sábado, 29 de junio de 2013

A modo de Editorial


'EL DESEMBARCO'

       
Están los que resisten y nunca se lamentan
Los que dicen: "yo para que vivo"
Los que recuperan rápido sus fuerzas
Los que lucran con lo que he perdido

Hay quien sucumbe y se levanta
Hay quien se queda allí siempre tendido
Hay quien te ayuda a despegar y los que nunca
Te reconocen cuando estás vencido.

Cuantos hay que piensan que es tarde para todo
Y cuantos claman "siempre adelante!"
Cuantos los que ven la piedra en el camino
Y cuantos los que nunca miran nada.

La alegría con la fuerza se alimenta
Y no hay muros ni rejas que la frenen
Hay quienes desembarcan ardiendo con un grito
Sin barcos y sin armas por la vida.

Hay alguien que bendiga esta hermosa comunión
De los que pensamos parecido
Somos los menos, nunca fuimos los primeros
No matamos ni morimos por ganar
Más bien estamos vivos por andar
Esperando una piel nueva de este sol
No pretendemos ver el cambio
Sólo haber dejado algo
Sobre el camino andado que pasó.

Ya es normal ver chicos sin zapatos
Buscando comida en la basura
Y es una postal la puerta de la iglesia
De esa madre con su criatura.

Mientras esto pase no habrá gloria
Es arena que se escapa entre los dedos
Es dolor, es mentiras, es hipocresía
Es un tiempo frágil de estos días.

La ignorancia a veces puede con un pueblo
Y ganan tiranos y verdugos
Creemos que la historia se hizo en un minuto
Y todo lo vivido, un mal sueño.

A veces somos nuestros enemigos
Ensuciamos las rutas y los ríos
Matamos en la guerra y en las calles hoy tenemos
Viejos monumentos de asesinos.

Hay alguien que bendiga esta hermosa comunión
De los que pensamos parecido
Somos los menos, nunca fuimos los primeros
No matamos ni morimos por ganar
Más bien estamos vivos por andar
Esperando una piel nueva de este sol
No pretendemos ver el cambio
Sólo haber dejado algo
Sobre el camino andado que pasó.

Hay quienes desembarcan ardiendo con un grito
Sin barcos y sin armas por la vida...


León Gieco

Acerca de la necesidad que el arte deje de ser un instrumento de la economía para retornar a su verdadera esencia: la moral





                                                                                                                    Ángel Juárez Masares





Proponerse encontrar el momento histórico donde el arte se transforma en moneda de cambio para “inversionistas” quizá sea una tarea imposible de abordar. Ante la dificultad de hacerlo con certeza, ubiquemos tal circunstancia en el momento en que los Médicis comienzan su mecenazgo impulsando y protegiendo el trabajo de artistas de su época.
Recordemos que los Medici -o Médicis- fueron una poderosa e influyente familia de Florencia, a extremo tal que  “aportaron” tres Papas, León X, Clemente VII y León XI, además de numerosos dirigentes florentinos y miembros de la familia real de Francia e Inglaterra, contribuyendo además al despegue del Renacimiento. Los logros más significativos de los Medici fueron en el campo del arte y de la arquitectura, de tal manera que los artistas que ellos promovieron son hoy las referencias principales de ese período cultural en Italia y Europa.
El primer patrocinador financiero del arte fue Juan De Bicci de Médici, quien ordenó la reconstrucción de la iglesia de San Lorenzo en Florencia.
Por su parte, Cosme de Medici patrocinó a notables artistas como Donatello y Fra Angélico.
Pero sin duda la principal “inversión” de los Medici a través de la historia fue Miguel Ángel, considerado uno de los mejores en los campos de la arquitectura, la escultura, y la pintura, quien produjo una serie de obras para distintos miembros de la familia, comenzando con Lorenzo el Magnífico. Además de contratistas de obras de arquitectura y mecenas artísticos, los Medici fueron prolíficos coleccionistas, reuniendo multitud de obras que hoy forman la colección central de la Galería Uffizi en Florencia.
Si bien el mecenazgo es un tipo de patrocinio que se otorga a artistas, literatos o científicos a fin de permitirles desarrollar su obra, ese apoyo no es tan desinteresado como se presenta, pues mas allá de la remuneración de carácter íntimo que proporciona, ya sea el placer estético o intelectual, o la llana satisfacción de la vanidad, además trae consigo la expansión de las relaciones públicas que puede llegar a ser muy útil, por cuanto justifica su posición social y mejora su reputación.
Las transacciones comerciales con las obras de arte llegaron a convertirse en la base de un oficio muy lucrativo en la Baja Edad Media, impulsando incluso preferencias por determinados materiales, como tablas, tapices, y especialmente, la técnica más manejable y exitosa: la pintura al óleo sobre lienzo, y la más propicia para la difusión: el grabado.

