GÉNESIS DE LA PINTURA URUGUAYA
El desmantelamiento dela
Instituciones artísticas tras el golpe de Estado del ´73, y
el surgimiento de las nuevas formas de expresión.
El desmantelamiento de
(5ta. y última Parte)
Si algo caracteriza fuertemente la pintura de los años ´60 es la
pluralidad y el eclectisismo, acompañados por el descrédito de cualquier
doctrina estética pretendidamente dominante. El paulatino descrédito de la
antigua polémica de figurativos vs abstractos, y la ruptura de fronteras entre
las diversas disciplinas del arte contemporáneo, asunto que afecta de
definición técnica y los contenidos propios de la pintura tradicional. En este
panorama se destacan artistas como Nelson Ramos, José Gamarra, Hilda López,
Jorge Améndola, Juan Ventayol, Oscar García Reino, entre muchos otros.
La emergencia, a mediados de los ´60, de dibujantes jóvenes que
cultivaban una nueva figuración, una suerte de “monstruismo” en el que
generalmente se utilizaba la figura humana con un tratamiento expresionista (a
veces rozando con lo lírico, a veces con lo abyecto), hizo que la pintura
también se viera atravesada en parte por esta línea dramática, compartiendo un
estado de ánimo colectivo en el que se mezclaban la rebeldía juvenil, el
optimismo creador, y el impacto de una inédita violencia social.
No extraña encontrar entonces en algunos pintores, la presencia
frecuente de superficies rústicas, matéricas, a las que se le incorporan signos
y grafismos con reminiscencias antropomórficas, así como obras que renuncias a
la clásica “pintura de caballete” para transformarse en bricollage
(bajorrelieve con objetos incorporados al plano). Tampoco extraña encontrar la
presencia de enérgicos trazos de espátula o pincel como huellas de la
gesticulación violenta del artista, o el resurgimiento protagónico del color,
como Jorge Páez, Vicente Martín, Jorge Carrozzino, y jóvenes vinculados con la
experiencia mural de la
Escuela de Bellas Artes.
Aquella vieja ilusión de que la pintura –como arte todo- formaría
parte de un ciclo histórico tendiente a la liberación creativa y a la redención
social del ser humano, es decir, aquella ilusión de la primera modernidad
marcada por la confianza en el progreso, permanece latente aún en la década de
los ´60 a pesar de los descreimientos y cuestionamientos que ya se vislumbraban
entonces. No obstante, a partir de los hechos que conducen a la cancelación del
sistema democrático en 1973,
a las profundas fracturas sociales acentuadas a partir
de entonces, y al desmantelamiento de las Instituciones artísticas, junto a una
situación internacional que consagraba cada vez mas la cultura del consumo y
parecía dar lugar al “vale todo” en materia de arte, la pintura uruguaya llega
a mediados de los ´70 a una situación terminal en cuanto a los fundamentos
históricos y doctrinales que le habían dado sentido hasta ese momento. Ingresa
en una nueva etapa de definiciones en la que, además, se ve desplazada de su
antiguo sitial de privilegio en el discurso artístico por los medios
audiovisuales y las llamadas “instalaciones”.
En este período de los años ´70 y principios de los ´80, siguen
produciendo obra muchos de los conspicuos representantes de los ´50 y ´60;
Washington Barcala (que de va a trabajar a España), José Gurvich (que fallece
en Nueva York), Espínola Gómez (que concreta su serie “polifocalista”), Anhelo
Hernández, Miguel Ángel Pareja, Hilda López. Pero también adquiere particular
relevancia la obra tardía de varios artistas, algunos de los cuales fueron
referentes importantes para pintores jóvenes de los ´80: Tola Invernizzi, con
una pintura proclive a la ironía, al “feísmo”, y una actitud iconoclasta; Hugo
Longa, con el uso transgresor y burlesco del color; Carlos Tonelli, con una
pintura figurativa casi naturalista, pero al mismo tiempo simbolista y
alegórica; Martín Battegazore, que llega a destruir con humor el orden
pictórico de Torres García como si se desarmara un rompecabezas, y Clever Lara,
que invierte su minuciosa técnica naturalista en una suerte de naturalezas
muertas de desván, donde se acumulan objetos olvidados, evadidos de la vida
cotidiana.
Estos y otros artistas preparan el terreno para la pintura de los
últimos quince años, cuyo desarrollo coincide con el período de recuperación
democrática, de reapertura de la Escuela Nacional de Bellas Artes, y de nuevos
protagonismos de los grupos de artistas mas jóvenes.
Fuente: Gabriel
Peluffo Linari (Breve Panorama de la
Pintura uruguaya 1830-1980.
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