viernes, 21 de diciembre de 2012


Apuntes de pintura

Como en la vida, en el arte también todo es circular

  

                                                                              Ángel Juárez Masares


Días atrás revolviendo cajones encontré algunos dibujos de niños que a lo largo del tiempo se han venido salvando de sucesivas limpiezas generales. Fue uno de esos días donde uno quiere despertar el seso adormilado y para ello apela a todo tipo de artimañas.
Había allí algunos garabatos de Martín Difilippo -que cada tanto me obsequia algunas de sus obras- pergeñado quizá cuando tenía unos 4 años. También encontré una vieja HUM BRAL  de papel de 1991, donde Guadalupe –quizá con 5 años por entonces- nos ilustró algún relato sobre “el río”.
Recuerdo haber bromeado a través de las redes sociales señalando que uno se pasa la vida buscando la “síntesis” que los niños encuentran a los 4 años.
Fue entonces que los artistas amigos comenzaron a manifestarse un poco en broma y otro poco en serio (quizá mas de lo segundo), y Luis Ferrer dijo:..”los no contaminados por la "cultura".  ¡De ellos son los Reinos!”
Desde Buenos Aires una artista aseguró que “en si, todos partimos de ahí... tanto en el dibujo como la vida misma... hasta que nos planetizamos tanto… que olvidamos la simpleza de las cosas...”
También desde Argentina, Graciela Hidalgo dijo: “¡tranquilo Angel!...cuando seas chico vas a llegar a ese poder de síntesis”.
Y Alvaro parés desde París se preguntó: “¿era Kandinsky a los 4 años?”
Sin embargo, lo que en principio parece una de las tantas chanzas virtuales en las uno suele participar, quizá tenga un trasfondo mas interesante, pues quienes andamos en estos asuntos de la pintura, muchas veces nos empeñamos demasiado en buscar la “técnica” y relegamos lo espontáneo, ese elemento que le aporta honestidad a una obra.
Y en ese camino nos internamos en un laberinto en busca de la historia del número áureo y su ubicación inexorable en la naturaleza de las cosas; buscamos datos, nos enteramos que Marco Livio ya dudaba que los babilonios lo hubieran descubierto, y que en la antigua Grecia los arquitectos lo utilizaban para establecer las proporciones de sus templos con la misma naturalidad con que los obreros usaban la cal. Y luego hurgamos en los estudios de Fidias, que lo aplicó en el Partenón y en sus esculturas. Vemos que en el año 1509 Leonardo hizo ilustraciones para una disertación de Luca Pacioli titulada; De Divina Proportione, y que es muy probable que el propio Leonardo fuera quien nombrara por primera vez la sectio áurea.
Y podríamos continuar internándonos en el laberinto, llegar al astrónomo Johannes Kepler, quien también se refirió a la divina proporción, y que encontramos hoy en el edificio de la ONU en Nueva York, el cual no es más (ni menos) que un gran prisma regular cuya cara mayor sigue las mencionadas proporciones.
Entonces nos paramos frente a la obra “terminada” que tenemos en el caballete y la miramos con ojo crítico. Por un momento dejamos de verla como una expresión de sentimiento, y la “técnica” nos hace muecas burlonas desde el soporte. Entonces la tiramos por la ventana y empezamos de nuevo.
Ahí es cuando uno encuentra los dibujos de Martín, los mira detenidamente y dice: ¡caramba!...son perfectos. Entonces uno entiende cabalmente cuando Luis dice: ”los no contaminados por la "cultura" ¡de ellos son los Reinos !” O cuando otra amiga artista señala: nos planetizamos tanto… que olvidamos la simpleza de las cosas... O cuando Damián dice: yo no hago teoría, solo pinto.
Entonces pensamos en lo dicho por Graciela: ¡tranquilo Angel!... cuando seas chico vas a llegar a ese poder de síntesis”. Y tal afirmación nos provoca risa, porque recordamos el filme protagonizado por Brad Pitt, “La increíble historia de Benjamin Button”, quizá como un oculto deseo de regresar en el tiempo, al tiempo aquel de los fantásticos dibujos infantiles.

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