Apuntes de Pintura
El arte como expresión de la realidad
Toda manifestación
artística lleva implícita naturalmente la impronta del autor. Como tal
circunstancia abarca un cúmulo de aspectos muy complejos, solo tomaremos
algunos que nos parecen fundamentales, como la convivencia con el arte (no
excluyente) en la primera infancia; el incentivo recibido para ingresar en ese
mundo y el contacto con maestros, y particularmente la sensibilidad que
naturalmente posea cada uno para crear.
La capacidad para
desarrollarse vendrá luego de la mano del trabajo, pues nos aferramos a la
teoría (no tan teoría) que no es necesario ser un iluminado para ser un buen
artista. Estamos convencidos que no existen elementos místicos que promuevan la
creación, aunque para no desestimar a los creyentes en la “inspiración”,
otorguemos a ella el 1% para cada disciplina de las artes, el 99% restante será
trabajo diario, búsqueda, y un extremo rigor con lo que se hace (asunto
recurrente en nuestros comentarios). El éxito o el fracaso (si es que existen)
estarán determinados por el “techo” intelectual de cada uno.
Leyendo el artículo sobre
el Arte Conceptual (en esta misma edición) nos atrevemos a asegurar que las
formas de expresión del arte, como las de todo medio de comunicación público,
deben tener un componente mas o menos “convencional”, pues nada impide al genio
mas original servirse de ciertas “reglas de juego” que le ayuden a hacer
comprensible su obra. No hablamos de utilizar la exageración de los contenidos
(que puede transformar la obra en un panfleto). Cada uno sabrá componerla
integrando rasgos que propongan una lectura mas o menos sutil, pues el
exhibicionismo extremo puede llegar a conspirar contra la misma. Es verdad que
las fronteras entre estos conceptos no están claramente delimitadas, o en todo
caso son fluctuantes, pero su manejo adecuado también forma parte del “ser
artista”. Cuanto más firmes los fundamentos que se posean, cuantos mas
profundas sus raíces, tanto mas tiempo perdurará una obra en el colectivo al
cual va destinada.
Creemos que es posible
–por ejemplo- deformar la figura humana, pero para hacerlo hay que aprender
primero a “construirla”, y si alguna duda nos acosa, basta solo ver al gran
Leonardo y sus cientos de bosquejos previos a cada obra.
Naturalmente que lo
anterior no es –ni pretende serlo- un manual sobre “cómo pintar”. Cada uno hará
uso de su libre albedrío en estas lides, pero siempre es bueno recordar que la
pintura, como la música, la poesía, o la literatura, poseen reglas para que
sean tales. Eso permitirá que un cuadro nos “cuente” algo, para lo cual no
necesariamente debe ser figurativo, pues un buen abstracto puede “decir” mas
que un paisaje mal resuelto, y una poesía mal construida puede tornarse en una
recopilación de frases incoherentes.
Si volvemos a mirarnos en
el espejo de los grandes maestros, veremos que la reflexión crítica no impide
la creación de obras valiosas, todo lo contrario. Rubens, Cézanne, Delacroix,
el mismo Leonardo, trabajaron compatibilizando la pasión (con todos sus
misterios e interpretaciones), con estudios y operaciones absolutamente
racionales.
En nuestros días suele
existir una tendencia pública a aplaudir cualquier cosa que esté mas allá de la
comprensión humana, en el entendido que el artista es un ser superior dotado de
facultades especiales para ello.
Sin embargo quizá nada
esté mas lejos de la realidad, y que el artista sea quien pone delante de los
ojos de la gente el mundo tal cual es.
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