Literatura y fútbol, polos que se atraen
Recientemente, los
equipos españoles Real Madrid y Atlético de Madrid protagonizaron una final de
la Copa Europea de Campeones cuyo dramático desenlace sólo podría haber sido
imaginado por la mente de un escritor, un especialista en llevar al límite una
situación y luego dar un giro para terminar contando una historia completamente
diferente a la que la mayoría imaginó. Y es que como dice el escritor y músico
argentino Alejandro Dolina: "En un partido de futbol caben infinidad de
novelescos episodios".
La relación literatura
y futbol es estrecha, dice el ex jugador de la selección Argentina y escritor
Jorge Valdano. Sin embargo, aclara que leer un libro no sirve para jugar mejor
al futbol ni jugar un partido sirve para hacer mejor literatura. "Dos
juegos (futbol y literatura) que tienen diferentes modos de expresión y que
resultan compatibles a fuerza de ser distintos".
El futbol es el
deporte que más seguidores tiene en el mundo. Es una actividad que ha inspirado
a escritores para plasmar el fenómeno social, psicológico y sociológico que
representa. Muchos son los que se han ocupado de escribir sobre lo que
significa ser parte de una afición, de anotar un gol, de cómo se forman los
ídolos y de la pasión de multitudes.
Algunos de los
escritores que se han ocupado de escribir o reflexionar sobre el futbol son
Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, José
Cantero Verni, Roberto Fontanarrosa, Alejandro Dolina, Alejandro Apo, Javier
Marías, Augusto Roa Bastos y Juan Villoro, entre muchos otros.
Y a pesar de que, como
dice Jorge Valdano, durante mucho tiempo los intelectuales se desmarcaron del
futbol por considerarlo una expresión popular menor, por deducir que era, como
la religión, “el opio del pueblo”, por desconfianza hacia la masa y,
finalmente, por esnobismo, existe una amplia lista de títulos que se han
ocupado de este juego, como El futbol a Sol y a sombra, de Eduardo Galeano;
Fiebre en las gradas, de Nick Hornby; Futbol. Memorias del mister Peregrino
Fernández y otros relatos, de Osvaldo Soriano; Futbol: una religión en busca de
Dios, de Manuel Vázquez Montalbán; Dios es redondo, Balón dividido, de Juan
Villoro; y Cuentos de Futbol, de Jorge Valdano, entre otros.
El escritor mexicano Juan Villoro asegura que
el futbol requiere de palabras, no basta ver los partidos. "Hay jugadas
que en la cancha duran dos segundos y que nosotros podemos convertir en óperas
de Wagner de tres horas de duración", dice el autor de Balón dividido,
libro que reúne retratos y crónicas de las figuras recientes del balompié y sus
conexiones con la literatura, la historia y la psicología.
En su libro Apuntes del futbol en flores,
Alejandro Dolina señala que un partido de fútbol tiene mucha similitud con una
novela porque en ambos se reconoce la fuerza, la velocidad y la destreza del
personaje, pero también el engaño astuto del que amaga una conducta para
decidirse por otra, las sutiles intrigas que preceden al contragolpe, la
nobleza y el coraje del que cincha sin renuncios.
“La lealtad del que
socorre a un compañero en dificultades. La traición del que lo abandona. La
avaricia de los que no sueltan la pelota. Y en cada jugada, la hidalguía, la
soberbia, la inteligencia, la cobardía, la estupidez, la injusticia, la suerte,
la burla, la risa o el llanto. Los hombres sensibles pensaban que el futbol era
el juego perfecto, y respetaban a los cracks tanto como a los artistas o a los
héroes”, dice Alejandro Dolina.
Eduardo Galeano tiene
la teoría de que todos los uruguayos nacen gritando gol y por eso hay tanto
ruido en las maternidades. “Yo quise ser jugador de futbol como todos los niños
uruguayos. Jugaba de ocho y me fue muy mal porque siempre fui un pata dura
terrible. La pelota y yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor no
correspondido”.
Al reflexionar sobre el juego que atrae
millones de miradas alrededor del mundo, Galeano considera que se ha convertido
en un espectáculo con pocos protagonistas y muchos espectadores, futbol para
mirar. “El espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos
del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La
tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un futbol de pura
velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y
prohíbe la osadía.
"Por suerte
todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún
descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a
todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce
del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad", apunta el
sociólogo e historiador Eduardo Galeano.
Rafael Alberti
escribió en alguna ocasión un poema dedicado al arquero húngaro Franz Platko.
Este guardameta, atajando en el partido de Santander contra la Real Sociedad en
la final de la Copa de España de 1928, recibió un fuerte golpe en la cabeza. No
obstante terminó el partido con un importante vendaje y con gran
profesionalismo. Eso le valió inspirar al poeta para escribir Al gran oso rubio
de Hungría. Mario Benedetti también dedicó a Diego Armando Maradona el poema
Hoy tu tiempo es real.
Existe una anécdota
que cuenta Jorge Valdano, en la que el Premio Nobel de Literatura Gabriel
García Márquez, a quien no le gustaba el futbol, le regaló un libro con la
dedicatoria “Gracias por el gol que le marcaste a Colombia en las
eliminatorias”, en vísperas del Mundial de México 1986.
Gabriel García Márquez
era un hombre al que no le gustaba el futbol, que odiaba los Mundiales porque
todos sus vecinos hablaban de algo que a él no le interesaba. Por ello, cuenta
Valdano, el “Gabo” le agradeció con una dedicatoria el tanto con que el 16 de
junio de 1985 en el estadio Monumental, Argentina dejó fuera a la selección de
Colombia de la Copa del Mundo de 1986.
El fútbol a sol y sombra
y otros cuentos, de Eduardo Galeano
Treinta y seis -
apuntes del fútbol en Flores por Alejandro Dolina
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