sábado, 17 de agosto de 2013

A MODO DE EDITORIAL

6 de agosto

¡Cómo podremos olvidar aquella centella! 
En un instante los 30,000 en las calles desaparecieron.
En el fondo de las tinieblas, aplastados
los gritos de los 50,000 cesaron.

Cuando el humo huracanado y amarillo se desvaneció 
los edificios estaban rajados, los puentes derretidos 
los trenes llenos de gente quedaron chamuscados 
vasto páramo de escombros Hiroshima. 
Con pieles colgando como tiras viejas 
con las manos en su pecho 
pisando líquido encefálico
vistiendo pedazos de tela quemada en sus caderas 
lloraban hombres y mujeres desnudos caminando en procesión.
Cadáveres como budas de piedra, dispersos en el jardín de una  escuela.

La muchedumbre se agolpó en la orilla del río, 
luego trepó a las balsas,
y se convirtió en una pila de cadáveres bajo el sol abrasador.
En medio de las llamas que se levantaban en el cielo crepuscular
los barrios donde vivían mi madre y mis hermanos, aplastados 
    vivos, 
fueron cubiertos por el fuego 
en un lugar lleno de excrementos 
muchachas escolares estaban tiradas;
los vientres hinchados, los ojos arrancados, las cabezas sin pelo, 
    los cuerpos descuartizados. 
El sol matutino alumbró a una masa anónima apiñada.
Nadie se movía. 
En el estancamiento del hedor 
se oía sólo el zumbido de las moscas. 
¡Cómo podremos olvidar aquel silencio 
que caía en la ciudad de 300,000 habitantes! 
¡Cómo podremos olvidar
aquella plegaria nunca pronunciada por las cuencas blancas y
    vacías de nuestras mujeres y nuestros hijos!
 


Sankichi Toogue
Osaka, Japón – 1917 - 1953 

Poema extraído de la revista virtual Isla Negra, correspondiente a Agosto 2013



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