viernes, 21 de septiembre de 2012


Jorge Esmoris

El antihéroe que  encarnó al prócer de la Patria

 

 
* La voz del prócer “fue trabajada a partir de la voz de Zitarrosa. Para  mi era que la voz de Artigas fuera la voz de la tierra, que cuando hablara Artigas  hablara la tierra”.
 
 
 
 
 
Aldo Roque Difilippo
 
Jorge Esmoris, el actor, el humorista, el ex líder de la Antimurga BCG, el Artigas de “Las Redota” estuvo en Mercedes para presentar su espectáculo “Todo bien, bo!”. Un unipersonal al estilo de este singular actor y humorista nacional. Una obra con un personaje cuya pasión es La Lógica. La ausencia de ella en este mundo lo lleva a  embriagarse, no de bebida, sino de ilógica. “No me emborracha el alcohol, me emborracha la  insensatez”, reflexiona.
Previo a la función, mientras los técnicos realizaban sus trabajos en el escenario, en la iluminación y el sonido, Esmoris mantuvo un diálogo distendido con HUM BRAL sobre la televisión, el humor, su incursión en el cine y su falta de interés en seguir participando del Carnaval, y hasta de política. “Queda mucho por hacer” en materia de Cultura en el País, comentó “y bueno, pero en relación a lo que había, de la nada se pasó a algo”.
 
 
 
 
¿De qué viene la propuesta de “Todo bien, bo!”?
-Es un monólogo  que se trata de un borracho que llega a un lugar  equivocado y a partir de esa equivocaciones empieza a desarrollar  su temática que se basa en el recuerdo  que tiene de un tipo de boliche que prácticamente ya no existe, donde se juntaba con una barra de amigos a conversar. A partir de ahí empieza a preguntarse qué quedó de esa  charla de amigos y de ese boliche. Y poco a poco el escenario y la platea se va transformando  en ese boliche, y el público se va transformando en esos amigos  y van apareciendo  los temas universales que tienen que ver   con la condición  humana,  las contradicciones, las paradojas, con esa  particularidad que tiene el borracho que puede pasar de una reflexión con una lucidez brutal, a un disparate o un delirio total. Va uniendo temas aparentemente inconexos  entre si pero que poco a poco van encajando…
 
Y es que los uruguayos somos bastante nostálgicos…
-Si, pero yo particularmente no soy nada nostálgico. Tengo buenos recuerdos y los recuerdo, no los sufro…
 
Pero últimamente hay una exacerbación de que todo tiempo pasado fue mejor.
-Si, totalmente. Pero el borracho se va proyectando, y en ningún momento se pone nostalgioso, sino  que es el disparador que le permite enfrentar  mundos como el de la tecnología. Hace referencia al facebook,  no entiende cómo puede ser amigo  de  individuos que no los ve. Pero también se va metiendo en temas  que tienen  que ver con el sentido primigenio de la amistad. Pero lo hace en clave de humor, y totalmente absurdo.
 
Vos utilizas el humor  para decir lo que te interesa, y has tenido buenas incursiones  en la televisón ¿Por qué no hay programas de humor en la televisión uruguaya?
-Es difícil el humor. El humor que a  mi me gusta hacer no es fácil hacerlo en televisión.
Estas son cosas que vengo escribiendo desde hace 2 años, y he quemado muchos papeles con lo que no me gustaban; y en la televisión tenés que hacer las cosas como se hacen los chorizos. Entonces  en materia de humor no es fácil que puedas tener  un buen nivel, más allá que pueda o no gustar. En televisión podrás hacer uno o dos, y el tercer programa vas a tener que sacarlo así no tengas muchas cosas.
 
Pero vos hacías en radio El Espectador  (Nacidos para perder) que era diario y que me imagino sería un desgaste terrible.
-Si,  nos enloquecíamos. Trabajábamos de repente 14 horas por día para sacar ese programa y éramos 3 libretando. En la televisión de repente el humor lo hace una persona sola y no podés leer, cosa que hacíamos en la radio; o sea que llegábamos contra reloj pero teníamos los libretos en la mano.
Después, me parece que la gente que se pone frente al televisor, no se si está receptiva  para un tipo de humor. Me da la sensación que el humor que a mi me gusta es como para que se de  la gente saliendo de su casa, encontrándose  en un lugar, con otra gente que de repente conoce o no conoce,  y ahí se va armando el clima, que en la televisión ya es difícil.
Acá (en el teatro) no hay muchos chistes, hay muchas situaciones; y en la televisión pueden estar esas grandes comedias que se hacen  en Estados Unidos, que obviamente tienen un trabajo impresionante  de producción. Aquí se hace difícil. Hay, de repente  experiencias y programas tienen escenas o momentitos,   pero no como  estaba antes “Telecatapum”, “Plop!”, “Decalegrón”. Ese tipo de programa como que tampoco los ves en el mundo. No hay muchas cosas  de esa. Además en la televisión el humor,  de alguna manera, se ha bastardeado,  porque se lo empezó a asociar más con el entretenimiento, con el reírse o de una discapacidad o de un problema.  Lo de Tinelli ya es como el borde de todo. Entonces la gente se ríe de eso …
 
Pero llama la atención que un discurso que solemos repetir es  los uruguayos no somos así, pero terminamos consumiendo eso.
-Y si.  No somos así, pero somos así.
El teatro no lo van a ver nunca en la televisión, ni en Internet. No podes ir a un Video Club. Sucede en el momento, y es lo maravilloso que tiene. Es intransferible. Es único. Lo que va a suceder esta noche no va a suceder más; y eso es lo bárbaro, porque se da ese fenómeno social que es el Teatro, o un  recital de música, que va gente de diferentes lugares y  conforman una unidad que es el público.
 
