Apuntes de pintura
Como en la vida, en el arte también todo
es circular
Ángel Juárez Masares
Días
atrás revolviendo cajones encontré algunos dibujos de niños que a lo largo del
tiempo se han venido salvando de sucesivas limpiezas generales. Fue uno de esos
días donde uno quiere despertar el seso adormilado y para ello apela a todo
tipo de artimañas.
Había
allí algunos garabatos de Martín Difilippo -que cada tanto me obsequia algunas
de sus obras- pergeñado quizá cuando tenía unos 4 años. También encontré una
vieja HUM BRAL de papel de 1991, donde
Guadalupe –quizá con 5 años por entonces- nos ilustró algún relato sobre “el
río”.
Recuerdo
haber bromeado a través de las redes sociales señalando que uno se pasa la vida
buscando la “síntesis” que los niños encuentran a los 4 años.
Fue
entonces que los artistas amigos comenzaron a manifestarse un poco en broma y
otro poco en serio (quizá mas de lo segundo), y Luis Ferrer dijo:..”los no
contaminados por la "cultura". ¡De ellos son los Reinos!”
Desde
Buenos Aires una artista aseguró que “en si, todos partimos de ahí... tanto en
el dibujo como la vida misma... hasta que nos planetizamos tanto… que olvidamos
la simpleza de las cosas...”
También
desde Argentina, Graciela Hidalgo dijo: “¡tranquilo Angel!...cuando seas
chico vas a llegar a ese poder de síntesis”.
Y
Alvaro parés desde París se preguntó: “¿era Kandinsky a los 4 años?”
Sin
embargo, lo que en principio parece una de las tantas chanzas virtuales en las
uno suele participar, quizá tenga un trasfondo mas interesante, pues quienes
andamos en estos asuntos de la pintura, muchas veces nos empeñamos demasiado en
buscar la “técnica” y relegamos lo espontáneo, ese elemento que le aporta
honestidad a una obra.
Y en
ese camino nos internamos en un laberinto en busca de la historia del número
áureo y su ubicación inexorable en la naturaleza de las cosas; buscamos datos,
nos enteramos que Marco Livio ya dudaba que los babilonios lo hubieran
descubierto, y que en la antigua Grecia los arquitectos lo utilizaban para
establecer las proporciones de sus templos con la misma naturalidad con que los
obreros usaban la cal. Y luego hurgamos en los estudios de Fidias, que lo aplicó
en el Partenón y en sus esculturas. Vemos que en el año 1509 Leonardo hizo
ilustraciones para una disertación de Luca Pacioli titulada; De Divina Proportione, y que es muy
probable que el propio Leonardo fuera quien nombrara por primera vez la sectio áurea.
Y
podríamos continuar internándonos en el laberinto, llegar al astrónomo Johannes
Kepler, quien también se refirió a la divina
proporción, y que encontramos hoy en el edificio de la ONU en Nueva York, el cual no
es más (ni menos) que un gran prisma regular cuya cara mayor sigue las
mencionadas proporciones.
Entonces
nos paramos frente a la obra “terminada” que tenemos en el caballete y la
miramos con ojo crítico. Por un momento dejamos de verla como una expresión de
sentimiento, y la “técnica” nos hace muecas burlonas desde el soporte. Entonces
la tiramos por la ventana y empezamos de nuevo.
Ahí es
cuando uno encuentra los dibujos de Martín, los mira detenidamente y dice:
¡caramba!...son perfectos. Entonces uno entiende cabalmente cuando Luis dice:
”los no contaminados por la "cultura" ¡de ellos son los Reinos !” O
cuando otra amiga artista señala: nos planetizamos tanto… que olvidamos la
simpleza de las cosas... O cuando Damián dice: yo no hago teoría, solo pinto.
Entonces
pensamos en lo dicho por Graciela: ¡tranquilo Angel!... cuando seas chico vas a
llegar a ese poder de síntesis”. Y tal afirmación nos provoca risa, porque
recordamos el filme protagonizado por Brad Pitt, “La increíble historia de
Benjamin Button”, quizá como un oculto deseo de regresar en el tiempo, al
tiempo aquel de los fantásticos dibujos infantiles.
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