El aumento del prestigio social del artista vino a partir del Renacimiento italiano, cuando los más afamados de entre ellos se llegaron a considerar humanistas al nivel de los poetas y filósofos, codeándose con príncipes y papas. Los pintores de corte llegaron a gozar de la confianza de los reyes, encargándoseles actividades diplomáticas o recibiendo títulos nobiliarios (Jan van Eyck, Rubens,Velázquez); además de tener un papel especial en la compra de objetos de arte, especialmente en sus viajes al extranjero.
Sin embargo el motivo de nuestra reflexión está centrado en otro punto, que trataremos de desarrollar tras la anterior –y por demás somera- recorrida por la historia.
En realidad a lo que planteamos al principio, acerca de “encontrar el momento histórico donde el arte se transforma en moneda de cambio para “inversionistas”, podríamos agregarle qué es una obra de arte, y cuales son los p
arámetros que se tienen en cuenta para que la misma se transforme en un elemento de interés económico. Interés que –por otra parte- probablemente estuvo lejos de la real intención del creador.
Si tenemos en cuenta que desde la filosofía del arte se niega que la obra sea física, ubicando su valor en un marco de estética u objeto de percepción en el cual se puede incluir una vasta diversidad de conceptos que nada tienen que ver con lo material, nos encontraremos en una encrucijada o laberinto que nos impedirá atisbar siquiera las razones de transformar la misma en un objeto económico.
Esa “mutación” de elemento estético en “moneda de cambio” nos lleva a recordar –solo por tomar un caso por todos conocidos- la vida miserable de Vincet Van Gogh, quien pintó sostenido por su hermano Theo; o del uruguayo Raúl Javiel Cabrera –de quien ya hemos hablado en Hum Bral- que en vida cambiaba sus acuarelas por un café con leche y hoy sus obras cotizan en las mas importantes galerías del mundo.
Asunto no menor es la pasividad de los Estados ante el mundo del arte pues todos los esfuerzos apuntan a la actividad económica, importante por cierto, pero no fundamental desde el punto vista moral. Los esfuerzos privados de promoción e incentivo a las diferentes disciplinas artísticas han demostrado claramente que las mismas pueden ser el camino mas directo hacia la convivencia entre los hombres, y por lo tanto hacia sociedades –por lo menos- menos violentas. De esta manera, continuaremos gastando recursos económicos en mas cárceles, sostenimiento de sectores carenciados, o planes de “inserción social” que poco o nada aportan a la génesis de los males que hoy nos abruman y que todos sabemos cuáles son.
Como profundizar en estos asuntos sería ingresar en una tarea de nunca acabar, y sobre todo, por demás compleja, dejaremos planteadas algunas interrogantes que –en realidad- forman parte del  verdadero motivo de nuestra reflexión inicial: ¿vale la pena insistir en la creación artística? ¿A dónde conduce tal actividad?... ¿No estarán los artistas acarreando agua con un canasto?.
Lanzar una mirada a la historia del arte a través de los tiempos lleva a pensar que tales dudas no pueden ser calificadas como descabelladas. La mayoría de los grandes Maestros tuvieron que luchar –no solo con sus propios fantasmas a la hora de crear- sino además con la incomprensión del entorno. Asunto que aún persiste hoy día y que no solo atañe a los genios, sino también al artista en ciernes que a esta hora da las primeras pinceladas en cualquier pueblo perdido en un rincón del mundo.
Solo cabe esperar que el entusiasmo por hacerlo no mengüe…tal vez el futuro le adjudique la razón.





Nunca callaron las voces



Fermín Méndez



Por más fuerte que pisara la bota nunca pudo cerrar las bocas, ni romper guitarras, mucho menos detener el vuelo incesante de acordes y notas que volaban por lo alto y caían, como agua de lluvia, sobre el pueblo y la lucha. Fue aún mayor; todo. A más represión igual respuesta cantada. E incluso el exilio, que bien pudo ser - y lo fue - un sufrido desarraigo para muchos, fue la caja de resonancia que escucharon todos. De la mano, música y pueblo fueron juntos tras los pasos de una sociedad más justa e igualitaria, o al menos democrática.
Leyendo, así es como me he nutrido de información sobre aquellos años además de escuchar atentamente valiosos relatos, me encontré con un muy buen análisis del historiador Tabaré Petronio llamado "Desde las sombras, hasta abrir la noche". Y empecemos por esto. Petronio refleja en el comienzo de su ensayo el panorama previo a la década del 70 de la música nacional, dejando en claro la situación "compleja, incierta, fermental" que se vivía, donde surgían cada vez más "posturas éticas y estéticas en nuestra música. La mayoría, se volcaron hacia lo popular, pero manteniendo raíces con identidad uruguaya, agregando el latinoamericanismo".
Al parecer aquellas viejas tradiciones de cantores criollos y payadores que pululaban en los boliches capitalinos, y eran la atracción de todos, fue cada vez más relegada a círculos restringidos como La Rural del Prado o las “yerras” del interior del país. Asimismo, era el comienzo de un aparato que lo cambió todo: la televisión. "Este nuevo medio tecnológico tuvo y tiene una gran incidencia en la extensión de la canción uruguaya. La aparición de sus interpretes fomentó, en escala menor a los productos extranjeros, la nueva realidad musical uruguaya y difundió las imágenes a todo el territorio", dirá el historiador. Pero mejor que suene la música.


