JULIO
VERNE, LA INIMAGINABLE IMAGINACIÓN
Julio Verne nació
en Nantes (Francia) el 8 de febrero de 1828 y murió en Amiens el 24
de marzo de 1905. Escritor considerado el fundador de la moderna
literatura de ciencia ficción. Predijo con gran precisión en sus
relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos
generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la
televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves
espaciales.
En 1836 ingresó con su
hermano Paul en el seminario Saint-Donatien. Más tarde estudió
filosofía y retórica en el liceo de Nantes y viajó a París,
cumpliendo los deseos de su padre, para seguir la carrera de leyes.
En 1848 comenzó a escribir algunos sonetos y textos de teatro, y dos
años más tarde aprobó su tesis doctoral de derecho y optó por la
carrera de letras.
Sus inicios
literarios fueron difíciles, sus piezas de teatro no tuvieron una
divulgación importante, y recurrió a la docencia para sobrevivir.
Desde 1852 hasta 1854 trabajó como secretario de E. Seveste, en el
Théâtre Lyrique, y publicó algunos relatos en Le
musée des familles, como Martín
Paz (1852). En 1857 se convirtió
en agente de bolsa y empezó a viajar; visitó Inglaterra, Escocia,
Noruega y Escandinavia, y continuó sus escritos.
Posteriormente
conoció al editor Hetzel, quien se interesó por sus textos y le
publicó Cinco semanas en globo (1862),
obra que lo lanzó al éxito y lo estimuló a proseguir con la
temática de la novela de aventuras y fantasía. El mismo editor le
encargó una colaboración regular para la revista Magazine
déducation et de récréation, y en
poco tiempo alcanzó una gran celebridad.
Aprovechando sus
conocimientos geográficos, adquiridos a través de numerosos viajes
por Europa, África y América del Norte, y su entusiasmo por la
revolución tecnológica e industrial, se convirtió en un
especialista de los relatos de aventura de corte científico. Su
dominio de la tensión dramática le permitió combinar extravagantes
situaciones y momentos poéticos en una prosa ligera y amena.
Inmediatamente se
enfrascó en la redacción de Viaje
al centro de la Tierra, para lo cual se
aplicó a la geología, la mineralogía y la paleontología. Las
detalladas descripciones de animales antediluvianos maravillaron a
los expertos, poniendo de manifiesto su extraordinaria intuición
científica. Su tercer gran libro fue De
la Tierra a la Luna, cuya publicación
despertó tal entusiasmo por los viajes espaciales que su despacho se
inundó de cartas solicitando reservas para el próximo viaje lunar.
Con el mismo interés fue recibida La
vuelta al mundo en ochenta días,
publicada por entregas, cuyo éxito fue tal que se llegaron a cruzar
apuestas sobre si Phileas Fogg, "el hombre menos apresurado del
mundo", lograría llegar a la meta en tan breve tiempo.
Veinte mil leguas
de viaje submarino es, entre su
extensísima producción, uno de los libros que conserva más íntegro
su encanto. La peripecia se inicia cuando una fragata americana parte
en busca de un monstruo marino de extraordinarias proporciones al que
se atribuyen múltiples naufragios. El monstruo aparece, se precipita
sobre el barco expedicionario y lo echa a pique, llevándose en su
espinazo al naturalista Aronnax, a su fiel criado Conseil y al
arponero Ned Land. Resultará ser un enorme submarino, el Nautilus,
en el cual los tres hombres pasarán cerca de diez meses hospedados
por el enigmático capitán Nemo, artífice del invento. Visitarán
los tesoros sumergidos de la Atlántida, lucharán contra caníbales
y pulpos gigantes y asistirán a un entierro en un maravilloso
cementerio de coral.
Nemo, hostil e iracundo,
no tardará en revelarse como un proscrito, un sublevado solitario
cuyo manto de misterio esconde una identidad principesca y una
pesadumbre tenebrosa. Se ha señalado que Nemo es un trasunto del
propio Verne. Ambos viven encerrados, solos e incomprendidos, el
primero en su coraza de acero, el segundo en la burbuja de su
gabinete, ambos refugiados tras el disimulo y el secreto. Del mismo
modo que Verne dejó estupefactos a propios y extraños presentándose
a unas elecciones municipales en Amiens por una lista de extrema
izquierda, el capitán Nemo, que lucha por la liberación de los
pueblos oprimidos, detesta a la convencional y adocenada colectividad
que lo persigue y enarbola dos veces el estandarte negro del
nihilismo.
Escribió otras
obras de gran éxito como Las
aventuras del capitán Hatteras (1866), Los
hijos del capitán Grant (trilogía,
1868-1870), En torno a la
luna (1870), La
isla misteriosa (1874), Miguel
Strogoff (1876), Un
capitán de quince años (1878), Las
tribulaciones de un chino en China (1879), El
faro del fin del mundo (1881)
y Los viajes del capitán
Cook (1896), entre muchas otras
novelas que superan el medio centenar de títulos.
Se radicó en Amiens
en 1872, y a partir de 1886 se comprometió con las actividades
municipales de dicha ciudad. Tres años después fue nombrado
representante del consejo municipal, y en 1892 fue condecorado con la
Legión de Honor. Sus textos se popularizaron con rapidez y quedaron
entre los grandes clásicos de la literatura infantil y juvenil del
siglo XX. De su obra póstuma destacan El
eterno Adán (1910) o La
extraordinaria aventura de la misión Barsac (1920),
en las que un crítico tan poco convencional como Michel Butor ha
querido ver un Verne más profundo y escéptico de lo habitual, que
tendía a desconfiar de las consecuencias que podía acarrear para
los seres humanos el progreso incesante de la tecnología y de la
ciencia.
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