Oigo
a Bob Dylan y ella a una distancia de respiro: Ibero Gutiérrez y el difuso 27
de junio
Cuando me dijeron que se iba a
realizar una edición especial de HumBral sobre el 27 de junio de 1973 de
inmediato pensé en qué el 27 de junio no es una fecha límite. No es el
principio de una etapa de Dictadura (lo es en los hechos), ni el final de una
etapa de Democracia (lo es en los hechos).
Por Matías Rótulo
Tampoco es una fecha más. Pensé en
aquellos libros de historia que he leído y que debaten unos con otros sobre
guerrillas, guerras internas, autoritarismos, luchas por la libertad, reclamos,
medidas prontas de seguridad, procesos económicos, arrebatos, asesinados, sindicatos,
policías, militares, actos de justicia, actos de injusticia… en fin, debates.
Las fronteras son como la niebla del día en el que escribo este artículo. No se
sabe dónde empieza, dónde termina, qué es, dónde está, ni cuando se irá. El 27
de junio de 1973, (me quedaba menos de una década para nacer), es una fecha que
marca un proceso histórico encadenado con otros procesos históricos (más
debates que aportan y aportarán). Lo que no se puede debatir son esos hechos
que marcan las vidas o las muertes de quienes estuvieron ahí, de quienes
estamos por casualidad.
Por eso, cuando me invitaron a
escribir al respecto no pensé en el 27 de junio de 1973, sino en un año antes.
En 1972 asesinaban a Ibero Gutiérrez. ¿Por qué pienso en Ibero? Por eso de los
límites como nieblas. El 27 de junio de 1973 cae la Democracia y nace mal
parida como todas las de su especie la Dictadura. Un año antes, el 28 de
febrero “su cuerpo fue encontrado en Camino de Tropas, atravesado por múltiples
impactos de bala calibre 38” cuenta Luis Bravo (1) en su libro sobre Gutiérrez.
El asesinato fue del Escuadrón de la Muerte. Ibero fue acribillado en
Democracia. Fue juzgado en Democracia por asociación para delinquir, fue
buscado en Democracia acusado de un asesinato, fue asesinado en Democracia sin
oportunidad de defenderse.
Los límites históricos son difusos:
la Dictadura de Juan María Bordaberry daría lugar a profundizar la represión de
la cual fue víctima Ibero y otros tantos algunos años antes, meses antes.
Benedetti (citado por Luis Bravo) dijo que Ibero fue uno de los poetas formados
entre dos fuegos, el fuego de la rebeldía y la represión.
El año 1968 (seguimos ampliando las
fronteras ya que de eso se trata revisar la historia), tuvo desde ahí el
asesinato de Líber Arce, el levantamiento revolucionario de las juventudes
desde Francia al mundo y allí estuvo Ibero, en contacto directo con los
revolucionarios.
Los límites de la historia… Al otro
día de que su cuerpo fuera abandonado en Camino de las Tropas asumió la
Presidencia Juan María Bordaberry.
El poeta
En 2009 se presentó Obra Junta (1966-1972) de Ibero
Gutiérrez, una antología de Laura
Oreggioni y Luis Bravo (Editorial Estuario).
El libro se presentó en la Feria de
arte y diseño del Parque Rodó en Montevideo. Bravo invitó a Daniel Viglietti al
escenario para recitar conjuntamente algunos de los poemas de Gutiérrez. Como
la historia es tan vacía de límites, yo que nací en 1981, que no tuve
conciencia de la Dictadura en su momento, que no conocí a íbero, que sabía muy
poco de su historia, que vivía en un 2009 cada vez más alejado de ideales,
sentí en la voz de Viglietti algo que me acercaba a esos años, a Ibero, algo
lejano. Sentí en la voz de Viglietti, en las cuerdas de su guitarra y en su
aire, un momento de libertad que paradójicamente me llevó al 68, pero también a
ese último día de febrero fatal, al 27 de junio, a 1985, y a una adolescencia
prestada. Yo le tomé prestada la adolescencia a Ibero. Viglietti tocaba la
guitarra y silbaba una vieja melodía, una
de esas de Bob Dylan que no se olvidan. Y recitó:
Oigo a Bob Dylan y ella
a una distancia de
respiro
duerme un minúsculo sueño
suspira la siesta
al entrar en otro tiempo
(Gutiérrez,
1970)
Como los límites son tan difusos, me
pregunté ¿quién era ese joven?
Pensé
en tomar aquella adolescencia prestada y en leer todos los poemas que Bravo y
Oreggioni recopilaron (faltan muchos más por publicar, según Bravo). Pensé en un adolescente escritor, más que en
un militante o mejor dicho, en un militante escritor, más que en un
adolescente. No sabía en qué pensar. Sus escritos, se conocen de a poco. No soy
quién para dar consejos, pero los adolescentes de hoy deberían escuchar la voz
de Ibero cantando a lo mismo que le cantan los adolescentes de hoy:
preocupaciones existenciales, amorosos, vitales, dudas mayores y menores,
poesías que toman lo cotidiano, la tecnología y la transforman en un arte sin
pretensiones futuristas.
En
1969 escribía el poeta Gutiérrez, el militante, el adolescente: “y ahora
tenemos que construir un destino nuevo sin el servicio automático de limpiar
zapatos”. ¿Qué destino construyó Ibero?
El
único posible es el de la poesía que hoy leemos, porque no hubo más destino
para él que el del último día de febrero de 1972. Ni si quiera se pudo indignar,
escapar, protestar por la Dictadura que un año después callaría a tantos otros
Ibero Gutiérrez. “Este oficio de escribir es bien jodido: por la ventana de mi
cuarto entran nubarrones violetas
estoy llovido” (Gutiérrez, 1966-1972).
El destino de la Dictadura (los límites no son
exactos) se construyó sin él físicamente, pero él sufrió en carne lo que otros
sufrieron también antes o después de ese 29 de febrero de 1972. El 27 de junio
de 1973 es una fecha, un todo antes y después. Íbero Gutiérrez llega hasta hoy
porque su poesía no ha sido asesinada, ni sus escritos manchados de sangre
volcados en Camino de las Tropas.
Fue
un joven uruguayo poeta y militante. Asesinado, nunca silenciado. Un joven al
que le preocupaba la libertad y algunas de las cosas que a los jóvenes de hoy
no les preocupa (o sí):
“(Un avión de PLUNA pasa ajeno
haciendo un ruido que ya no despierta a nadie)”
(Paréntesis
del autor, Gutiérrez 1966 – 1972)
Porque
el tiempo no tiene límites y lo de ayer y lo de hoy nos atrapa hoy y nos
atrapará mañana.
“La
televisión descentrada de rubias
El bikini de la
yegua
Y
mi saliva que rebota
En todo el
infinito
En todo el
tiempo”
(Gutiérrez 1966 – 1972)
No hubo un 27 de junio de
1973, hubo un antes y un después, difuso, porque se encargaron de teñir con
niebla y sangre el Uruguay que soñó en poesía Ibero y que silbando acompaña
Viglietti, y que escribiendo narró Benedetti, y que gritando clamaron las
voces, las voces…
(1)Gutiérrez, Ibero. Obra Junta (1966-1972). Estuario:
Montevideo, 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario