A 227 AÑOS DEL
NACIMIENTO DEL PADRE DE LA FOTOGRAFÍA
Louis Jacques Mandé Daguerre nació en Cormeilles -cerca
de París- el 18 de noviembre de 1787 y
murió en Bry-sur-Marne el 10 de julio de 1851. Artista e inventor, pionero de
la fotografía, perfeccionó el procedimiento de fijación de imágenes de su
compatriota Niépce, logrando reducir los tiempos de exposición y obteniendo
instantáneas de gran nitidez. El inventor bautizó con su apellido su método y
las imágenes obtenidas: daguerrotipia y daguerrotipo.
Pintor de decorados teatrales, Louis Daguerre había
inventado hacia 1827 el diorama, un espectáculo a base de pinturas y efectos
luminosos. Buscando un método para reproducir la realidad en imágenes sin
necesidad de pintarlas, coincidió con Nicéphore Niépce, que desde 1820 venía
experimentando con placas de betún de Judea dentro de una cámara oscura, en las
que obtenía rudimentarias imágenes fotográficas tras una exposición de varias
horas.
Daguerre se asoció con Niépce en 1830 y, tras su muerte
en 1833, perfeccionó su método reduciendo el tiempo de exposición a unos pocos
minutos, al sustituir el betún por yoduro de plata (sustancia sensible a la
luz, cuyas propiedades había descubierto J. Schulze cien años antes). Así
consiguió, en 1837, un primer procedimiento fotográfico conocido como daguerrotipo,
cuyo uso no tardó en extenderse; fue premiado por el Gobierno francés y
gozó de una gran popularidad. En 1839, el inglés W. H. F. Talbot anunció el
descubrimiento de otro método con la obtención previa de negativos, primera de
una serie de innovaciones que han seguido perfeccionando la técnica fotográfica
hasta nuestros días.
Precursora directa de las técnicas fotográficas actuales,
la daguerrotipia fue una de las primeras técnicas para la obtención de imágenes
estables. Los principios ópticos de la cámara oscura, en cambio, se conocían
desde hacía siglos. Los antiguos griegos sabían que, si se hacía un diminuto
agujero en la pared de una sala oscura, se proyectaba una imagen clara (aunque invertida)
del mundo exterior. Tales salas, denominadas cámaras oscuras, se usaban sobre
todo como auxiliares del dibujo y la perspectiva.
Después del Renacimiento, cuando la perspectiva adquirió
importancia, las cámaras oscuras se hicieron más pequeñas y más sofisticadas.
Hacia finales del siglo XVIII se crearon dispositivos que consistían en una
serie de cajas metidas unas dentro de otras y una lente para enfocar. Algunos
incluso añadían un espejo para reflejar la imagen en un trozo de cristal
superior, lo que facilitaba el calcado de imágenes. Los viajeros llevaban
consigo pequeñas cámaras oscuras portátiles y calcaban paisajes y figuras sobre
un trozo de papel para registrar sus viajes. Hacia 1800 la cámara llevaba mucho
tiempo inventada, pero nadie había inventado un método para conservar las
imágenes.
Con este objetivo, el francés Joseph-Nicéphore Niépce
comenzó a experimentar con sustancias sensibles a la luz (fotosensibles) a
principios del siglo XIX. En 1826 consiguió fijar la primera imagen. Para ello
colocó en el interior de la cámara una lámina de estaño recubierta con una
solución asfáltica que se endurecía al recibir la luz, pero sólo al cabo de
unas ocho horas de exposición. Louis Daguerre descubrió que podía revelarse con
vapor de mercurio la imagen originada por la luz tras una exposición
relativamente corta (al principio unos 20 minutos). A este procedimiento lo
llamó daguerrotipia, aunque era más o menos idéntico al empleado por Niépce,
que había fallecido en 1833, pocos años después de iniciar su colaboración con
Daguerre.
El procedimiento de Louis Daguerre consistía en tratar
con vapor de yodo una plancha de cobre recubierta de plata por una de sus
caras, con lo que se creaba una capa de yoduro de plata fotosensible. Se
exponía la plancha en la cámara y luego se revelaba con vapor de mercurio, pues
el mercurio se adhiere a las partes de la capa de yoduro de plata que han
recibido luz. Por último, se sumergía la plancha en hiposulfito de sodio y se
aclaraba con agua.
Un inconveniente de este método era que el fotógrafo
debía cargar, además de con la cámara, con todo el equipo de laboratorio (unos
cincuenta kilos) para poder sensibilizar la plancha, exponerla y revelarla. En
relación con los sistemas posteriores, tenía otras desventajas. En primer
lugar, se obtenían imágenes positivas invertidas de izquierda a derecha. Por
otra parte, el daguerrotipo resultante era visible sólo bajo cierto ángulo y
condiciones de visión; a plena luz, no se veía más que una superficie metálica
pulimentada. Peligraba además la salud del fotógrafo, ya que los vapores de
mercurio son tóxicos, y, por último y no menos importante, sólo se conseguía un
original, siendo imposible obtener copias. Pese a todo ello, el daguerrotipo
ofrecía una imagen positiva con un detalle extremadamente fino, por lo que fue
muy popular en sus inicios.
Durante la misma década de 1830, Fox Talbot, un
científico y matemático inglés, inventó otro proceso en el que las imágenes se
creaban sobre un papel sensibilizado con capas alternas de yoduro de potasio y
nitrato de plata. También usó el revelado para conseguir la imagen, con el
resultado de tiempos de exposición de 30 segundos en un día de sol radiante. El
proceso de Talbot producía imágenes negativas, en las que las áreas de luz
aparecían oscuras y las áreas oscuras iluminadas. Por medio del encerado de
estos negativos para que se volvieran transparentes y la colocación de otra
hoja de papel sensibilizado debajo de ellos, Talbot conseguía obtener un número
ilimitado de imágenes positivas. Este proceso se denominó calotipia.
La fotografía experimentaría un empuje considerable hacia
1870, con el descubrimiento de las primeras emulsiones fotosensibles secas a
base de gelatina y bromuro de plata. Poco más tarde aparecieron los primeros
rollos de película (emulsión de gelatina sobre una delgada película de
celuloide). De este modo la fotografía se hizo asequible a los aficionados y
desde entonces ha sido posible conservar imágenes de los más diversos lugares y
situaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario