Escritor alemán Günter Grass anuncia su
retiro de la narrativa
El premio Nobel de 86 años, autor de El
tambor de hojalata, dice que ya no puede trabajar un tiempo prolongado para
escribir una novela.
El
Premio Nobel de Literatura, Günter Grass, de 86 años, dio por cerrada su obra
narrativa debido a su avanzada edad, tras marcar durante más de medio siglo la
vida cultural en Alemania.
"Actualmente
tengo 86 años. No creo que logre aún (escribir) una novela", explicó en
una entrevista al diario regional Passauer Neue Presse, de la que se dio a
conocer un extracto ayer.
"Mi
estado de salud no me permite concebir proyectos de cinco o seis años, y ésta
sería la condición para el trabajo de investigación para una novela",
añadió.
El
autor de títulos como El tambor de hojalata y El rodaballo, entre otros, en
cambio afirma que se ha dedicado al dibujo y a la acuarela, "tras un
periodo en el que estaba bloqueado a causa de frecuentes
hospitalizaciones".
Conocido
por sus convicciones políticas social-demócratas, Günter Grass suscitó una viva
polémica con Israel en el año 2012 al publicar un poema en prosa, en el cual
afirmaba que el Estado hebreo amenazaba la paz mundial al querer atacar a Irán
de manera preventiva ante la posibilidad de que este país dispusiera de armas
nucleares.
Sus
libros, además de lograr un reconocimiento universal, que incluyó el Premio
Nobel, generaron con frecuencia debates que iban más allá de lo estrictamente
literario.
Desde
El tambor de hojalata (1959), por el cual tuvo que comparecer ante los
tribunales acusado de pornógrafo, hasta Pelando la cebolla, en la que desató un
escándalo al revelar por primera vez que había sido miembro de las SS a los 17
años, Grass generó polémicas y polarizaciones.
Sus
intervenciones en política, que empezaron con su apoyo al Partido
Socialdemócrata (SPD) y a Willy Brandt en su camino hacia la cancillería, le
pusieron con frecuencia en la mira de ataque de los conservadores que
aprovecharon el escándalo desatado por Pelando la cebolla para desacreditar las
posiciones críticas del escritor.
Las
peleas de Grass han sido siempre viscerales y el escritor no las archiva
fácilmente como se ve en el hecho de que durante tres décadas se negó a darle
declaraciones al diario Bild y a los otros medios del grupo Springer debido a
la campaña que hicieron en su momento contra el escritor Heinrich Böll.
Grass
no olvidaba, no solo en lo que se refiere a sus peleas personales sino también
en lo referente a la historia de Alemania, y vivió también invitando
permanentemente a los otros a no olvidar.
Sus
novelas más importantes, desde El tambor de hojalata hasta A paso de cangrejo
(2002), pasando por Encuentro en Telga (1979) y Es cuento largo (1995) son
recuperaciones de la historia de Alemania desde la perspectiva del presente.
Tras
enterarse de que se le había concedido el Príncipe de Asturias de las Letras
(1999), el escritor sostuvo que la buena recepción que había tenido su
literatura era que había logrado producir una novela típica de cada década.
Así,
según Grass, El rodaballo (1977) -con el planteamiento del problema del hambre-
habría sido una novela típica de los setenta, La ratesa (1986) -con su
trasfondo ecológico- una novela típica de los ochenta y Es cuento largo (1995)
-centrada en la reunificación alemana- una obra típica de los noventa.
Después
vendrían A paso de cangrejo (2002), novela breve en la que rompió un tabú de la
izquierda ocupándose del sufrimiento alemán en la guerra y desatándole la
lengua a muchos que hasta ese momento habían guardado silencio, y Pelando la
cebolla (2006), con todas las polémicas paralelas.
Pelando
la cebolla abrió un ciclo autobiográfico completado por Die Box ("La
caja", 2008) y Grimm Wörter ("Palabras de Grimm", 2010).
La
otra constante que siempre lo ha acompañado fue la mezcla entre géneros. Entre
novela y novela con frecuencia publicó poemarios. Y en algunos de sus libros
hay poemas integrados en el texto, siguiendo una tradición que tiene sus raíces
en el romanticismo alemán.
Además,
están sus obras de teatro -hoy poco representadas- entre las que destaca Los
plebeyos ensayan la rebelión, un curioso homenaje a Bertolt Brecht.
Su
adiós a la novela -dice que a su edad ya no puede planificar un período de
trabajo de cinco o seis años que necesitaría para escribir una- puede no
significar necesariamente su adiós a la literatura. Le queda la poesía, un
género que puede seguir cultivando a corto plazo y que, como él mismo ha dicho
en muchas ocasiones, nunca engaña.
Extraído
de: http://www.latercera.com/
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