viernes, 15 de febrero de 2013


Hace 450 años, el 18 de febrero de 1564 moría Miguel Ángel Buonarrotti. A él la humanidad le debe la imponente obra en la Capilla Sixtina, el David, La Piedad, en una larguísima lista de maravillas del arte.
En esta sección lo recordamos de otra manera, en fragmentos de cartas a Tommaso dei Cavalieri su gran amor.




CARTAS DE AMOR Y UN POEMA

Miguel Ángel- Cabeza ideal (Tommaso dei Cavalieri)
El gran amor de Miguel Ángel fue Tommaso dei Cavalieri (1516-1574) que tenía 16 o 17 años cuando el artista se encontró con él en 1532, teniendo este 57 años. En su primer intercambio de cartas, fechado en enero de 1533, Miguel Ángel declara:

“Su señoría, única luz del mundo en nuestra era, nunca estará satisfecho con el trabajo de otro hombre porque no hay otro hombre que se te asemeje, ninguno que te iguale…Me apena grandemente que no pueda recuperar mi pasado y así, de esa manera por más tiempo estar a su servicio. Tal como es, sólo puedo ofrecerle mi futuro, el cual es corto ya que soy anciano… Eso es todo lo que tengo que decir. Leed mi corazón ya que la pluma es incapaz de expresarse bien”

Fragmentos de otras cartas:

«Mi alma a Messer Tommaso, mi queridísimo señor. Si añoro día y noche sin intermisión estar en Roma, es meramente para volver a la vida, algo imposible sin el alma. Mi corazón está por primera vez en las manos de aquel a quien he confiado mi alma…».

«El cielo hizo bien impidiendo la plena comprensión de vuestra belleza... Si a mi edad no me consumo aún del todo, es porque el encuentro con vos, señor, fue muy breve»

“Caro señor mío: no te irrite mi amor que se dirige sólo a lo que hay mejor en ti, porque el espíritu del uno debe prendarse del espíritu del otro. Lo que deseo, lo que me enseña tu hermoso rostro, no pueden comprenderlo hombres vulgares. Quien quisiera comprenderlo debe antes morir”

A su amigo Giannotti (rechazando un encuentro con éste):

“Cuando veo un hombre que posee algún talento o don del espíritu, un hombre que sabe hacer o decir algo mejor que los demás, no puedo evitar el sentirme atraído por él; y entonces me entrego a él tan enteramente que ya no soy dueño de mí mismo…Así lejos de sentirme reposado, fortificado y serenado por vuestra compañía saldría de ella con el alma desgarrada y dispersa a todos los vientos, hasta no saber, durante muchos de los siguientes días, en qué mundo me estaba moviendo”


De los más de 500 sonetos que Miguel Ángel compuso muchos fueron dedicados a Cavalieri. En ellos se refleja una poesía amorosa adherida a las convenciones de la época y plasman su adoración por el joven que para el artista parecía un reflejo de la belleza eterna:

"Veo con vuestros bellos ojos una dulce luz,
Que con los míos ciegos ya ver no puedo;
Llevo con vuestros pies un peso, adosado,
Que de los míos no es ya costumbre.

Vuelo con vuestras alas sin plumas;
Con vuestro ingenio al cielo siempre aspiro;
De vuestro arbitrio estoy pálido y rojo,
Frío al sol, calor en las más frías brumas.

En vuestro querer está solo el mío,
Mis pensamientos en vuestro corazón se hacen,
En vuestro aliento están mis palabras.

Como la luna a sí solo me parece estar;
Que nuestros ojos en el cielo ver no saben
Sino aquello que enciende el sol."

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