sábado, 5 de marzo de 2011

Los unicornios existen, y son azules

Porque es más fácil que uno pase por el ojo de una aguja, a que un ignorante por el HUM BRAL de la sabiduría.

Hace 21 años un grupo de amigos, asado y vino mediante, comenzamos  a  pergeñar este proyecto que llamamos HUM BRAL.  Ángel Juárez, Juan Estévez,Oscar Lozano, Danilo Cardona y Aldo Difilippo fue el grupo inicial al que se le  sumó Roberto Mateu, Ruben Irurueta, y otros que fueron entrando y saliendo, llegando también, en una suerte de cofradía, individuos entrañablesde otras latitudes como Roberto Sari Torres y Arturo Madrid en Dolores, Florencio Vázquez en Montevideo, Luis Benítez entonces por Estados Unidos, Carlos Téllez Espino, Carlos Zamora Rodríguez y Daniel Laguna en Cuba, Alejandro Schimidt en Argentina y otros tantos.
Se nos sumaron también, detrás del talento de Wilson Armas, una serie de  teatreros, algunos experimentados y otros no tanto, pero todos con ganas de hacer cosas. 
Llegaron también artistas plásticos  como Milka Muñiz y Elbio Altieri, en actividades tan disímiles  como montar una exposición de cuadros en una plaza; un espectáculo musical conjugado con una exposición pictórica y literaria, o crear la escenografía para una obra de teatro.





Las leyes de mercado hicieron sucumbir aquella revista, pero no las convicciones y las utopías. Con algunas de aquellas personas nos distanciamos irremediablemente (avatares de la vida o de los hombres), con otros nos seguimos encontrando en diferentes proyectos. A otros los llevamos permanentemente en la memoria. Como el afecto a ese entrañable bohemio que fue Rúben Irurueta,  o a Arturo Madrid y su larga barba, tan largas como los cigarrillos que fumaba y las extensas charlas sobre literatura, y vivencias,  ciencias cuasi místicas, porque era una suerte de alquimista de las palabras que convertía cualquier adjetivo intrascendente en una refulgente imagen de la vida.
De otros tenemos noticias cada tanto, y nos alegra saber que siguen en el trillo. Los que ya no están, Arturo, Rúben, Florencio, reaparecen cada tanto cuando destapamos un vino o compartimos un mate o una charla.
La vuelta de tuerca que encontramos, de la mano de la tecnología, hizo que aquella querida y hasta naif HUM BRAL se convirtiera en  este  nuevo proyecto, transformado en una revista virtual. Lo que no es virtual es el compromiso, el trabajo y la constancia por las cosas que nos preocupan. Nos siguen alimentando casi las mismas utopías, y nos sigue motivando la convicción que al otro lado de la pantalla de la computadora hay alguien que seguramente no conocemos, unido en las mismas empatías, y que también sabe que los unicornios existen, y son azules.

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