sábado, 15 de agosto de 2015

Edmundo Canalda:

 

"El placer de leer en



  papel

 


todavía 


existe"





De la acción política revolucionaria al periodismo independiente y después al mercado editorial, el recorrido de un hombre de “peligrosidad intelectual”.

Edmundo Canalda. Foto: Francisco Flores


LUIS PRATS
Como jamás se me hubiera ocurrido que dedicarme a las letras hubiera sido algo de lo que pudiera vivir, me dediqué a las matemáticas", afirma Edmundo Canalda desde atrás de dos montañas de libros editados y originales que buscan convertirse en libros.
El novelista de su vida se hubiera entretenido con tantas vueltas de tuerca. Le gustaban las letras y los números, pero eligió la matemática. La matemática lo llevó a la facultad, la facultad a la militancia estudiantil, la militancia a la acción directa y la acción directo a la cárcel. Volvió a leer sobre matemáticas en prisión, pero a la salida regresó a la militancia, de allí pasó al periodismo partidario, luego al periodismo independiente y finalmente a ese despacho tapado de letras.
Hoy, Canalda (67) es uno de los principales editores uruguayos con Fin de Siglo, una empresa que nació a partir de un libro exitoso, con un plazo de vencimiento casi marcado en el nombre pero que ya lleva casi 25 años en el mercado, bien entrada la centuria siguiente, con un perfil orientado hacia el libro periodístico que originó algunas de las mayores ventas en el país.
Lo marcó su ingreso a la Facultad de Ingeniería en 1968, un año caliente en lo político y fermental en el ámbito de aquella institución."Como dijo Fernández Huidobro, tan ingenioso en sus aseveraciones, Pacheco Areco fue el gran sembrador de tupamaros. Y efectivamente lo fue. Nada mejor para fomentar la insurrección juvenil que la represión indiscriminada", dice.
Él militaba en una agrupación estudiantil de izquierda que luego se dividió. "Se daba una radicalización muy grande entre los estudiantes y una represión que trajo muertos y heridos entre los estudiantes. Se planteó entonces el salto del movimiento estudiantil a algo superior o se buscaban otros métodos de luchas. Eso significaba vincularse a las organizaciones que tenían una estructura político-militar", explica. Finalmente, adhirió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, al que veía como "la única respuesta seria" que ofrecía la izquierda en aquel tiempo convulso.
Como tupamaro participó en varias acciones, aunque no estuvo involucrado en hechos de sangre. "Por suerte", agrega. En agosto de 1972 fue detenido y condenado a siete años; el juez militar Federico Silva Ledesma —"neurótico y prepotente"— le agregó dos por "peligrosidad intelectual".

Periodismo.

Canalda recuperó la libertad en 1981 y se dedicó a dar clases particulares de matemáticas, casi la única salida laboral para un exdetenido del MLN. A medida que se avanzaba hacia la democracia fue llamado a colaborar en la reorganización tupamara. Después se hizo cargo de sus publicaciones, como el quincenario Mate Amargo. "Empezó con un tiraje chico y llegamos a 60.000 ejemplares. Se financiaba sobradamente con las ventas, lo que permitió contar con un cuerpo profesional de periodistas y columnistas. Hicimos una cuestión de principios el pago a los colaboradores mientras hubiera fondos", asegura.
De allí pasó a la radio Panamericana, con otra realidad, pues debió apelar a donaciones del exterior para subsistir. En 1990 el MLN adoptó un nuevo enfoque hacia el marxismo-leninismo —años después desechado—, y Canalda dejó la militancia y la radio.
Fue el momento de lanzarse al periodismo independiente a través del semanario 20/21. "Para mí era un semanario muy bueno, con un criterio de absoluta pluralidad. Pero no despertó el interés masivo en la gente, para nada. Cada número estuvimos peleando para subsistir", se lamenta. Tras ocho meses, bajó la cortina, acumulando deudas. "Tuvimos entonces la idea de publicar algo para ver si podíamos pagar esas deudas. Daniel Erosa y Carlos Peláez le hicieron largas entrevistas a Naná en Punta del Este. Carlos Maggi, que hacía las contratapas de 20/21, lo redactó y así nació el libro Naná, la noche de los 500 amores, que fue extremadamente exitoso. Hicimos tres ediciones para pagar las deudas y con la cuarta nació la editorial Fin de Siglo".
El nombre elegido en 1991 revelaba la efervescencia que provocaban los últimos años del siglo XX, pero también que no se imaginaba su continuidad mucho más allá de 1999. "Ahora está instalado el nombre y la gente lo acepta", comenta.

Libros.

