Al
MEC “por el turismo todo le viene bien”
“Al Ministerio de Educación y
Cultura y a la Comisión Nacional de Patrimonio, por el turismo,
todo le viene bien” dijo el investigador Roberto Sari Torres. El
columnista de HUM BRAL Roberto Sari Torres quien desde hace años
viene investigando en temas históricos rebate la teoría sobre los
hallazgos arqueológicos encontrados en la desembocadura del río San
Salvador, indicando que se intenta “trastornar el crucigrama de una
gran historia, todavía hundida, no en el río sino bajo la tierra
firme doloreña”.
Roberto Sari Torres exponiendo su teoría a la Ministra María Julia Muñoz (Junio/2015 - Dolores) |
Roberto Sari Torres se entrevistó con
la Ministra María Julia Muñoz en oportunidad de realizarse el
Consejo de Ministros en la ciudad de Dolores. En la oportunidad le
expuso sus conclusiones.
A continuación compartimos los
conceptos y las conclusiones de Roberto Sari Torres.
Los navegantes de 1527 no eran los
chambones que hoy aparecen como que eran (y un descubrimiento)
Este fue uno de los conceptos
expresados ante la señora Ministra María Julia Muñoz, el 7 de
junio cuando junto al ingeniero Washington un Eugui, ella como
Ministerio de Educación y Cultura, nos recibió en la Biblioteca
Municipal de Dolores.
Es parte de muchos otros que muy
someramente son parte de la teoría que se oponen que se opone
firmemente a que a la que a la que pregona, exhibe y sostiene que
Gaboto ancló en la boca de los pamperos del río San Salvador y
además, en ese punto, que levantó un fuerte. ¿Por qué? Porque
hallaron unos “fierros”, clavos, y otros restos. Si fueran de
algún naufragio, no son de Gaboto, que no estuvo sino del naufragio
-abril 1527- de la nave de Juan Álvarez Ramón integrante de la
flota gabotana.
Gaboto ancló la flota en el Arroyo de
las Vacas -Carmelo- y en la ribera levantó el campamento provisorio
de San Lázaro. De allí envió a Juan Álvarez y tras su naufragio,
ordena la partida de Antón de Grajeda. A fines de abril o primeros
del día de mayo, el Capitán remonta el río al que bautiza
“SanSalvador”. En el kilómetro 21 anclada a la “Trinidad” y
a la “Santa María del Pinar” -o Pilar-. El puerto tiene 7 metros
y la ladera de la alta cuchilla tiene buena tierra firme para
levantar un fortín y sembrar trigo. Entre tanto Gaboto se interna en
el Paraná, hasta el Carcarañá, y en esa esquina fluvial levanta su
fortín "Santi Spíritu" en junio de 1527. El territorio de
los indios indios Timbúes los que dos años y pico después,
prenderán fuego al fuerte. Entonces Gaboto aparece por primera vez
en "San Salvador", fugitivo de la derrota en aquel fortín
bonaerense.
Grajeda y un calafate habían muerto en
combate con los charrúas, al suroeste del “fuerte de tierra firme
de San Salvador”.
En octubre de 1529 Gaboto vuelve a
España con sus fortineros. Pero el contramaestre Nicola de Nápoles
lo convence de esperar trillar el trigo de la chacra. Con el cereal
a bordo -primera exportación de trigo doloreño a Europa- en los
primeros días de 1530 un desobediente y vencido Gaboto parte a
España con el resto de la diezmada flota.
Nunca los charrúas tuvieron una
alianza de guerras con los chanaes, y menos con los timbúes que de
la pampa húmeda de los ríos Paraná y Carcarañá, no hay menos de
40 o 45 leguas hasta "San Salvador", donde supuestamente y
expuesta al soplo del peligroso del peligroso Pampero, y con sólo 30
hombres en la costa inundable, la flota de Gaboto esperaba derrotar
la tremenda embestida de más de mil indios coligados, que tan
oscuros como el monte, nadie podía distinguirlos, de la misma
manera que no se puede ver lo que no existe: ficciones y fantasmas de
cuentos de antes; cuentos de fogón, donde todo lo que se diga está
bien con tal de matar el tiempo.
