3 poemas de Julio Sosa
A ti
Llegaste
a mis tinieblas como enviada del cielo.
Tus manos
de alabastro curaron mis heridas.
Y oí los
cascabeles de olvidados anhelos
que
habían enmudecido en medio de mis ruinas...
Me diste
una esperanza poblada de inquietudes.
Un amor
vacilante de dudas, de temores...
Una paz
temblorosa que muere si me huyes
y
resucita en risas cuando a mi encuentro corres.
Y en el
fugaz instante de esa rara alegría
la noche
ya no existe, el tiempo se detiene
y se
anida en mis ojos la luz de un nuevo día...
Mi
corazón cansado es un niño que espera
fervoroso
a tus plantas con pasión enfermiza.
No le
niegues, amada, tu adorada presencia.
Por lo
que tú más quieras, no le quites la vida...
El error
El
erótico error de mis padres
me dio luz,
yo me llamo Fracaso...
es
mentira que tengo otro nombre
por más
que lo diga, lo grite o lo ladre
el severo
y absurdo papel de un juzgado...
Fui un
orgasmo fatal de un momento
fui un
instinto morboso y malsano
y pasé de
mi padre a mi madre
por un
tubo convulso y enfermo
una
noche, hace ya treinta años...
Pude
estar encerrado en el vidrio
de la
feria brutal de algún sabio.
Por error
he nacido y existo
sin poder
ayudar a la ciencia
conservado
en el fondo de un frasco...
Pude ser
una obra suprema
de monstruosa
fealdad, una bestia,
pero
tengo un defecto que impide
consumar
tan macabra belleza...
Y es que
en mí, tan deforme y enfermo
puso Dios
con crueldad manifiesta
la
espantosa salud de un cerebro...
Soledad
Hoy el
sol ha golpeado con sus cálidos dedos
los
cristales opacos de mi vieja ventana.
desde el
vidrio me miran en la tibia mañana.
Todo es
luz y alegría, y color y sonido,
todo es
vida en el campo. Precursora de estío
Primavera
ha llegado con dorados pinceles
decorando
las flores, alegrando los nidos.
Derraman
los panales el amor de sus mieles
que
acechan cautelosos zagales escondidos.
Vuela
rauda una alondra transportando en el pico
la razón
de su vida hacia el verde follaje
y
vibrando hacia el cielo su invisible cordaje
se oye
grave y sonora la garganta del río.
Dos
cachorros lebreles se disputan la presa
matizando
la lucha con viriles gruñidos
todo es
luz y alegría y color y sonido,
Primavera
ha llegado y al entrar en mi pieza
se detuvo
indecisa; la ahuyentó mi tristeza.
Más allá
de mi puerta ya no hay más flores mustias.
Primavera
ha llegado pero entrar no ha querido
porque ha
visto, en mi angustia, que tú ya te habías ido...
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