Apuntes de poesía
Ángel Juárez Masares
Una mirada a la poesía inglesa
Ángel Juárez Masares
En
alguna oportunidad hemos hecho referencia a los nuevos poetas que intentan
versificar por estos días, señalando una suerte de descuido por las reglas que
se deben respetar para evitar que la comunicación de una idea a través de la
combinación de palabras se transforme en algo incomprensible. Revertir esto dependerá
de la autocrítica de quien lo hace, pero insistiremos en la necesidad de
revisar con objetividad –y rigor- lo
escrito, para que la “poesía” no se pierda en una serie de palabras sin
sentido.
Como aporte a tales asuntos, proponemos
hoy lanzar una breve mirada sobre la poesía inglesa del siglo pasado -que no es
precisamente “moderna”- como una manera de contribuir al conocimiento de tan difícil rama
de la literatura.
Los poetas contemporáneos del Rey Jorge
V solían reunir sus producciones mas significativas en antologías, pero las
generaciones posteriores consideraron aquella poesía como una derivación del
decadente romanticismo.
Hacia 1930 se acusaba de “escapista” a
la poesía victoriana, e incluso a la inmediatamente posterior. Según los nuevos
críticos, la poesía ha de reflejar la realidad del mundo contemporáneo; no debe
rehuir los acuciantes problemas del presente para refugiarse en una esfera de
impávida belleza o delicada fantasía. Uno de los pocos poetas respetados por
entonces, era Walter de la Mare ;
pero si reconocían el innegable valor de la técnica con que impone su mundo, al
par amable e inquietante, no olvidaban que es una poesía de “evasión”, que
busca un refugio en la infancia y en las inmemoriales sugerencias del
folk-lore.
There
is a wind where the rose was;
Cold
rain where sweet grass was;
And
clouds like sheep
Stream
o´er the steep
Grey
skies where the lar kwas.
Hay viento donde estuvo
antes la rosa;
en vez de dulce
hierba hay lluvia fría;
y nubes como
ovejas
se esparcen por
los grises
Y abruptos cielos donde
la alondra se cernía.
Un refugio aún mas cerrado era la poesía
del irlandés William Butler Yeats, reconocido como el poeta inglés mas grande
de todos los tiempos. Nacido en el mórbido y fino ambiente de la estética
prerrafaelista, se formó bajo el influjo de Rossetti y Walter Pater. “En lo
íntimo del corazón –escribió- pensaba que solo debe pintarse lo bello, y que
solo son bellas las cosas antiguas y la substancia de los sueños”. El mundo
brumoso y policromo de la mitología celta revivió maravillosamente en la
primera fase poética de Yeats. Acaso ningún otro lírico contemporáneo ha
realizado tan plenamente la poesía como hechizo, como charme, pero de todos modos los poetas jóvenes comenzaron a admirar
su obra cuando dejó esas rutas de la mitología y el sueño.
A rivery field
spread out below,
An odour of de
the new-mown hay
In his nostrils,
the great lord of Chou
Cried, casting
off the mountain snow,
“lets all things
pass away”
Un campo junto al río se extendía debajo,
el gran señor de Chu,
percibiendo el efluvio
de los henos recién segados,
exclamaba,
mientras de si apartaba la
nieve de las cumbres:
“dejad que todo
pase”.
Finalmente es oportuno señalar que en
Norteamérica se ha producido durante se período, mayor número de movimientos
poéticos que en Inglaterra. Han coexistido las obras de tipo tradicional con
los mas osados experimentos; poetas derivados de la época victoriana y líricos
sobre-realistas; plácidos cantores de los Lagos, y evocadores del monstruoso y
frenético dinamismo del Mid-West.
Han surgido allí; Robert Frost, Carl
Sandburg, Elinor Wylie, Archibald Mc Leish, Robinson Jeffers… También en la
poesía norteamericana aparece –una y otra vez- la obsesión de la muerte,
conviviendo extrañamente con un pujante orgullo vital del hombre por
“sobrevivirla”.
Al car las ciudades en ruinas, hay
manchas
de herrumbres en piedras costeras,
ilegibles
monedas, y se recuerda un poema, de
cisnes acaso,
de pájaros, o de hojas de árbol, de
caballos,
o de fabulosas formas
de toro…
Estas sombrías meditaciones surgen
claramente de una civilización potente, pero junto a ellas persiste en los
poetas el plácido sentimiento del campo. El árbol se acurruca en la colina “como
un Santo dormido que se ha tornado pardo bajo la lluvia”.
En conclusión, creemos que el abordaje
de cualquiera de las disciplinas del arte debería sostenerse sobre los pilares
del estudio, o por lo menos de la información existente en tono a ellas.
Creemos en el interés –en este caso de
los noveles poetas- por perfeccionar el manejo de la palabra, sobre todo
teniendo a mano una herramienta tan maravillosa como el idioma español, y si
alguien lo duda, veamos cómo en medio de los horrores de la guerra, Miguel
Hernández evoca la esperanza en solo quince palabras perfectamente
“acomodadas”:
El odio se amortigua
Detrás de la ventana.
Será la garra suave,
dejadme la esperanza.
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