Antonio
Machado nació en Sevilla el 26 de julio de 1875 y murió en
Collioure el 22 de febrero de 1939. Aunque influido por el modernismo
y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la
Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y
hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en
Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid.
Se
formó en la Institución Libre de Enseñanza y en otros institutos
madrileños. En 1899, durante un primer viaje a París, trabajó en
la editorial Garnier, y posteriormente regresó a la capital
francesa, donde entabló amistad con R. Darío. De vuelta a España
frecuentó los ambientes literarios, donde conoció a J. R. Jiménez,
R. del Valle-Inclán y M. de Unamuno.
En
1907 obtuvo la cátedra de francés en el instituto de Soria, cuidad
en la que dos años después contrajo matrimonio con Leonor
Izquierdo. En 1910 le fue concedida una pensión para estudiar
filología en París durante un año, estancia que aprovechó para
asistir a los cursos de filosofía de H. Bergson y Bédier en el
College de France. Tras la muerte de su esposa, en 1912, pasó al
instituto de Baeza.
Doctorado
en filosofía y letras (1918), desempeñó su cátedra en Segovia y
en 1928 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al
comenzar la Guerra Civil se encontraba en Madrid, desde donde se
trasladó con su madre y otros familiares al pueblo valenciano de
Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939 emprendió camino al
exilio, pero la muerte lo sorprendió en el pueblecito francés de
Colliure.
Los
textos iniciales de Machado, comentarios de sucesos y crónicas
costumbristas escritos en colaboración con su hermano y firmados con
el seudónimo Tablante de Ricamonte, aparecieron en La
Caricatura en 1893. Sus primeros
poemas se publicaron en Electra, Helios y
otras revistas modernistas, movimiento con el que Machado se sentía
identificado cuando comenzó su labor literaria.
No
obstante, aunque las composiciones incluidas en Soledades (1903)
revelaron la influencia del modernismo, el autor se distanció de la
imaginería decorativa de la escuela rubeniana para profundizar en la
expresión de emociones auténticas, a menudo plasmadas a través de
un sobrio simbolismo. En su siguiente libro, Soledades,
galerías y otros poemas (1907),
reedición y ampliación del anterior, se hizo más evidente el tono
melancólico e intimista, el uso del humor como elemento distanciador
y, sobre todo, la intención de captar la fluidez del tiempo.
Al
igual que Unamuno, Machado consideró que su misión era "eternizar
lo momentáneo", capturar la "onda fugitiva" y
transformar el poema en "palabra en el tiempo". En los años
posteriores se acentuó su meditación sobre lo pasajero y lo eterno
en Campos de Castilla (1912),
pero no por medio de la autocontemplación, sino que dirigió la
mirada hacia el exterior, y observó con ojos despiertos el paisaje
castellano y los hombres que lo habitaban. Una emoción austera y
grave recorre los poemas de este libro, que evoca la trágica España
negra tan criticada por la Generación del 98 desde una perspectiva
regeneracionista, al tiempo que se describe con hondo patriotismo la
decadencia y ruina de las viejas ciudades castellanas.
En
su siguiente volumen de poemas, Nuevas
canciones (1924), el autor
intensificó tanto su enfoque reflexivo como la línea sentenciosa de
los "Proverbios y cantares" incluidos en el libro anterior.
Esta tendencia filosófica se manifestó entre 1912 y 1925, etapa en
la que Machado redactó una serie de apuntes que verían la luz
póstumamente con el título de Los
complementarios (1971).
En
este cuaderno, miscelánea de lecturas, esbozos y reflexiones
cotidianas, aparecieron por primera vez sus heterónimos, el filósofo
y poeta Abel Martín y su discípulo, el pensador escéptico Juan de
Mairena. Ambos son personajes imaginarios que permitieron expresar al
creador sus ideas sobre cultura, arte, sociedad, política,
literatura y filosofía, especialmente en el libro Juan
de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor
apócrifo (1936).
Paralelamente,
en las ediciones de Poesías
completas de 1928 y 1933 se
decanta una lírica de tema amoroso y erótico inspirada por la que
fue, tras la muerte de su esposa, su gran pasión en la vida real,
Pilar de Valderrama, llamada Guiomar en dichos versos. Ya durante la
contienda civil Machado escribió algunos poemas y varios textos en
prosa, parte de los cuales fueron recogidos en La
guerra (1937). Se trata de
escritos testimoniales, plenamente incardinados en las circunstancias
históricas del momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario