De como el hombre teme la llegada del
“fin de los tiempos”, sin advertir que Zeus está demasiado ocupado en líos de
mujeres como para lanzarnos un rayo destructivo
Escriba
Medieval
Amados Cofrades: días atrás en esta
pequeña y lejana comarca bañada por el Gran Lago Negro, los aldeanos anduvieron
preocupados y angustiosos. No fue por el bajo precio que los acopiadores
ofreciéronles por el trigo; tampoco porque la lluvia está dejando las praderas
llenas de agua y barro acotando las parcelas donde el ganado se alimenta.
Tampoco porque el Abad Charles volvió a repetir el mismo discurso que dice cada
vez que se aproxima el fin de un año. Nada de eso. Los aldeanos han estado
alterados porque desde regiones remotas anunciado que han el fin de los
tiempos.
Naturalmente questa noticia no puede
conmover en nada a este humilde Escriba, quien hace rato cumplió su función en
este mundo, y que por lo tanto cada día que amanece le viene por añadidura.
Mas, en la soledad de mi scriptorium, no
pude dejar de pensar en la vida y en la muerte. Sobre la vida ya conocen todos
mi impresión, y por lo tanto no os aburriré con moralinas inoportunas. Solo
recordaros quiero, que mucho se ha profetizado a lo largo de la historia del
hombre sobre cuáles serán los cataclismos que destruirán el mundo. Cientos de
sabios quemaron sus barbas en candelas estudiando antiguos documentos para
saber algo desta industria. Decenas de oráculos leyeron intestinos de cientos
de carneros procurando lo mismo. Cientos de niños fueron sacrificados para
aplacar la ira de los dioses, e innúmeras hecatombes ficieron correr por la
tierra la sangre de los bueyes inmolados.
Nada ocurrió, por lo menos como los
hombres esperaban que ocurriera. Empero todos los días en todo el mundo hay
hombres a los que les llega “el fin de los tiempos”, pues -Amados Cofrades- que
éste no solamente llega bajo lava volcánica; a través de portentosa inundación,
bajo la sombra de la peste, o por la estupidez de las guerras. El fin de los tiempos tiene formas mas
sutiles de llegar, de las cuales solo os mencionaré algunas (para no aburriros,
o simplemente ante la posibilidad que tales asuntos no os interesen).
Quizá la peor de las formas sea cuando
el hombre pierde la capacidad de relacionarse con sus semejantes, y se queda
solo. Cuando pierde al último amigo que tenía porque no supo ver las
diferencias naturales que componen el humano carácter; cuando pretendió que ese
amigo pensara como él y actuara como él. O como cuando fizo que su mujer no
fuera Ella sino su sombra. O cuando pensó que sus hijos eran de su propiedad,
sin advertir que él solo es un instrumento que la naturaleza posee para perpetuar
la especie. Para ese hombre llegó el fin de los tiempos, porque verdad es que
desde la caverna el hombre necesita de sus congéneres, pero también debe saber
dónde están las señales de peligro para no quedarse solo, es decir, para que no
le llegue “el fin de los tiempos”.
De manera que, Nobles contertulios,
disfrutad de la vida sin esperar la muerte, que habrá de llegar sin que la
llamen, pero también cuidad de cuanto existe en este mundo, pues su fin es mas
probable que cuando llegue sea por nuestras propias acciones, y no por un rayo
que Zeus nos lance desde el Olimpo, que demasiado ocupado está el dios de dioses en sus líos de mujeres para
ocuparse de asunto tan insignificante como destruir un mundo como éste.
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