En el país de los Charrúas
Roberto Sari Torres
Sebastián
Gaboto parte de España con la orden de ir por el canal interoceánico
descubierto en 1520 por Magallanes, hasta las “islas de las especies”. Lógicamente que él y sus capitanes traen copias de planos
de los navegantes anteriores y también el convencimiento de que la leyenda
de los “caciques de oro” es verdad;
ampliada luego que vuelve a escucharla en la costa atlántica brasilera. A
comienzo de abril de 1527, surta la
flota en el Arroyo de las Vacas (campamento de San Lázaro) envía a Antón de
Grajeda río arrba hasta que,
probablemente a fin de mayo de ese año “descubre” y bautiza el río San
Salvador, y río adentro (no en la boca indudable y en costa muy baja) tal vez a
varios cientos de metros de la alta barranca izquierda del “Lacán Guazú” de los
charrúas, levanta el legendario “Fuerte de Tierra firme de San Salvador” (o
fortín) e inicia la siembra del trigo
euroasiático que traía a bordo de la Trinidad y la Santa María del Pinar (¿o
Esinar?).
Gaboto en
cambio navega el río Paraná y en la
confluencia con el río Carcarañá levanta el “Puerto de Sancti Spítitus”. Es
junio de 1527 y en 1528, coligado con la
flota de García de Moguer, río arriba por el Pilcomayo va tras el brillo del
“Dorado” en su ambición. Con el fracaso a popa retorna al “Sancti Spíritus” el
que es destruido por los indios Timbúes.
Encuentra que el “San Salvador” también ha sido acosado y que Grajeda murió. En
diciembre de 1529 tiene lugar la tercera y última trilla en la chacra del fortín, con lo que el trigo
cosechado pasa a ser la primera exportación cerealera de estas negras tierras sudamericanas. En 1574 Juan de Garay derrota a los charrúas en el combate de
San Salvador (donde caen heroicamente los tibuchá –caciques- Zapicán, Abayubá,
Anagualpo, Yandinoca. Magalona y Tabobá. Tras ello viene Ortiz de Zárate a
levantar sobre el mismo perímetro de los restos del fortín de Grajeda su
“ciudad carabina” que apenas durará hasta 1577. en 1607 pasa la exploración de
Hermandarias, quien entre 1611 y 1617 desembarca ganado en el río Negro,
Carmelo y San Salvador; genética de descendencia lusitana y proveniente
del épico arreo, de Río de Janeiro a
Asunción, de 7 vacas y un toro llevado por
“un fulado Gaeta” a pedido de los
hermanos Goes.
En 1680
Lobo funda Colonia del Sacramento. A la vasta campiña Colinia/Soriano comienzan
“a caer” (desde Agentina sobre todo) los “mozos sueltos”, en busca de libertad
y comida.
En 1719
Bruno Mauricio de Zabala, gobernador de buenos Aires, otorga en gracia, a
“los capitanes”, 13 grandes estancias
que rodean Colonia; desde el río San Juan hasta el río San Salvador. Esta
última a Juan Cabral de Melo, de 41.920 hectáreas .
Se fundan los rancheríos de “Víboras” (al Sur de Nueva Palmira) y el “del
Espinillo” al Sur de Dolores (territorio de la Estancia de Cabral) el
que luego es trasladado para ir a fundar
“San Salvador” (hoy Dolores). Hasta 1774 Víboras tenía jurisdicción sobre
Espinillo, hasta que en noviembre de
1774 se creó el “partido del Espinillo” a partir del de Víboras, con la
cuchilla de San Salvador como frontera entre ambos. Todos los documentos del
nuevo “partido” y los restos de los muertos en Espinillo, debieron ser
trasladados desde “Nuestra Señora de los remedios de Víboras” hasta aquel, en
la cuchilla del Arroyo Espinillo.
Ortiz de Zárate |
De los
legendarios fortines de 1527 y 1584 no hay todavía ningún rastro. Muchos han
seguido al pie de la letra confusos y erráticos relatos y croquis antiguos, copiando historias sin lógica y
falta de realismo. Pero “la Historia ” requiere para
ser tal el apoyo de la teoría, que es lo que el autor hizo al señalar el lugar
donde estuvo “Espinillo”. En este
resumen hay tres siglos de una interacción histórica. Tres siglos (desde
1501 a
1800). Una historia de descubrimientos, épica, trágica, fundacional y
productiva. Cultural, de civilización de nuevo tipo en un “nuevo mundo”. En el
libro del mi autoría “San Salvador. El país de los Charrúas” (aún no editado) integra sus páginas con intransigente
realismo, imaginario basado en el mismo y la resultante, como contribución que
ayude al hallazgo de los restos de los
antiguos fortines de 1527 y 1574. Para curar
también esta persistente nostalgia por las cosas y los hechos
ancestrales que fueron causales de nuestro presente; de los que de muchos sabemos no tuvieron lugar pero aun
no sabemos, balizamos exactamente, el lugar en el que se manifestaron sobre el
terreno.
“La Ilíada ” es el relato de una
historia verdadera (la de Troya), con lo exótico del imaginario de la época y
del propio Homero, aumentado con ello la belleza de su urdimbre literaria.
Sebastián Gaboto |
Los
fortines de “San Salvador. El País de los charrúas” no son como ésta, porque
ellos no contaban con Elena, ni Paris, ni Odiseo, ni Aquiles. Mientras estuvo
sepultada bajo el suelo de Anatolia, pasó más de dos milenios
fuera de la Historia. Los
fortines salsalvadoreños parecen perdidos aun bajo la tierra doloreña y en eso,
solo en eso, se parecen a la
Troya homérica, esperando que algo aparezca en los sitios
señalados.
Como
literatura, la narración histórica en su prosodia debe contener el colorido del
arte esencial que es; teoría, pensamiento, detalles objetivos o imaginarios.
Detrás de ella podría percibirse
manifestándose, a la relatividad, la incertidumbre, el transfinito,
la filosofía, la entropía, etc.
Lidiar con todo eso en la materia
confieso que no es fácil. Pero si un error tuviera hoy la historia cualquiera,
ella evolucionará hacia el acierto mañana, aumentando la entropía de su urdimbre,
la complejidad y la incertidumbre del relato. Pero así es la historia… a
resolver con los años.
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