CRANACH, “EL MAS RÁPIDO DE
LOS PINTORES”
Lucas Müller Cranach
nació en la actual Alemania el 4 de
octubre de 1472 y murió en Weimar 16 de octubre de 1553. Pintor renacentista, las
primeras obras conservadas de este artista
datan de 1502 y coinciden con su estancia en Viena, donde cambió su nombre por el de su ciudad natal. De aquella época datan varios cuadros suyos de asunto religioso, de expresividad muy acentuada: las dos Crucifixiones, la de 1500 y la de 1503. La tabla Alto en la huida a Egipto (1504) destaca, en cambio, por su amplia concepción idílica.
datan de 1502 y coinciden con su estancia en Viena, donde cambió su nombre por el de su ciudad natal. De aquella época datan varios cuadros suyos de asunto religioso, de expresividad muy acentuada: las dos Crucifixiones, la de 1500 y la de 1503. La tabla Alto en la huida a Egipto (1504) destaca, en cambio, por su amplia concepción idílica.
En 1505, llamado por el
elector Federico el Sabio de Sajonia, se trasladó a Wittenberg, ciudad en la
que permaneció hasta 1550 como pintor de la corte, y en donde destacó, además,
como ciudadano, llegando a ocupar diversos cargos. Se convirtió asimismo en el
representante artístico de la causa protestante con su serie de retratos de
Martín Lutero y su círculo, aunque el retrato del arzobispo de Maguncia,
Alberto de Brandeburgo, demuestra que no había roto con las destacadas figuras
del catolicismo.
Precisamente son los
retratos lo que más caracteriza la obra de Cranach, como el del Duque Enrique
el Piadoso y su esposa Catalina y el Autorretrato que se
encuentra en los Uffizi. Entre otras obras de esta época son de destacar El
martirio de Santa Catalina, El juicio de Paris, Cacería
en Torgau y sus versiones de Adán y Eva.
Su estilo se encuentra
plenamente formado en 1515 y desde ese momento experimenta pocos cambios, con
tendencia al final de su vida hacia la recuperación de los ritmos lineales
góticos, en obras en las que se disuelven los límites entre lo sagrado y lo
profano. Considerado en su época como «el más rápido de los pintores», según
reza en su lápida, esta forma de trabajo se trasluce en una cierta irreflexión
en las composiciones.
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