Ayer, como hoy, la lista de músicos era extensa y algunos sobresalían notoriamente sobre el resto. Será de gustos y preferencias del escucha elegir y disfrutar, pero teniendo que citar algunos seguro que recordarán a Osiris Rodríguez Castillo, Aníbal Sampayo, Daniel Viglietti, Tabaré Etcheverry, Alfredo Zitarrosa, Eustaquio Sosa, Washington Carrasco, Danus Silvera “el indio Arachán”, Santiago Chalar, o el recientemente fallecido Manuel Capella, entre muchos otros. También se escuchaban las voces femeninas  de Vera Sienra, Dianne Denoir, Amalia de la Vega,  Rubí Castillo,  y Nila Quinteros, por citar algunas. Y entre los grupos que hacían música encontramos a Los Olimareños, Los Vidalin de Durazno, Los Zúcara de Rocha, Los Tacuruses de Rivera, Los Eduardos de Tacuarembó, Los Guadalupanos de Canelones, etc.
Dice el autor de "Desde las sombras, hasta abrir la noche": (este)... despliegue creativo de la música uruguaya, comprendida con “los cambios” se resintió con el golpe de Estado y la dictadura. Muchos de sus creadores pagaron su “toma de posición” con el silencio de las proscripciones o el exilio. En el corto período que transita desde 1971 a junio de 1973, la cultura artística, fundamentalmente en el teatro y en la música, habían desarrollado una actividad plétora de protestas contra el sistema de gobierno. Los teatros trabajaban con carteles de “agotado” y los recitales de los músicos populares eran continuos. Es en este corto período que aparecen tomando posición, las  murgas, destacándose La Soberana y Los Diablos Verdes.
Después del 27 de junio, a pesar de que en las primeras horas la cadena de las Fuerzas Conjuntas irradiaba “A Don José” canción de Ruben Lena, interpretada por “Los Olimareños”, la cultura artística fue duramente reprimida, fueron perseguidos y expulsados del país Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa, Héctor Numa Moraes, Los Olimareños, Yamandú Palacios, Manuel Capella, Marcos Velázquez, los integrantes de Camerata Punta del Este y otros, como Aníbal Sampayo y R. Collazo fueron detenidos y después de cumplir su sentencia, se exiliaron. Comenzaron a mermar las presentaciones para los grupos fusionados, y muchos músicos buscaron otros países para seguir desarrollando su actividad (Rada, Fattoruso, J.Roos, etc.)







EL SILENCIO y su retumbe

Es claro que no se admitieron voces de protesta contra, y durante, el “Proceso Cívico- Militar”. Sólo eran permitidas las voces oficialistas, "como sucedió y sucede en todos los regímenes autoritarios" (Petrorio dixit), y se llevaban a cabo grandes espectáculos de “exaltación nacional” con los artistas de confianza para el Proceso. Y las radios, en tanto, no paraban de recibir las listas de músicos y canciones vetadas para ser retransmitidas. Entre otros, Alfredo Zitarrosa, “Los Olimareños”, Daniel Viglietti, Numa Moraes, José Carbajal, Mercedes Sosa y Horacio Guarany, etc. La televisión, estrechó aun más las posibilidades para todo el mundo artístico del país.
"Algunos festivales del Interior del País, (Durazno, Treinta y Tres) fueron reductos de las fuerzas más regresivas y exaltaron el patriotismo nacional ante el peligro subversivo internacional, haciendo de estos eventos, una parodia de la tradición  y no todos los artistas que surgían podían asistir, si no comprobaban su “fe democrática”.
Los programas de radio, que difundían música “folclórica”, en los primeros años de la dictadura, en su mayoría, irradiaban intérpretes argentinos, apareciendo esporádicamente, algún interprete uruguayo, de los permitidos o de los nuevos, de los que recién surgían, que no tenían “antecedentes”, vinculados a  la  “canción protesta”
Es en el año 1974, que algunos estudiosos abren la brecha y lo señalan como “el año bache del silencio” llegando este hasta 1976.", explica Tabaré Petronio, reafirmando que "sin lugar a dudas 1974, afirmación de la dictadura y 1975 “Año de la Orientalidad”, fueron muy difíciles para las actividades culturales y artísticas no programadas por el régimen, sin embargo, aparecen algunas grabaciones de músicos e intérpretes “nuevos” que van ocupando los espacios dejados por los que fueron silenciados. (“Como un Jazmín del país”) de Carlos Benavides y W. Benavides.
Nosotros afirmamos que fue en estos años tan complejos, 1974-1975, que comienza un “arte de resistir”. Es un movimiento que tiene sus raíces en el interior del país pero que se aloja en Montevideo. La actitud de los sellos de grabación fue de apertura hacia el artista Nacional, ¿cuál fue la causa?. Todavía no podemos afirmar si fue solamente una coyuntura comercial favorable o una actitud de resistencia por parte de sus directivos"


