sábado, 29 de noviembre de 2014

El maestro uruguayo más joven



Carlos Federico Sáez murió a los 22 años pero su obra es de las más importantes y trascendentes de la pintura nacional. La inauguración de una gigantesca retrospectiva dedicada a él es la excusa ineludible para descubrirlo.


FERNÁN CISNERO

Cuando tenía 14 años, el tío de Sáez (nada menos que Gregorio Suárez) le llevó los dibujos de su sobrino a Juan Manuel Blanes —quien solía ser de juicios implacables— para que lo tomara como discípulo. Al ver los bocetos, el maestro miró a Suárez y le dijo: "al muchacho que ensució estos papeles yo no puedo enseñarle nada. Mejor llévenlo a Europa". Eran los dibujos que había hecho entre los 12 y los 14 años y ya tenían una maestría tan evidente.
Así de precoz fue el genio de Carlos Federico Sáez y así de
fugaz: solo sobreviviría ocho años al elogio del maestro. En ese tiempo, sin embargo, dejó más de 300 obras, de las cuales las 200 más significativas se exhiben hasta el 2 de marzo en el Museo Nacional de Artes Visuales del Parque Rodó.
Entre los organizadores de Sáez, un mirar habitado hay expectativa de que ronde los 50.000 visitantes, lo que suele considerarse un megaéxito para esta clase de eventos culturales. Por ahí anduvo la última gran retrospectiva de Rafael Barradas, otro hito cultural reciente que vieron 40.000 personas. Este año, el Salón Nacional también convocó decenas de miles.
"Sáez es de los primeros grandes maestros de la pintura nacional junto a Juan Manuel Blanes", dice Enrique Aguerre, director del Museo Nacional de Artes Visuales y curador de la muestra.
A pesar de su importancia indiscutible como el primer modernista e incluso el primer pintor abstracto nacional, la obra de Sáez es muy poco conocida. La última vez que los uruguayos pudieron ver una exhibición de este porte de su obra fue en 1951, en el cincuentenario de su muerte. Ver una retrospectiva de Sáez, por lo visto, es cosa de una vez en la vida.
Igual, algunas de sus obras están en la exhibición permanente en el museo, entre ellas un biombo que en la exposición original fue considerado un objeto y no una obra de arte pero desde hace años es una de las atracciones del lugar junto a "La fiebre amarilla" de Blanes.
 
"Mucha gente cuando ve su obra, dice pobrecito, murió tan joven y especula a lo que hubiera llegado a hacer pero son solo hipótesis porque ya es formidable a lo que llegó con solo 22 años", dice Aguerre. "En esta muestra uno ve lo que es Carlos Federico Sáez, no lo que pudo ser".
Para haber vivido 22 años y solo siete años de trabajo son impresionantes sus niveles de calidad. Parecen obras tardías de un maestro.
Sáez, quien nació en 1878, perteneció a una familia patricia del 900 uruguayo. Eran de Mercedes y tenían una vida de lujos con viajes de compras a Buenos Aires y un palco en el Solís, dos detalles que solo daba la alcurnia. Su padre era notario del presidente Iriarte Borda.
Con 15 años, siguió el consejo de Blanes y se instaló en Roma, donde montó su estudio en vía Margutta. La muestra incluye una imponente reconstruccion de ese taller a cargo del artista Osvaldo Reyno que refleja con fidelidad el atelier de un artista de fines del siglo XIX.
En Europa, y consciente de sus capacidades, se dedicó a pintar, sí, pero también a la buena vida, como correspondía a un dandy del 900. Era amigo de sus amigos, a quienes entretenía con sus imitaciones y sus canzonettas. La leyenda dice que imitó a Sarah Bernhard frente a la propia actriz. Era un hombre elegante y de buen gusto: hacía su propia ropa y diseñaba sus joyas y sus zapatos.
Murió a los 22 años de tuberculosis intestinal, una enfermedad espantosa que probablemente contrajo por ingerir alimentos en mal estado.
"Es nuestro Rimbaud", dice Aguerre refiriéndose el poeta francés que dejó de escribir a los 19 años. "El mundo de Sáez es el de la pintura, un mundo paralelo y atemporal".
Es uno de los artistas nacionales más importantes y su obra es poco conocida. Foto: Archivo El País.
Aguerre trabajó dos años en preparar la exhibición en un trabajo de curaduría en el que, por lo menos en el estudio de la obra, casi hubo que empezar de cero. Solo hay un libro sobre Sáez (de Raquel Pereda y es de la década de 1980): Además hubo que traer mucha obra de coleccionistas uruguayos y argentinos; Eduardo Constantini, por ejemplo, cedió algunas del Malba porteño. Eso implicó gastos y una logística importantes.
Buena parte de lo que se exhibe son retratos en los que, dice Aguerre, "se captura el instante de una figura, con un paleta cargada empastada donde el espacio psicológico se centra en las miradas para luego la pincelada abrirse con los planos de fondo".
La muestra incluye bocetos, dibujos y pinturas. Su talento es imposible de disimular y enfrentado por primera vez a su trabajo, el público queda fascinado. Y aquí está todo lo que hay para ver de Sáez.
Sáez es poco conocido en el mundo. Los dos artistas uruguayos más famosos aún son Joaquin Torres García y Rafael Barradas pero, según Aguerre, enterados de esta muestra, varios museos se interesaron en su obra y vendrán a ver la muestra.
"Es que es inusual el trabajo de Sáez para su época y por eso lo están empezando a estudiar", dice Aguerre. "Precede lo que haría Vasili Kandinski en la década de 1910 o lo que Jackson Pollock consiguió en la de 1940".
Uno de sus autoretratos (lo hizo a los 15 y es increíble) está acompañado en esta muestra por el retrato de una misteriosa joven italiana. Sáez lo había escondido detrás de ese autorretrato con los labios a la misma altura simbolizando un beso eterno. Nadie sabía ese secreto, cuenta Aguerre con entusiasmo, hasta que se tuvo que acondicionar la obra y alguien se encontró con el retrato oculto de la muchacha de la que el artista estaba, por lo visto, muy enamorado.
Ahora es la primera vez que están el uno al lado del otro ya que se separaron pertenecen a dos coleccionistas. Es una verdadera historia de amor.
De esa clase de magia está llena una exposición llamada a ser uno de los eventos culturales de un año que todo indicaba se iba a terminar sin una sorpresa así de grata.

