CONSTANTÍN BRANCUSI, UN
EXPLORADOR DE LA ESCENCIA DE LAS FORMAS
A 138 años de su nacimiento

Con la
eliminación de todos los atributos accesorios, evolucionó progresivamente hacia
una mayor esencialidad formal para crear formas puras y elementales. En sus
obras, Brancusi buscaba una belleza pura y espiritual, expresada a través de
sus figuras favoritas (el pájaro, el huevo, las cabezas femeninas) y resaltada
mediante el pulido de los materiales (bronce, mármol y, ocasionalmente,
madera). Realizó varios viajes a Estados Unidos, donde celebró con
éxito
exposiciones personales.
En 1937 regresó
a Rumania para llevar a cabo algunos encargos, como la Columna sin fin,
de casi 30 m de altura, para el parque público de Tirgu Jiu, cerca de su ciudad
natal. Ese mismo año fue a la India para proyectar el Templo de la Meditación,
por encargo del maharajá de Indore. Mademoiselle Pogany, El
recién nacido y Pájaro en el espacio, tres de sus
creaciones más apreciadas, constituyen otras tantas muestras de esa búsqueda de
la forma pura que llevó a Brancusi hasta los límites de la abstracción, aunque
sin abandonar por completo el figurativismo.
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