EL PESO DE LA HISTORIA

Van apareciendo algunos álbumes que marcan la cancha. Por un lado la versión oficialista con “Gesta de la Orientalidad” donde participaron Jorge Villalba y los boyeros, José María Da Rosa, Graciela Castro, Hilario Pérez y su conjunto de guitarras, Los Nocheros, Carlos López Terra y Rubí Castillos.(Sello Sondor l976), y por otro lado la tenue resistencia se da en “Soy del Campo” y “La Gesta de Aparicio”, que tienen entre ellos a Carlos Benavides, Carlos María Fossatti, Cimarrones, Antonio González “El Pampa”. "Creemos que es con estas situaciones que se comienza a perfilar el nuevo Canto uruguayo", dice Petronio.
Recurramos a él para ver gráficamente el año a año:
En 1976 fue un año de mucha represión por parte de la dictadura, pero también fue un año de resurgimiento musical no obsecuente. Washington Carrasco, presenta “Inti Canto”, en los teatros; “Alianza Francesa”, y en el “Tinglado”.
Antes del cierre de la Institución El Galpón, en 1975, se presentaron con “La Escalera” Mateo, Pipo  Spera, Urbano Moraes y “Pajarito Canzani” junto a Vera Sienra.
En 1976, se realizan, “Peñas Folclóricas” en varios lugares de Montevideo. “El Pericón” en la vieja cochera de Castro en el Prado, en “Teluría”,  en zonas vecinas como La Paz, Las Piedras y Canelones.
En ellas se presentan; Carlos Benavides, Grupo vocal Universo, Carlos María Fosatti, Los Guadalupanos, Los Eduardos, Tabaré Arapí, Omar Romano, Los Trashumantes, Jorge Miranda, Miguel Villalba, entre otros.
En 1977 W.Carrasco junto a Cristina Fernández, presentan en “Teatro del Centro” “Ecos del Camino”.
En el ciclo de la música popular de la Alianza Francesa, Eduardo Darnauchans presenta “Las diferencias”, también en 1977 en la Cava del Virrey se presentan; Carlos Benavides, Grupo Vocal Universo, Los Eduardos, Abel García, Santiago Chalar, Los Peyrou, Omar Romano, Los Hacheros, etc.
En la “Alianza” se presentaron como “grupo de trabajo”, “Los que ibancantando” (Trochón, Lazaroff, Bonaldi, da Silveira, Di Pólito).y luego lo hicieron en el teatro Circular.
En 1978 se realizaron  recitales en la “Alianza” denominados  “cinco por uno de la ciudad” donde participaron Carrero, Da Silveira, Di Polito, Larbanois y Luis Trochón
Es en este momento como dice W. Benavides; “el público uruguayo reconoce sus perfiles y sus anhelos, en las voces y canciones de nuestros artistas.
Los gustos son tan variados como los cauces del Canto Popular, una línea de búsqueda cercana a ratos a la música de vanguardia en “los que iban cantando”, una línea más cercana a las proyecciones del neo-folcklore en los artistas que trabajaron en “La Cava”. Pero también resurge en Dino, en Mateo, en Darnauchans y otros la variante del mundo; Rock y la balada...”.




1980 – 1985 EL AUGE y el regreso

El No había triunfado, apenas un festejo íntimo, satisfacción del - ¡vamos que se puede... !. Al tiempo ya era un hecho el comienzo y los preparativos para organizar grandes espectáculos de  “Canto Popular” en estadios Cerrados (Platense, Palacio Peñarol) etc., con varios artistas en el escenario. Como no podía ser de otra manera, estas oportunidades de transformaron inmediatamente en grandes actos de masas, incluso desafiando la represión existente. "No se prohibían los espectáculos, se prohibían los artistas, se debían presentar los repertorios por triplicado en Jefatura de Policía, y muchas veces alguno de los artistas anunciados, no podía subir al escenario.