El perfil más notorio de Fin de Siglo es el libro periodístico. "Es la editorial que tiene más periodistas entre sus autores. Eso implica que los libros sobre la historia reciente ocupan un lugar preponderante. No descubrimos nada, por otra parte, y lo compartimos con otras editoriales, que tienen libros espléndidos sobre el tema", explica el editor.
"Un énfasis que pusimos en la editorial es trabajar con periodistas, porque tienen una enorme ventaja con respecto a otros escritores: escriben pensando en el público que los va a leer. Eso es extremadamente importante. El periodista no escribe porque le gusta o porque tiene ganas, sino porque tiene que ser leído y se imagina el público que lo leerá. Otros autores pueden guiarse por otras cosas, escriben lo que se les canta porque se les canta", comenta.
Eso sí, desmiente el mito de que Fin de Siglo sea una editorial "pro tupa" y señala el éxito que han obtenido los libros de Leonardo Haberkorn, que tienen una visión "más crítica e imparcial" sobre el MLN.
Canalda también destaca el impulso que ha tomado el libro infantil, para el cual tiene el sello Montaña Errante. Incluso el libro sobre fútbol encontró al nuevo público que se acercó al deporte luego de la campaña de Uruguay en el Mundial de Sudáfrica 2010.
"En literatura claramente predomina la novela extranjera, no hay vuelta de hoja. Viene una novela publicitada del exterior y arrasa. El libro uruguayo tiene un porcentaje que en su mejor momento debe estar en 30, 40 por ciento",señala, aunque aclara que no es partidario de ninguna traba al libro extranjero. "Que circule y se conozca", dice.
"El libro periodístico, como obra específica sobre temas que interesan al uruguayo, tiene su espacio propio, pero en narrativa se compite con los grandes monstruos de la literatura y con la publicidad", advierte.
Canalda observa que el mercado local del libro está cambiando, "fundamentalmente por la concentración que significa el poderío económico de las multinacionales editoriales". La dura competencia, indica, se refleja en varios aspectos, como atraer a los autores de manera poco elegante, los espacios en las librerías y el poder de negociación.
¿Recibe muchos originales para nuevas publicaciones? La respuesta de Canalda es una sonrisa y un movimiento de cejas para señalar las torres de papel que lo rodean. "Por suerte son muchísimos, porque señala que la editorial es vista por mucha gente como una entrada al mundo editorial. Y también es síntoma de que en esta sociedad hay muchos que escriben", comenta.
Los va leyendo todos. Están los que alcanza con mirar un poco para saber que son buenos y los que no tienen arreglo. Los más problemáticos son los que tienen aspectos interesantes pero hay que mejorar. "No hay problemas para mandárselos a los escritores para que los reescriban. La gente más inteligente es la que está más dispuesta a aceptar críticas, observaciones y sugerencias", asegura. Un ejemplo que puede sorprender era Carlos Maggi, "una de las personas más flexibles para aceptar sugerencias", indica. "Hay una proporción directa entre la inteligencia y la flexibilidad. Los autores impertinentes, en cambio, son insoportables", asegura.
Destaca además el gran cambio que produjo el libro electrónico. "Los textos escolares son ahora accesibles para todos los chiquilines gracias a planes como el Ceibal o el Magallanes. La Cámara del Libro llevó adelante una negociación muy delicada por los derechos pero tuvo éxito", cuenta.
Para él, los textos, diccionarios y enciclopedias se pasarán al formato digital, pero para otros tipos "está lejos de definirse el tema". "Puede ocurrir en Estados Unidos, pero no en Europa o América del Sur, donde existe todavía el placer de leer libros de papel", asegura.

La defensa del libro

Canalda señala que el marco legal en el país "defiende al libro", que no paga impuestos en la circulación, la importación o la exportación, algo "extremadamente positivo". "Lo que no hay en Uruguay, como sí en Argentina, Brasil o México, es una política estatal de promoción de la lectura a través de la compra de libros para bibliotecas. Son impresionantes las sumas que se dedican a proveer a las bibliotecas".
Es un círculo vicioso, comenta, porque se dice que pocos concurren a las bibliotecas, pero si en la biblioteca no hay libros la gente no va.
"Eso ayudaría a un sector que no se caracteriza por grandes márgenes de ganancia. Además, es la industria que redistribuye mejor: con el libro viven el escritor, la editorial, el imprentero, el librero. Es difícil imaginar a alguien que decida editar libros porque es el negocio, salvo en el caso de los grandes conglomerados internacionales", sostiene.
Admite que los libros son caros en Uruguay en comparación con otros países por los reducidos tirajes. Los costos fijos, que cada vez pesan más, son parecidos en todos lados y no varían si se editan 700 ejemplares o 5.000. "Y 5.000 ejemplares, en Uruguay es un gran tiraje", define.

SUS COSAS

Un gran éxito

Mujica, de Miguel Campodónico, es uno de los best sellers de Fin de Siglo. Ahora circula en el País Vasco y España (dos ediciones diferentes) y Corea del Sur. En el país asiático salió en versión adulta e infantil, con dibujos. "Una nota de la TV coreana a Mujica causó impacto y a través de Internet llegaron a nosotros", cuenta Canalda.

Una distracción

Groucho Marx decía que la TV era "muy educativa", porque cada vez que alguien encendía un televisor, él se retiraba a otra habitación y se ponía a leer un libro. "El televisor es un aparato que nos permite ver cine y series", dice en cambio Canalda. Con la ayuda de su hija Estefanía, se aficionó a True Detective y Wayward Pines.

Un crack

Canalda se confiesa fanático de Peñarol, aunque hace tiempo que no va al Estadio. No se perdía un partido del famoso equipo aurinegro de los años 60. Y elogia a Pedro Virgilio Rocha. "Antes de él, nunca pensé que los pies pudieran tener cerebro. Fue el más perfecto jugador que vi en mi vida. Y eso que vi a Pelé".
extraído de: http://www.elpais.com.uy/

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