Leonardo Boff
«Esta vez no hay un
Arca de Noé, nos salvamos
o perecemos todos»
Arca de Noé, nos salvamos
o perecemos todos»
El
mercado no va a resolver la crisis ambiental», dice el
teólogo y ecologista Leonardo Boff, profesor de la brasileña Universidad del
Estado de Río de Janeiro.
La solución, insiste, está en la ética y en
la batalla de los pueblos originarios para cambiar la relación con la
naturaleza.
Boff, que enseña Ética, Filosofía de la Religión y ecología, es uno
de los principales representantes de la Teología de la Liberación , corriente
progresista de la Iglesia
Católica en América Latina, ha escrito más de 60 libros y dedicó
los últimos 20 años a promover el movimiento verde.
«Si no
cambiamos, vamos al encuentro de lo peor… O nos salvamos o perecemos todos»,
dijo Boff en una entrevista concedida a Tierramérica en la capital mexicana,
tras asistir como observador a la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco
de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), celebrada este mes
en Cancún.
¿Cómo evalúa la COP 16?
-Lo que predominó, salvado en los últimos
dos días, fue una atmósfera de decepción, de fracaso. Pero sorprendentemente hubo tres
convergencias: el compromiso de luchar para no llegar a (un aumento de la
temperatura mundial de) dos grados; la creación del Fondo (Climático Verde) de 30.000
millones de dólares (para 2012) a fin de ayudar a los países más vulnerables,
una señal de solidaridad interesante; y la creación de un gran fondo para la
reducción de la deforestación y la degradación de los bosques, porque ahí está
la causa principal de calentamiento global.
¿Cómo entender la posición de
Bolivia, único país que no aceptó estos compromisos?
-Bolivia parte de la tesis de que la Tierra es Pachamama, un organismo
vivo que hay que respetar, cuidar, y no solo explotar. Es una visión contraria
a la dominante, que está en el marco de la economía: vender bonos de carbono,
por ejemplo, que significa tener derecho a
contaminar. Las sociedades dominantes ven a la Tierra como un baúl de
recursos que se pueden sacar infinitamente, aunque ahora hay que sacarlos con sustentabilidad,
porque son escasos.
No reconocen dignidad y derecho a los seres
de la naturaleza, los ven como medios de producción y su relación es de
utilidad.
Esos son temas que no entran en Cancún ni
en todas las COP.
¿Crecer
significa qué? ¿Explotar la naturaleza? Exactamente ese tipo de crecimiento y
desarrollo puede llevarnos a un abismo, porque los seres humanos estamos
consumiendo 30 por ciento más de lo que la Tierra puede reponer.Ahí
está el círculo vicioso.
China no puede contaminar 30 por ciento,
como contamina, porque la contaminación no se queda en China, entra al sistema
global. El problema es la relación del ser humano con la Tierra , porque es violenta,
de puño cerrado… Mientras no cambiemos eso, vamos al encuentro de lo peor. Y
esta vez no hay un Arca de Noé. Nos salvamos o perecemos todos.
¿Tan grave es?
-Hay regiones del mundo que han cambiado
tanto que ya se hacen inhabitables. Por eso hay 60 millones de desplazados en
África y el sudeste de Asia, que son los más afectados y los que menos contaminan.
Si no lo paramos, en los próximos cinco o siete años serán como 100 millones de
refugiados climáticos, y eso va a crear un problema político.
¿Cuál es el papel de América
Latina?
-Es el continente que más posibilidades
tiene de una contribución positiva a la crisis ecológica: tiene los más grandes
bosques húmedos y reservorios de agua, la más grande biodiversidad y tal vez las
extensiones más grandes para cosechas. Pero todavía hay una insuficiente conciencia
ecológica en gran parte de la población. Y, por otra parte, hay una invasión muy
riesgosa de grandes empresas que se están apropiando de vastas regiones. Es una
apropiación de bienes comunes en función de beneficios particulares.
En Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, de
a poco se están dando cuenta del juego nuevo del capital: una gran
concentración de medios de vida para garantizar el futuro del sistema.
¿Qué
opciones hay?
-Tenemos fondos y tecnología, pero nos
faltan la voluntad política y la sensibilidad con la naturaleza y la humanidad
sufriente. Eso hay que rescatar. Y junto con la ética del cuidado va la ética
de la cooperación. Ahora se impone la cooperación de todos con todos.
¿Es posible? ¿Qué hay que hacer?
-Hay movimientos, especialmente en grupos
que ven que sus tierras son divididas, como La Vía Campesina y los
Sin Tierra de Brasil. Y los indígenas, que no ven a la Tierra solo como un
instrumento de producción, sino como una extensión de su cuerpo, y la necesitan
para garantizar su identidad. Estamos buscando el equilibrio y esa es la tarea
colectiva de la humanidad que el mercado y la economía no van a resolver. Cada uno
tiene que hacer su parte, ser más con menos, tener un sentido de la justa
medida. El problema no es de dinero.
Extraído
de: SERVICIO IPS
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