viernes, 17 de agosto de 2012

Apuntes de Pintura

GÉNESIS DE LA PINTURA URUGUAYA



El desmantelamiento de la Instituciones artísticas tras el golpe de Estado del ´73, y el surgimiento de las nuevas formas de expresión.



(5ta. y última Parte)



Si algo caracteriza fuertemente la pintura de los años ´60 es la pluralidad y el eclectisismo, acompañados por el descrédito de cualquier doctrina estética pretendidamente dominante. El paulatino descrédito de la antigua polémica de figurativos vs abstractos, y la ruptura de fronteras entre las diversas disciplinas del arte contemporáneo, asunto que afecta de definición técnica y los contenidos propios de la pintura tradicional. En este panorama se destacan artistas como Nelson Ramos, José Gamarra, Hilda López, Jorge Améndola, Juan Ventayol, Oscar García Reino, entre muchos otros.
La emergencia, a mediados de los ´60, de dibujantes jóvenes que cultivaban una nueva figuración, una suerte de “monstruismo” en el que generalmente se utilizaba la figura humana con un tratamiento expresionista (a veces rozando con lo lírico, a veces con lo abyecto), hizo que la pintura también se viera atravesada en parte por esta línea dramática, compartiendo un estado de ánimo colectivo en el que se mezclaban la rebeldía juvenil, el optimismo creador, y el impacto de una inédita violencia social.
No extraña encontrar entonces en algunos pintores, la presencia frecuente de superficies rústicas, matéricas, a las que se le incorporan signos y grafismos con reminiscencias antropomórficas, así como obras que renuncias a la clásica “pintura de caballete” para transformarse en bricollage (bajorrelieve con objetos incorporados al plano). Tampoco extraña encontrar la presencia de enérgicos trazos de espátula o pincel como huellas de la gesticulación violenta del artista, o el resurgimiento protagónico del color, como Jorge Páez, Vicente Martín, Jorge Carrozzino, y jóvenes vinculados con la experiencia mural de la Escuela de Bellas Artes.
Aquella vieja ilusión de que la pintura –como arte todo- formaría parte de un ciclo histórico tendiente a la liberación creativa y a la redención social del ser humano, es decir, aquella ilusión de la primera modernidad marcada por la confianza en el progreso, permanece latente aún en la década de los ´60 a pesar de los descreimientos y cuestionamientos que ya se vislumbraban entonces. No obstante, a partir de los hechos que conducen a la cancelación del sistema democrático en 1973, a las profundas fracturas sociales acentuadas a partir de entonces, y al desmantelamiento de las Instituciones artísticas, junto a una situación internacional que consagraba cada vez mas la cultura del consumo y parecía dar lugar al “vale todo” en materia de arte, la pintura uruguaya llega a mediados de los ´70 a una situación terminal en cuanto a los fundamentos históricos y doctrinales que le habían dado sentido hasta ese momento. Ingresa en una nueva etapa de definiciones en la que, además, se ve desplazada de su antiguo sitial de privilegio en el discurso artístico por los medios audiovisuales y las llamadas “instalaciones”.
En este período de los años ´70 y principios de los ´80, siguen produciendo obra muchos de los conspicuos representantes de los ´50 y ´60; Washington Barcala (que de va a trabajar a España), José Gurvich (que fallece en Nueva York), Espínola Gómez (que concreta su serie “polifocalista”), Anhelo Hernández, Miguel Ángel Pareja, Hilda López. Pero también adquiere particular relevancia la obra tardía de varios artistas, algunos de los cuales fueron referentes importantes para pintores jóvenes de los ´80: Tola Invernizzi, con una pintura proclive a la ironía, al “feísmo”, y una actitud iconoclasta; Hugo Longa, con el uso transgresor y burlesco del color; Carlos Tonelli, con una pintura figurativa casi naturalista, pero al mismo tiempo simbolista y alegórica; Martín Battegazore, que llega a destruir con humor el orden pictórico de Torres García como si se desarmara un rompecabezas, y Clever Lara, que invierte su minuciosa técnica naturalista en una suerte de naturalezas muertas de desván, donde se acumulan objetos olvidados, evadidos de la vida cotidiana.
Estos y otros artistas preparan el terreno para la pintura de los últimos quince años, cuyo desarrollo coincide con el período de recuperación democrática, de reapertura de la Escuela Nacional de Bellas Artes, y de nuevos protagonismos de los grupos de artistas mas jóvenes.

Fuente: Gabriel Peluffo Linari (Breve Panorama de la Pintura uruguaya 1830-1980.

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