viernes, 22 de marzo de 2013

Día mundial del agua
22 de marzo


Horacio Chifflet   


El agua dulce es un elemento esencial y social.
Esencial para la vida de cualquier organismo vivo. Sin ella, no se concibe la vida, tal como la conocemos en este planeta.
Social, porque todo individuo tiene derecho al agua dulce, cualquiera sea su origen, porte, familia, grupo u orden. La llevamos en el organismo en un 75%. Los vegetales, hasta en un 95%, es disolvente y conducente. Todos los intercambios y reacciones químicas, que se producen en los organismos, tienen lugar en medio acuoso.
Hay individuos que pueden vivir sin aire, pero sin agua, ninguno.
El agua es finita, o sea que se termina.
No se malgasta el agua, se usa y no se abusa de ella.
Así como el sol sale para todos, cada día, el agua dulce emerge desde el seno de  tierra, generosa, para todos.  Todo ser humano, tiene derecho al agua potabilizada y de calidad. Sí, de calidad.



Debemos pensar en definitiva y como añadidura, de que en partes de África y Asia, caminan todos los días o cada pocos días, con un calzado deficiente, o sin calzado, por muchos quilómetros, para conseguir solamente un poco de agua sin potabilizar.
Hay 1200 millones de personas en el mundo, que no tienen acceso al agua potable. Se les ve prendidas a la manija de un recipiente, a mujeres niños o ancianos, este día y el otro también.
Un individuo consume 20 litros diarios de agua y debería ser un bien al alcance de todos, un patrimonio común, de cualquiera.
La salud humana depende del agua inocua.
¿Habrá alguna vez una adecuada política de gestión de los recursos hídricos, que garantice a todos el abastecimiento de agua potable?
La contaminación del recurso natural, por parte de la agricultura, deshechos humanos e industriales, complican el panorama general en el mundo.
Los agroquímicos (agrotóxicos) están matando el agua.
Una medida a tomar, como inicio de un programa mucho más amplio, sería, no permitir en ningún lugar de cualquier continente, que se privatice el agua. No es una mercancía negociable, que se adquiere a la vuelta de la esquina.
Los acuíferos subterráneos que de mayor o menor importancia por el área que ocupan, se encuentran en todos los continentes, tienen cada uno, millones de m3 de agua. No son reservas para el futuro de unos pocos y es necesario que nadie se sienta dueño del recurso. Pertenece al entorno de todo ser viviente.
Los ecosistemas de agua dulce son de los más ricos en vida. De ellos se desprenden millones y millones de seres vivos, (plancton) microscópicos o macroscópicos que influyen directa o indirectamente en el hombre como especie. Mantienen un equilibrio biológico.
A pesar de ello, la historia de la humanidad, y la actualidad también, dicen que han sido arrojados a las corrientes de agua dulce, desperdicios de toda índole, como el mercurio, fósforo, cloro, detergentes, aceites, agrotóxicos, petróleo, efluentes cloacales, bolsas de nylon. Parecería que el río se tiene que llevar todo lo que no es del río.
Tres litros de solvente pueden contaminar, sesenta millones de litros de agua subterránea. Hoy, en el siglo 21, se continúa con la misma mala práctica.
                                                                                 Si este recurso se contamina, los pueblos que se creen progresistas descienden en su calidad y estilo de vida, promoviendo las enfermedades. Algunas graves, como el cáncer. Se deben defender las reservas de agua para formar un país productivo y con futuro. A río limpio, gente sana.
A los poderes económicos y políticos del mundo no les importa nada la contaminación de los recursos naturales. No han pensado todavía en la conciliación entre producción, consumo y medio ambiente. No han empezado a calcular que el valor de exportación, del producto obtenido, también depende del medio donde lo produjeron. El asunto no es tener más, sino, ser más. Parece que todo fuera netamente económico y utilitario.
Los países que están considerados como grandes contaminantes se reúnen cada poco tiempo con la idea de buscar soluciones inmediatas, pero solo logran a veces soluciones mediatas y apenas algunas que no llegan a cambiar nada. Piensan en el año 2050, cuando la lucha por el agua en el mundo sea inminente y la contaminación del recurso produzca enfermedades graves, quizás de esas que no estamos preparados para enfrentar.
No se trabaja para eliminar los agentes causantes del cambio climático, solamente como defendernos de los efectos del mismo, sin llegar a pensar que los impactos ambientales se atacan en sus raíces.
A la tierra se le denomina el planeta azul debido al agua que contiene, pero hoy lamentamos que el río de la Plata se encuentre en el tercer lugar de los ríos más contaminados del mundo.
 Hablemos del agua, problema mundial. 


Fotografías: Aldo Roque Difilippo. 

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