Y vos que has participado también de la comedia en la televisión. ¿Por qué en la televisión uruguaya hay tan poca producción nacional? ¿Solamente por un tema económico?
-Y calculo que si.  Si uno compara lo que es traer una lata o un programa de afuera  con lo que es una producción nacional, es más costosa.  Canal 10 prácticamente es el único  que ha hecho punta con el tema de la  ficción nacional. Las dos temporadas de “Por que  te quiero así”, “Bienes Gananciales”, “Dance”. Ahora  se están haciendo dos producciones nacionales, pero  es costoso y a veces la gente tampoco está acostumbrada. Y no es fácil competir  con  otros  productos que no solamente duran mientras los pasan, sino que todo el día se está hablando de eso. Todos los canales están hablando de un programa. Entonces llega un momento que si uno no lo ve se siente como  fuera del mundo. Y aunque no lo vea sabe lo que pasa, está enterado. Es una propaganda muy fuerte.
 
 
Remar con tres millones de Artigas
 
 
Pasando a otro tema. Aunque ya te lo hayan preguntado, en el imaginario popular  teníamos otra imagen de Artigas, y nos encontramos contigo. No tenés ni ojos celestes, ni sos rubio. ¿Cuál fue la reacción que tuviste cuando recibiste la propuesta para hacer semejante personaje?
-La reacción fue de satisfacción y no dude un instante. Para un actor un personajes de estas características  llega una vez. Por ahí puede que llegue algún otro, pero es muy difícil. En Uruguay es muy difícil que pueda haber otro personaje como Artigas. No existe. Y tener la oportunidad de hacerlo también para mi era muy difícil. Era remar con tres millones de Artigas, cada uno tiene su Artigas. Entonces era  como ir a la hoguera. Pero se encaró de una forma auténtica, honesta y dejando que las cosas pasaran.  Por lo menos yo me desprendí de toda información previa y salí a hacer lo que sentía y  lo que la película proponía.
 
¿Y qué respuesta recibiste de la gente?
-Fue maravilloso, mucho más de lo que me imaginaba. A priori sabía que iba a ser difícil. Tuve la oportunidad con la película de recorrer el interior  y la respuesta de la gente era formidable. La gente se acercaba  y lo aceptaron. Entendieron que era una película, que era una obra de arte que iba por otro lado. Mucha gente nos dijo nunca nos imaginamos  a Artigas caminando.
 
¿Cómo hiciste para componer ese personaje?,  porque tampoco vos lo viste caminando.
-Al principio uno mas o menos siempre hace lo mismo…
 
Pero me supongo que para componer un personaje debés tener un punto de referencia.
-Lo primero que busqué fue en lo libros y diferían mucho unos de otro. Y ahí también se veía que cada escritor escribía sobre su Artigas, le cargaba su subjetividad, su ideología. Entonces también deseché eso y empecé a trabajar más con la figura de Artigas  desde el misterio. Si bien nosotros no queríamos hacer ese personaje de la estatua y el bronce, sino que se trataba de humanizarlo, pero yo también no lo trabajé como un ser humano común y corriente, sino que quedó ahí a mitad de camino entre la leyenda y el misterio. Era como una especie de sobra, de fantasma, de espectro que andaba en ese campamento, mimetizándose  con todo el entorno y  tratando de no ser  primera figura. Él salía de repente de los lugares más insólitos,  se mantenía en silencio. Su andar era cansino. Trataba de estar mas ausente que presente. Y después con la propia dinámica, el hecho de andar a caballo, estar tirados ahí ensayando, en esos lugares a mi me cansaban mucho.
Algo que capaz nadie pensó. Yo me dije, esta gente estaba cansada, tendría que sufrir lumbago, andar medios rengos, descaderados, porque yo me bajaba del caballo y estaba así, y estaba un par de horas. Y esta gente vivía a caballo.
Entonces ahí el propio cansancio mío, el dolor y la fatiga… Dije esto lo tuvo que haber sentido Artigas también; y ahí lo dejé ir naturalmente, que  se cansara, que se durmiera, que gritara. Esa fue la parte física, y la voz que fue trabajada a partir de la voz de Zitarrosa. Para  mi era que la voz de Artigas fuera la voz de la tierra, que cuando hablara Artigas hablara la tierra.
 
¿Por qué la voz de Zitarrosa?
Porque para mi la voz de Uruguay es la voz de Zitarrosa.
 
¿Por el color?
-Por el color, por la textura, por esa forma casi que  habla en cifra, en décima, pero además porque tiene una cosa como amarga pero tierna, triste y esperanzada. Esas combinaciones. Por supuesto que no se trataba de hacer una imitación de la voz de Zitarrosa, pero si que tuviese ese color.
Artigas también hablaba en clave de milonga, en clave de vidalita, en esos estilos se manejaba su forma de decir.

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