Por supuesto esto traía una reacción negativa para el régimen, ya que con mucha astucia y coraje, los organizadores y los que animaban el espectáculo, colocaban sobre el escenario una silla vacía. Uno de los  primeros recitales de estas características lo organizó un club de barrio de Montevideo, WeeK-end (Paullier y Martín García) y se le denominó “Un mar de gente”, se realizó en el club Platense y se presentaron, Los Zucará, (llegaron desde Rocha a cantar vestidos de Frac), Juan José de Mello, Julio Julián, Abel García, Grupo Universo, Cantaliso, Larbanoís- Carrero, Dino, ante un público que sobrepasaba las 1500 personas".
Grupos como Rumbo, Surcos, Baldío, Contraviento, Los del Yerbal, Taipas y dúos como Pareceres, Los Hacheros, Los Peyrou, Washington Carrasco - Cristina Fernández y solistas como Fernando Cabrera, Rubén Olivera, Pablo Estramín, Enrique Rodríguez Viera, Leo Masliah, van  afirmando su prestigio, “Canciones Para no Dormir la Siesta”, que lideraban Nancy Gurguich y Horacio Buscaglia estuvieron dedicados a la canción Infantil, creando algunas canciones memorables como fue entre otras “Al botón de la botonera”.
Luego comienzan “los regresos”; de Alfredo Zitarrosa, “Los Olimareños”, El Sabalero, Daniel Viglietti, Numa Moraes, Manuel Capella, Aníbal Sampayo, Jaime Roos, Yamandú Palacios, Marcos Velazquez tratan de reordenar el complejo espectro de la canción popular uruguaya. Y ya casi que llegando al final del la dictadura se oía en las radios montevideanas la propuesta de “La Nueva Trova” cubana,  liderada por Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
El 1° de marzo de 1985, cuando asume el Dr. Julio María Sanguinetti, y comienza el proceso de redemocratización, en el acto cultural callejero, realizado en la Explanada Municipal, estuvieron presentes; “Los Olimareños”, Larbanois-Carrero, Los hermanos Mejía Godoy  (nicaragüenses), Silvio Rodríguez y Pablo Milanés(cubanos), cerrando o abriendo este ciclo cultural, artístico y político de nuestra historia.

Callaron y desaparecieron voces, rompieron guitarras, pianos, tamboriles, y todo lo que viniera; o lo acomodaron a su antojo. Quemaron discos, rompieron locales musicales, afanaron a profesores de música (entre ellos mi abuela). Quisieron atreverse con muchas otras cosas más, pero hay algo que nunca callaron. Ni callarán. El canto al aire, el grito al cielo, los acordes dulces y rabiosos; la melodía que unió al pueblo jamás será vencida. 

VAMOS AL CINE

Nosferatu el Vampiro (1922)

A 50 AÑOS DE RAYUELA



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Veinticuatro toneladas de fuego y memoria





“El fuego destruye todo, libros incluidos, pero nunca puede destruir los sentimientos, el saber y la memoria”.
                         