Iturria, Vilamajó y Patrone en 2015

Para fines del año próximo el Museo de Arte Moderno de Nueva York está preparando una retrospectiva de Joaquín Torres García, a la que aportará algunas obras el Museo Nacional de Artes Visuales.
Enrique Aguerre, quien recibió esta semana a los encargados de esa exposición, por su parte, también tiene preparada la agenda del próximo año de su museo.
Entre las muestras más importantes de la temporada 2015, figura una gran retrospectiva de la obra de uno de los pintores contemporáneos más reconocidos, Ignacio Iturria y, celebrando los 100 años de la Facultad de Arquitectura, una muestra importante de la obra artística del arquitecto Julio Vilamajó que mostrará sus dibujos y sus acuarelas.
También habrá una retrospectiva de Virginia Patrone y de la artista argentina Liliana Porter.
Actualmente está en exhibición la muestra alemana Ausencia de Sujeto en la que un pintor actual, Michael Somoroff, rinde un conmovedor homenaje a aquel trabajo del fotógrafo August Sander que se llamó "Gente del Siglo XX". Somoroff utilizó la obra para reflexionar sobre las ausencias a partir de intervenir las fotos del viejo maestro. Es una muestra sorprendente.
En la misma planta baja está la clásica exhibición permanente de la colección del museo que incluye alguno de los nombres más importantes de las más de seis mil obras de su acervo.
Uno de los proyectos de Aguerre es poder ampliar el edificio que, verdaderamente, parece estarles quedando chico para la trascendencia del museo.

Jorge Abbondanza: "El prodigio de la soltura"

Es un hombre que murió a los 22 años, cuya obra tiene una sensibilidad absolutamente única. La obra de Sáez podría figurar en cualquier museo del mundo, pero además de ser de una desenvoltura descomunal, es de una hermosura como quizá no se haya repetido en la pintura uruguaya. Lo que pasa con el manejo del óleo en la obra de Sáez es el prodigio de la soltura. Cuando tú mirás un retrato de Sáez, esos retratos extraordinariamente sueltos, tú pensás, esto es lo que corresponde calificar de creación. Porque uno habla de menudo de grandes maestros, y este era un jovencito, que lo que hacía era eso, crear. Si hubiera vivido 30 años más probablemente tendríamos al gran pintor de Latinoamérica. De manera que dedicarle una exposición es muy útil para que la gente valore lo que es el legado uruguayo en materia cultural".

Emma Sanguinetti: "Una muestra que importa y mucho"

"Hablar de Saéz, es hablar de modernidad, su obra marca el ingreso de nuestra pintura al mundo de la mancha y el color. Pero no solo es moderno técnicamente, sino que lo es también por su desprejuiciada personalidad y sus temáticas, que rondan los paisajes, las escenas género y sobre todo los retratos, retratos femeninos y de sus amigos, compañeros de aquel "espíritu" moderno del 900, que encarna tan bien su personalidad. Siempre es difícil hablar de Sáez, ya que murió con apenas 22 años pero lo que importa es su legado: una obra de tal vigor y renovación como para ser considerado uno de los artistas más importantes del Uruguay. Por todo esto importa y mucho, que el MNAV le dedique una exposición, es bueno que los uruguayos lo conozcan, que se sumerjan en su mundo y que disfruten de uno de los más grandes talentos que dio este país".

Extraído de: http://www.elpais.com.uy/

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