después terminó muriendo). Luego, como consecuencia de este hecho, los sindicatos policiales que deciden, como
medida de protesta, limitar las visitas de familiares a todos los penales, algo
que desencadenó los disturbios en la Cárcel de Mujeres. Y de ahí
en adelante una sucesión de situaciones
de todo calibre, y donde los medios de comunicación lejos de analizar y
reflexionar sobre los acontecimientos en procura de explicar las verdaderas
causas, insistieron morbosamente en la peripecia de los hechos, en continuas
referencias a los colchones quemados por los presos y el costo económico que significaría reparar los destrozos.
Llegándose al paroxismo de algunos informativistas, que haciendo referencia a
los U$S 17 millones que costará reparar el COMCAR, sin ningún reparo afirmaron que mientras al
gobierno le costará esa suma reparar los destrozos “de estos muchachos, los
ciudadanos honestos de este país muchas veces no tienen una vivienda digna” y
cosas por el estilo.
Es
paradójico pero se le pide responsabilidad, sentido común, ecuanimidad de
criterios a esos individuos que están hacinados en lugares donde es casi
imposible emprender las tareas
cotidianas con un mínimo de sanidad
mental, mientras quienes están frente a una cámara de televisión, frente a un
micrófono o un teclado de computadora no solamente no lo aplican sino que impunemente expresan toda clase de conceptos sin que
nadie los llame a responsabilidad.
Cabe
apuntar, por si algún despistado todavía no se enteró, que el primer motín en
Cárcel de Mujeres se desencadenó al
conocerse la información que los sindicatos policiales habían decidido
suspender las visitas en represalias por la agresión sufrida por el policía a
manos de un recluso en el Penal de Libertad. Un hecho dramático, repudiable,
pero que es de justicia aclarar que fue
generado por un factor extra muro.
Alguien ingresó esa arma proporcionándosela al recluso. Por lo que los
disturbios en Cárcel de Mujeres también fue generado por un hecho extra muros:
la determinación de suspender las visitas por un hecho ocurrido en otro
establecimiento carcelario. O sea las
presas fueron castigadas por un hecho que no cometieron, y se pretendía
que actuaran con ecuanimidad y
raciocinio cuando las castigaban por algo que no cometieron.
Una sugerente frase pintada en el COMCAR (y no precisamente por los reclusos) |
Muchos
presos se enteraron en los informativos de televisión que las visitas seguían
prohibidas, cuando en realidad a la tarde el Presidente José Mujica ya se había
reunido con representantes sindicales de los policías, y se había decidido deponer esa actitud para intentar llevar
tranquilidad a toda esa situación. Pero los canales de televisión
siguieron difundiendo una noticia vieja,
sin chequearla o actualizarla. Después
sucedió lo que sucedió. Después muchos
informativistas insistieron, morbosamente, en los U$S 17 millones que costará
reparar el establecimiento carcelario, sin siquiera ruborizarse, sin reconocer
su parte de culpa en todo este tema.
El
razonamiento es al revés: el gobierno, los medios de comunicación, la sociedad, en definitiva los que mentalmente podrían considerarse “sanos” deberíamos
actuar en consecuencia, y accionar sobre
aquellos que están privados de libertad con la suficientemente ecuanimidad de criterios que propendieran a su
recuperación, pero curiosamente les reclamamos a ellos esas actitudes cuando
las nuestras son solamente coersitivas, punitivas, represoras y arbitrarias.
Les
pedimos ecuanimidad, serenidad, responsabilidad, a aquellos que diariamente
sobreviven en un ambiente se hacinamiento enfermizo, físico y sicológico. Y encima de todo eso nos damos
el lujo de decir lo que se nos ocurra, bromear públicamente sobre el asunto como algunos actores
sociales, o intentar sacar rédito político
de una situación lastimosa y que
involucra a un importante número de
familias uruguayas.
1 comentario:
Dice el editorialista y se comparte:"Es paradójico pero se le pide responsabilidad, sentido común, ecuanimidad de criterios a esos individuos que están hacinados en lugares donde es casi imposible emprender las tareas cotidianas con un mínimo de sanidad mental, mientras quienes están frente a una cámara de televisión, frente a un micrófono o un teclado de computadora no solamente no lo aplican sino que impunemente expresan toda clase de conceptos sin que nadie los llame a responsabilidad."
Coincide la convocatoria clarísima del editorialista a ser responsables(capacidad de ofrecer respuestas a lo que se dice y hace) frente a los medios de publicidad cuando una exorbitada senadora de grupo mayoritario pide para su Partido Politico contar privativamente con la Adhesión funcional y ejecutiva de las fuerzas armadas de la nación.¿Alcanza la impunidad parlamentaria frente a este alto riesgo?¿Alguien la convoca a que retorne a la responsabilidad más elemental?
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