                                                                                                                        Mempo Giardinelli



Hoy, 26 de junio, hacen exactamente 33 años del día en que la dictadura ordenó quemar millones de libros del Centro Editor de América Latina.
Ese 26 de junio de 1980 está en la memoria más horrible de la Argentina y escribo esto pensando una vez más en todo el dolor que todavía nos deben.
Propongo recordar lo sucedido. Propongo que imaginemos aquel 26 de junio de aquel 1980. Día frío y gris, pero no llueve. La acción en Sarandí, partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. A corta distancia de lo que entonces se llamaba Capital Federal, vemos que de un gran depósito sobre las calles O’Higgins y Agüero (hoy Crisólogo Larralde) entran y salen camiones cargados de libros. Son veinticuatro toneladas de libros. En silencio, suboficiales, soldados y policías vacían lentamente el depósito bajo las escrutadoras severas miradas de oficiales del Ejército Argentino, algunos muy jóvenes.
El depósito –un amplio galpón– y todos los libros pertenecen a la conocida editorial Centro Editor de América Latina, una de las más prestigiosas y originales casas editoras de libros del país y el continente, fundada y dirigida por Boris Spivacow, un respetado matemático de 65 años, hijo de inmigrantes rusos. Entre 1958 y 1966 había sido gerente general de Eudeba (la Editorial de la Universidad de Buenos Aires) y la había colocado en el pináculo de la consideración pública por sus colecciones de extraordinaria calidad y cuidado a precios populares. Hasta que la tristemente célebre Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio del ’66, junto con centenares de profesores e investigadores, Spivacow fue forzado a abandonar Eudeba y la universidad.
Inmediatamente empezó a soñar con una empresa independiente y autosuficiente. Y así, con toda la experiencia acumulada, fundó la editorial Centro Editor de América Latina, que llegó a convertirse en una de las más fuertes editoriales del continente, y sus colecciones fueron formadoras de ciudadanía y fuente de conocimiento en todas las disciplinas.
Las fuerzas armadas de la época tenían a Spivacow, como se decía entonces, “marcado”. La supervivencia casi milagrosa de la editorial durante los primeros años de la dictadura tenía, por lo tanto, los días contados. Y el final fue ese día, ese 26 de junio del año ’80, en que llegaron las tropas en sus camiones y empezaron a cargar libros, paquete por paquete, y en sucesivos viajes llevaron 24 toneladas de cultura y conocimiento desde el depósito de Agüero y O’Higgins hasta un baldío que había entonces a muy pocas cuadras, en la calle Ferré, entre Agüero y Lucena.
Allí, una vez descargados los libros –posiblemente un par de millones de ejemplares– un valiente oficial habrá dado la marcial y ceremoniosa orden de prenderles fuego. “Procedan”, habrá dicho con firmeza y yo imagino que sin inmutarse, sin culpa alguna, sin siquiera darse cuenta de la atrocidad que cometía en ese instante miserable.
Así se quemaron esos libros, aquel 26 de junio de 1980, y con ellos se quemaron años de saber, de cultura, de investigaciones, de sueños y ficciones y poesías. Y se quemó una parte esencial de la Argentina más hermosa, incinerada por la Argentina más horrenda y criminal.
El expediente judicial –informan ahora amigas y amigos que han guardado intacta la memoria de esa jornada ominosa– dice que aquel día estuvieron presentes allí algunas personas de la editorial: el fotógrafo Ricardo Figueiras, Amanda Toubes, Alejandro Nociletti, Hugo Corzo y el propio Boris Spivacow.
Me cuesta imaginarlos, ahora. Pero no los veo llorando sino concentrados y serios, dignos y elocuentes en su silencio atronador. Los veo observando con dolor a las bestias de uniforme que cumplían esa orden infame que algún oficial de alta graduación, algún oscuro dictador habría dispuesto en algún oscuro lugar del poder. Pero no veo que ninguno de ellos baje o desvíe la mirada. Como si supieran que algún día y en una democracia, aunque plena de imperfecciones, esos libros amados iban a renacer de entre las cenizas.
Y eso es lo que sucede hoy, 26 de junio de 2013 y en Democracia: amigos de la Biblioteca Nacional informan que hoy por la mañana se hará el primer acto simbólico en el mismo lugar de
la quema, ahí en Sarandí. Lamento estar tan lejos, pero simbólicamente voy a hacer con mi hija una casita de libros en el jardín de nuestra casa. Y le voy a explicar cómo es que el fuego destruye todo, libros incluidos, pero nunca puede destruir los sentimientos, el saber y la memoria.






(*) Nota publicada esta semana por el escritor Mempo Giardinelli en Página 12.


EEUU retuvo un cuadro de Picasso valorado en 11,5 millones dólares




Se trata de la obra "Compotier et tasse" y lo hizo en nombre del gobierno italiano, que emitió la petición en el marco de una investigación criminal sobre presunto fraude a sus arcas, informó el Departamento de Justicia.

Se trata de la obra "Compotier et tasse", pintada por el artista español en 1909 y que está valorada en 11,5 millones de dólares, de acuerdo con la información oficial.

Un juez estadounidense emitió una orden que prohíbe el "traslado, venta o disposición" del cuadro a petición del gobierno estadounidense, que a su vez actuó en respuesta a una solicitud del italiano.

La fiscalía de Milán y el Ministerio de Justicia de Roma trataban de este modo de impedir la venta privada de la pintura en relación con una investigación criminal contra los ciudadanos italianos Gabriella Amati y su ya fallecido esposo Angelo Maj. Ambos están acusados en Italia de haber defraudado hasta 44 millones de dólares a las arcas de Nápoles mediante cargos de falsa bancarrota, entre otros.

Según el Departamento de Justicia, la pintura fue localizada el pasado 21 de mayo en Nueva York, donde estaba siendo ofrecida en una venta privada por 11,5 millones de dólares.

"Nos satisface haber desempeñado un papel para asegurar esta  valiosa obra de arte del celebrado artista Pablo Picasso en nombre del gobierno italiano", dijo el fiscal del Distrito Sur de Nueva York, Preet Bharara, para quien este caso demuestra el "compromiso" de Estados Unidos para impedir el lucro de presuntos criminales que "trasciende las fronteras nacionales".