Ni indios coligados ni Gaboto estuvo
allí. El trigo se sabe por la carta de 1528 del marino Luis Ramírez
que dice que el rinde parecía una "cosa de maravilla"… Y
la leyenda dice que escribió que tal rinde de la primera trilla fue
"el 10" -10 kg por cada kilogramo sembrados-. Tal es la
certificación histórica escrita en 1528 de la calidad cerealera de
esta “tierra firme” sansalvadoreña dicho por ibéricos que
quizá traían en el memorial genético unos siete u ocho mil años
de habilidad agrícola cerealera, sabiéndose hoy que en Jordania y a
14.000 años, se hacía agricultura.
Por otra parte en el el mapamundi del
propio Gaboto -1544- están referidos gráficamente (entre otros) el
río San Salvador -”de Salvador”- y en lo que sería el arroyo de
las vacas hay una “C” (la seis y un punto). Nadie antes había
descubierto qué significaba “C”… Significa: Cabot, el
verdadero apellido de Gaboto. Ahí estuvo él, señalado por él
mismo, y no en la boca sansalvadoreña. En la ribera sur de Carmelo
debe quedar un rastro. La “C” es la insignia del Capitán que
hace que la historia de 1527 que defiendo, tenga su sello de
certificación.
El plano es malo, sin escala, en lo que
el San Salvador y el río Negro corren casi de norte a sur; señal de
que el navegante y el y cosmógrafo veneciano no estuvo allí, ni
contaba con los mapas originales, como para errarle tan feo. Los
dibujó casi de memoria.
El punto sobre el río San Salvador
-kilómetro 21- donde el suscrito se el suscrito señala el lugar de
la fundación del “fuerte” por Antón de Grajeda coincide con el
del Comandante Oyarbide que trajo de España copias de los mapas del
Siglo XVI, con los que pudo balizar el río San Salvador y “C”
zaratina, también coincide con un plano que publicó Reyes Abadíe,
coincidente también en la ubicación del de 1527, coincidiendo
además, con el balizamiento del combate de San Salvador de 1574,
entre Garay y los charrúa -sobre y al Este de ruta 21-, entre los
kilómetros 314 y 317.
Otro elemento es el dibujo de 1527 que
el artista florentino de ese año dejó para la historia, una vista
en perspectiva del fuerte en construcción, tomada desde la
prominente cuchilla, 26/27 metros sobre cero portuario. En él se ven
hombres parados pagando parando palos, una cañada a su izquierda -al
oeste- y más allá el río San Salvador y las dos “naos” surtas
en el puerto de las “naos”: una cubeta de 7 metrs de profundidad
sobre la que la “Trinidad” y la “Santa María del Pinar” -o
del Pilar- estuvieron 32 meses surtas ahí, lo que lo que y por esa
larga estación, el lugar se le conoció como "puerto de las
naos", donde al lado , sobre la misma ribera al Este, estaba el
gran médano del "Maragato" que sirvió para mantener las
naves calafateadas. Aquellos grandes marinos usaban las condiciones
del lugar, naturalmente, en provecho de sus objetivos: asentarse,
afortinarse, tierra apta para la agricultura y ventajoso desde el
punto de vista defensivo para sus costas, vidas y sus naves. Desde la
objetividad, a la boca es a saber a la boca del San Salvador para
estos fines, sólo un gran chambón podría caer en aquella geografía
fluvial abierta, a estacionar toda una flota y pasar -los fortineros-
a ser cazados como patos en un estanque por los aborígenes acechando
desde la oscura y densa umbría montaraz.
Al Ministerio de Educación y Cultura y
a la Comisión Nacional del Patrimonio, por "el turismo"
todo viene bien; además de trastornar el crucigrama de la gran
historia todavía hundida, no en el río, sino bajo la tierra firme
doloreña, del kilómetro 21 de la margen izquierda.
El Ministerio Educación y Cultura
desde la inmunidad institucional de su poder, dejó en claro su
parcialidad, lo entiendo, como un gesto prepotente contra las
creación cultural del Uruguay adentro y la y la épica que falta en
“San Felipe y Santiago”.
Sin embargo, ese interior sigue siendo
depositario, inspirador y autor de una saga cultural e histórica de
la identidad de parte del país que somos.
Los Grajeda y Gabotos de 1527 no eran
chambones ni náufragos de historias erráticas, o mal contados los
eslabones de suceso que la hicieron nacer.
Esta lucha por la histórica verdad
sansalvadoreña continuará; éste sólo ha sido un capítulo más
de los tantos recorridos.
Roberto Sari Torres
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