De cuando
el humilde indagó en antiguos pergaminos la historia de brujas y hechiceras, y
de la conclusión a que llegó en esas industrias
Escriba Medieval
Amados y consecuentes
Cofrades: por estos días llegáronse a mi ventana varias palomas –dirigidas por
el gallardo y siempre fiel palomo “Ad-Inet”, portando noticias de cierto
aquelarre que al parecer celebróse en una lejana y gran comarca.
Como en esta pequeña e
ignota región ha comenzado a llover, el ánimo se presta para indagar sobre tal
suceso y –acudido que he a antiguos pergaminos- puedo relataros lo siguiente.
No es verdad que las
brujas sean viejas, feas, desdentadas, verrugosas, con sombreros de alta copa,
y revuelvan marmitas con pócimas asquerosas todo el tiempo, que si bien las hay
de tal tenor, en realidad son las mas inofensivas. Las realmente peligrosas –según se desprende
de las scripturas consultadas- son las otras, las bellas de piel tersa y largo
cabello ornado de flores que transitan altaneras por las calles de la aldea a
plena luz, y fablan con voz suave y sin distinción de clases con Nobles
Caballeros de gallarda postura y con siervos y lacayos.
Según mis conocimientos
destos asuntos y sobre los cuales se explayan además los papiros y pergaminos
desplegados ante mí, en estas comarcas donde habito a las brujas las
llamamos maleficae. Os advierto que el
uso del latín es muy común en este año del Señor de 1513.
En otras lenguas, aunque
con diferentes connotaciones, los británicos las llaman witch, los italianos
strega, en Germania Hexe y en la
Galias sorcière. Agrego questa última palabra, deriva del
latín vulgar sortiarius (que literalmente significa « hablador de suertes o
parlachín de suertes») y del latín clásico sors, sortis (que primero señalaba
un procedimiento de clarividencia, y luego significaba destino o suerte).
En cuanto a la palabra
española «bruja» -nobles y pacientes integrantes desta Cofradía- creo que su etimología es dudosa, mas aventuro que
posiblemente sea prerromana, del mismo
origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa. La primera
aparición documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del
siglo XIII. En 1396 se encuentra la palabra broxa, en aragonés, en las
Ordinaciones y paramientos de Barbastro. El Escriba Carmelo Lisón Tolosana
considera que el origen de la palabra puede encontrarse en el área pirenaica.
En Gascuña y Béarn era también corriente el uso de una palabra etimológicamente
relacionada, brouche. Debe tenerse en cuenta que en esta época el Languedoc y la Corona de Aragón eran áreas
culturalmente muy relacionadas. El término inglés witch tiene un origen más
controvertido, aunque posiblemente deriva del radical wik de raíces tanto celta
como germánico, mas mi deteriorada memoria impídeme asegurar tales asuntos.
Bueno es recordaros
además, queridos contertulios, que muchas veces las gentes confunden bruja con
hechicera, que son dos cosas diferentes, pues las primeras desarrollan sus
actividades en un ámbito predominantemente rural, mientras las hechiceras
actúan con preferencia en la ciudad. ¿Cuál es la diferencia?, os preguntaréis
vosotros, ante lo cual os digo que se basa en la relación que mantienen una y
otra con el poder oculto y maligno, con el poder demoníaco. La hechicera invoca y acude al mal para
realizar sus conjuros, mientras que la bruja hace un pacto con Satán, renuncia
a su fe y rinde culto al diablo.
Cúmpleme aquí fablaros de
otro personaje quizá conocido por vuesas mercedes, pues trátase de “La Celestina ”. Considerada
un "híbrido" entre bruja y hechicera, la Celestina vive
"rodeada de ungüentos ponzoñosos y de fórmulas mágicas cuyo poder reside
en la fuerza de la palabra", pero "puede además disparar el terrible
dardo del maleficio, opera con poderes nocturnos, conjura y hasta llega a
someter al mismísimo Satán".
Transcribo para vosotros
un conjuro de los tantos que utiliza para invocar Íncubos y Súcubos: “Yo,
Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud é fuerça destas
vermejas letras; por la sangre de aquella nocturna aue con que están escriptas;
por la grauedad de aquestos nombres e signos, que en este papel se contienen;
por la áspera ponçoña de las
bíuoras, de que este
azeyte fué hecho, con el cual vnto este hilado: vengas sin tardança á obedescer
mi voluntad...
Si no lo hazes con presto
movimiento, ternásme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes é
escuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras
tu horrible nombre. E otra é otra vez te conjuro. E assí confiando en mi mucho
poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te lleuo ya embuelto.”
Según el Escriba Carmelo
Lisón, "el conjuro revela el carácter bastardo de Celestina, alcahueta
mestiza, resultado de un cruzamiento entre bruja y hechicera. Aunque se
confiese cliente del demonio sabe bien su «arte», conoce y sabe leer los
agüeros y activa a voluntad el poder intrínseco a líquidos, hilados y palabras.
Además, para asegurarse el éxito, pacta con Satán pero, nótese, en pacto
arrogante y altivo, exigente y amenazante, en pacto entre iguales, esto es,
entre dos agentes teúrgicos tan poderosos como malvados".
Finalmente, os recuerdo
que al comienzo desta época que vivo, Clodoveo I, rey de los francos del año
481 al año 511, promulgó la llamada Lex Salica condenando a las brujas a pagar
fuertes multas. Y en lo que respecta a Carlomagno, su código de leyes
establecido entre los años 780
a 782, contemplaba la prisión para los adeptos a la brujería.
Paralelamente a estas
represiones, se desarrolló toda una literatura de inquisición (cerca de dos mil
escritos) denunciando los poderes maléficos de las brujas; y entre esos títulos
figuran, entre muchos otros: Le Marteau des sorcières, primer libro de
bolsillo; De la démonomanie des sorciers de Jean Bodin; Discours exécrable des
sorciers de Henry Boguet.
Pero es en 1326 –hace solo
187 años- a través de una bula
pontificia del papa Juan XXII, que podemos decir realmente comienza una
exacerbada persecución a las brujas, la que se extendió hasta 1480 y aún hoy,
en pleno 1513 la caza de brujas aún continúa, aunque sea de
solapada manera.
Deste modo he querido
comentaros sobre las brujas que tanto han
dado que fablar a lo largo de la historia, y agrego que en verdad no es
dellas ni de sus conjuros de donde
procede la maldad, pues la condición humana es su portadora aun en el hombre
mas beato.
Moraleja:
No existe brujería ni
conjuro, ni pócima maligna, ni pacto con satán que al hombre afecte, el peligro
de verdad es la ignorancia, ante las cosas que su mente no comprende.
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