Publican 40 aguafuertes escritas por Roberto Arlt en Rio de Janeiro




En las "Aguafuertes cariocas", Arlt no necesita más que de sus ojos, un papel y un lápiz para dar vida a un mundo supuestamente ajeno al del Río de la Plata pero afectado por los mismos males y bienes: mediocridad, solidaridad, advenedizos y vividores, trabajadores y paisajes.



El libro, publicado por la casa Adriana Hidalgo, reúne 40 crónicas que el autor de Los siete locos escribió durante una estadía de dos meses durante 1930 en la ciudad quizá más hermosa y violenta de América del sur.
Arlt sólo vivió 42 años pero le sobró el tiempo para escribir novelas como El juguete rabioso, Los lanzallamas y El amor brujo, y obras de teatro como Saverio el cruel y La isla desierta, además de bendecir a El pozo, la primera novela de Juan Carlos Onetti, el más grande escritor uruguayo de todos los tiempos.
Y de viajar, del norte al sur del país y fuera de las fronteras, sólo con su oficio de reportero y su saber de escritor metido en ese mundo a causa de su fracaso como inventor de excentricidades varias. Amigo de Raúl González Tuñón, despreció al credo comunista y al populismo. Arlt era un anarquista de la estirpe de los asesinados en el Kronstadt.
Estas crónicas, publicadas en el diario El Mundo, son posteriores a la publicación de Los siete locos. Carlos Muzio Sáenz Peña, director del periódico y editor de fuste, decidió mandar al escritor a escribir crónicas, ese género hoy bastardeado sin piedad por la industria cultural.
Arlt estuvo en Brasil, Chile, España, Africa del Norte y el interior de la Argentina. Difícil encontrar una referencia de semejante calado a pesar de no hablar una palabra de inglés. El Brasil de Arlt -muy distinto al de Claude Lévi-Strauss- es un páramo atrasado, si se lo compara con la Buenos Aires de ese momento.

La ecuación ahora se ha invertido. La Buenos Aires contemporánea, laboratorio de la derecha más atrabiliaria del continente, no era aquella a la que el escriba retorna en hidroavión a recibir un premio de la Sociedad Argentina de Escritores, pocos meses antes del golpe de Estado comandado por un militar de apellido Uriburu.







¿Pudo la vida aparecer antes que la Tierra?





Daniel Mediavilla



Un artículo plantea la posibilidad de que la vida apareciera muchos millones de años antes de la formación de la Tierra. Numerosos expertos han criticado el trabajo.



Toda la vida es extraterrestre. Hace 9.000 millones de años, mucho antes de que la Tierra fuese siquiera un proyecto de planeta, las piezas con las que después se construirían los organismos vivos ya existían en el universo. Alexei Sharov, del Instituto Nacional del Envejecimiento en Baltimore (Estados Unidos), y Richard Gordon, del Laboratorio de Especímenes del Golfo en Florida, han planteado esta hipótesis apoyándose en una ley planteada en los años 60 para calcular el ritmo al que crecería la capacidad de las computadoras. En 1965, el cofundador de Intel Gordon E. Moore afirmó que el número de transistores por unidad de superficie en circuitos integrados se había duplicado cada año desde la invención de los circuitos en 1958 y que la tendencia continuaría durante la siguiente década.
El tiempo ha dado la razón a Moore y su ley ha mostrado su utilidad para hacer predicciones en otros campos. Según se explica en la revista MIT Technology Review, el número de publicaciones científicas, por ejemplo, se duplicó una vez cada 15 años entre 1960 y 1990. Reconstruyendo ese proceso a la inversa, se podría calcular el inicio de las publicaciones científicas hacia 1710, durante la época en que vivió Isaac Newton.

