Proyectándose hacia el
norte sobre el Golfo de México se encuentra la Península de Yucatán, el
sitio donde desde el siglo IV al XVI de la era cristiana, floreció la mas
brillante civilización del Nuevo Mundo. Esta área, húmeda y tropical en su
mayor parte, contrasta con los climas en que se desarrolló nuestra
civilización. Los actuales pobladores de la península, escasos y atrasados,
hacen patentes los cambios que se han sucedido desde la época en que esta
región fue el centro cultural de las Américas. La región en que se desarrolló
la civilización maya es la que abarcan hoy día los Estados de Yucatán,
Campeche, y Tabasco, la mitad oriental de Chiapas y el Territorio de Quintana
Roo, en la
República Mexicana ; el Departamento del Petén y las tierras
altas adyacentes por el lado del sur, en la República de Guatemala;
la sección occidental de la
República de Honduras, y todo Belice, u Honduras Británica.
En total, unos 325.000
kilómetros cuadrados, o dicho de otro modo, el
territorio que ocupan las cuatro Repúblicas centroamericanas de El Salvador,
Honduras, Nicaragua, y Costa Rica.
Comparando las bases de
subsistencia de otras civilizaciones evolucionadas, las técnicas de los mayas
eran casi primitivas. Aparentemente el metal no se conoció hasta la Época
Postclásica. Los mayas emplearon la piedra para todo, desde cortar las losas
para las estelas y hacer los bloques, hasta para ejecutar la escultura mas
delicada. Desconocían el principio de la rueda; no tenían vehículos de ninguna
especie, y tampoco disponían de animales domésticos –salvo el perro- de los
cuales servirse.
Sin embargo los mayas
desarrollaron otros rasgos culturales a un grado de complejidad y elaboración
nunca igualado por ninguna civilización primitiva del Nuevo Mundo. La
característica principal de su arquitectura se encuentra en el interés por la
decoración delicada y compleja, mas que en el tamaño.
El arte gráfico estaba
también muy desarrollado. Las esculturas tienden a ser demasiado formales y
estilizadas, y los dibujos demasiado complejos para el gusto moderno, pese al
esmero innegable con que fueron ejecutados. Las figuras en la cerámica están
elaboradas libremente y sin tanta formalidad, y muchos dibujos –como las
figuras murales de Bonampak- están hechas con un naturalismo que el arte
europeo occidental no alcanzó sino varios siglos mas tarde.
De todas maneras la
característica mas notable de esta civilización fueron sus conquistas en los
campos abstractos de la inteligencia, como la escritura, la astronomía, el
desarrollo de las matemáticas, y el sistema calendárico. De todas las
civilizaciones del Nuevo Mundo, solo los mayas tuvieron un verdadero sistema de
escritura, en las que los caracteres ya no son meramente pictogramas o figuras
mnemotécnicas. Durante mucho tiempo se pensó que la escritura jeroglífica maya
era completamente ideográfica, pero estudios recientes indican que muchos de
los elementos de los jeroglíficos pueden ser silábicos. Se encontraba entonces
ya en el proceso de convertirse en un sistema fonético, al pasar sus símbolos a
representar sonidos, mas que objetos o ideas.
Desafortunadamente, una
gran parte de la escritura maya permanece aún sin descifrar, y aquellas partes
que han podido ser descifradas proporcionan sobre todo información acerca de
los cómputos calendáricos y conocimientos astronómicos. Las estelas registran
los finales de períodos de tiempo, y los
tres códices fragmentarios que se conservan tratan sobre la astronomía, las
ceremonias rituales y las adivinaciones.
Recordemos que los mayas
calcularon la duración del año solar con una precisión comparable a la de la
astronomía contemporánea, e idearon formulas de corrección para ajustar la
discrepancia entre el año real y el año calendárico, y que entre nosotros es la
corrección del año bisiesto. También desarrollaron un exacto calendario lunar y
calcularon las revoluciones sinódicas de Venus, en cada caso, ideando fórmulas
para corregir el error acumulado.
Finalmente señalamos que
aún se discute acerca de la decadencia de la civilización maya. Algunos
expertos aseguran que las causas deben buscarse en la sociedad misma, mas que
en fuerzas externas, ya sean humanas o naturales. La actividad sísmica, las
enfermedades, los cambios climatológicos y de la vegetación, han sido también
presentadas como posibles causas.
La iconografía no indica
ningún cambio en la religión única, ningún descontento con la religión o
substitución por otra nueva. Tampoco se tienen pruebas de la intranquilidad
social que ha provocado tantos cambios en otras civilizaciones. Si las causas
fueron acumulativas, no han podido ser identificadas por el registro
arqueológico. Mas bien debemos pensar que el cambio fue repentino, por extraño
que parezca a la luz del importante papel que desempeñó la religión en la vida
de los mayas.
Fuente: “La civilización Maya”, de Sylvanus Morley
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