En un artículo publicado en Arxiv, Sharov y Gordon cuentan cómo tomaron como referencia los niveles de complejidad de la vida en distintos niveles de la evolución: desde los procariotas, un tipo de organismos formados por una sola célula sin núcleo al que pertenecería el ancestro común a todos los seres vivos del planeta, a los eucariotas, formados por la asociación entre procariotas, a los seres más complejos, formados por varias células eucariotas, como los gusanos, los peces o los mismos humanos. Con estas referencias calcularon que el ritmo al que se incrementaba la complejidad de la vida era exponencial como el predicho por la ley de Moore y que se doblaba cada 376 millones de años.
Con esa estimación, hicieron el cálculo hacia atrás, desde los seres más complejos hasta llegar al primero de los nucleótidos, una especie de ladrillos de ADN con los que se empezaron a construir todos los seres vivos. El resultado colocaba el origen de la vida hace unos 9.500 millones de años, con un margen de error de 2.500 millones de años arriba o abajo. Si su cálculo fuese correcto, la vida habría aparecido mucho antes de la formación de la Tierra, hace 4.500 millones de años, y su nacimiento podría incluso estar muy cercano al Big Bang, el gran estallido que dio origen a nuestro universo hace 13.600 millones de años.
El planteamiento, que según reconocen los propios autores es muy especulativo, tiene varias consecuencias interesantes. Por un lado, la vida habría llegado a la Tierra desde el espacio viajando a bordo de cometas o asteroides, pero la hipótesis descartaría que una especie extraterrestre superior hubiese sembrado de vida nuestro planeta. La vida necesitó unos 5.000 millones de años para alcanzar la complejidad de las bacterias y, por lo tanto, no sería posible que cuando apareció la Tierra ya hubiese seres inteligentes en otros lugares del cosmos.
“Nuestra hipótesis implica que la vida sería muy similar en otros planetas, al menos en la parte vecina de nuestra galaxia, pero eso no significa que los ritmos de evolución sean los mismos en todos los planetas”, explica Sharov. “La vida evolucionará más despacio en planetas con ambientes hostiles”, pero las civilizaciones como la humana estarían empezando a surgir justo ahora porque “todos los planetas con condiciones favorables mostrarán similares ritmos de evolución, porque esos ritmos estarán determinados principalmente por factores intrínsecos”, añade.

Críticas al estudio
  Las implicaciones de que Sharov y Gordon tuviesen razón serían enormes, pero muchos científicos ya han mostrado su escepticismo. En otro artículo publicado en Arxiv, un equipo dirigido por Caren Marzban de la Universidad de Washington, recuerda la escasez de datos que existen sobre los organismos que vivieron en la Tierra durante sus primeros 2.000 millones de años de historia. Por ejemplo, señalan, “el tamaño del genoma funcional de los procariotas se estima a partir del genoma más pequeño de este tipo de organismos” y hay incertidumbres de millones de años sobre el momento en el que sus genomas se transformaron.
Además, según explica el líder del grupo de Genómica Comparativa del CRG, Toni Gabaldón, “sabemos que el tamaño del genoma no tiene por qué incrementarse linealmente”. “En el caso de la endosimbiosis, por ejemplo, cuando las células procariotas se asociaron para formar células eucariotas, el pool de genes se duplicó en un evento”, añade. “Por otro lado, sabemos que en otras ocasiones los genomas han disminuido. Por ejemplo en algunas bacterias, se ha perdido parte del genoma por adaptación a un nicho muy reducido”, concluye.
Otro de los defectos que detecta Marzban en su artículo es que solo se utilicen regiones codificantes como medida de la complejidad del genoma, sin tener en cuenta que el papel de regulación de las zonas del genoma que no codifican pueden agregar una complejidad que se ignora. “Basar la complejidad del genoma de organismos extintos basándose en una estimación incierta del tamaño del genoma funcional de organismos actuales, puede ser doblemente defectuoso”, afirma. En resumen, si se incluyen factores de incertidumbre como los mencionados, Marzban y su equipo consideran que el origen de la vida podría situarse sin problemas por debajo de los 4.500 millones de años de edad de la Tierra.
Pese a todo, los autores del estudio siguen defendiendo la validez de sus planteamientos como ejercicio para superar el pensamiento convencional. “Muchos libros de texto y artículos científicos presumen que la vida comenzó en la Tierra sin cuestionar esa asunción”, enfatiza Gordon. “Nuestro artículo abre la puerta para que esa asunción se evalúe más a fondo”, afirma.
Pese a las discrepancias, todos los investigadores están de acuerdo en una cosa: “Lo que nos daría pistas sobre si la vida se originó en la Tierra o en otros planetas, sería encontrar restos de vida en esos planetas”, asevera Gabaldón. Sharov también cree que un hallazgo de ese tipo es la única manera de zanjar este debate. “Si la Tierra fue contaminada con la vida, entonces otros objetos del Sistema Solar también fueron contaminados, pero como los entornos de otros planetas y satélites suelen ser muy hostiles, es probable que la evolución de la vida haya sido más lenta que en la Tierra”, explica el investigador de Baltimore.
“Por lo tanto, es posible que encontremos bacterias que sean mucho más cercanas a las que viajaron por el espacio”, añade. “No obstante, es posible que algunas bacterias hayan viajado desde la Tierra a otros objetos del Sistema Solar, así que necesitaremos modelos matemáticos para distinguir los colonos originales de otras adiciones posteriores que pudiesen llegar por medio de viajes interplanetarios”, remacha.




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