Sorpresas detrás de la
restauración de la
Capilla Sixtina
La restauración de los frescos de Miguel Ángel en
El Vaticano permitió descubrir elementos pictóricos originales del artista que
estaban ocultos debido a rehabilitaciones y a censuras posteriores, explicó su
restaurador, Gianluigi Colalucci.
"La mano de Adán, por
ejemplo, no era la originalmente pintada por Miguel Ángel, sino que
correspondía a otro pintor que dibujó el famoso dedo del primer hombre que
trata de unirse al de Dios, después de producirse una fractura en la bóveda de
la capilla", señaló Colalucci durante una conferencia ofrecida en Las
Palmas de Gran Canaria (España), informó la agencia de noticias EFE.
"Como estaba tapado
por suciedad parecía que ese dedo formaba un conjunto pictórico original, pero
al limpiarlo, se descubrió que fue una aportación posterior", añadió el
experto.
La restauración evidenció
también la censura que las pinturas de Miguel Ángel sufrieron en los siglos XVI
y XVIII tras el Concilio de Trento, que ocultó con vestidos y sombras algunos
desnudos, y que actualmente han quedado tal como eran al principio.
"La visión del Juicio
Final que tenía Miguel Ángel era de alguna forma herética y chocaba con la
tradición de la época, lo que llevó a los censores a reformar la obra",
señaló su restaurador.
Colalucci se refirió a la
polémica suscitada por las obras de restauración de la Capilla Sixtina ,
terminada en 1994, y cómo muchos criticaron la viveza de los colores
resultantes.
Asimismo, mencionó la
precisión en la delimitación de los personajes obtenida, que ha permitido
comprobar "la textura de porcelana" de algunas figuras, así como la
reproducción de algunos elementos y técnicas pictóricos ya utilizados por
Miguel Ángel en sus obras escultóricas.
Destacó también cómo el
maestro florentino logró una gran precisión de la figura de Cristo gracias a
una técnica similar a la fotográfica, mediante la cual resalta su cabeza con un
foco de luz situado detrás de ella, mientras que la de la Virgen que está a su lado
aparece menos definida y como desenfocada.
"Otras figuras las
pintó con puntos, con una técnica que más tarde desarrollaría el
puntillismo", indicó Colalucci.
El papa Julio II inauguró
con una solemne misa los frescos en el día de las Vísperas de la Festividad de Todos los
Santos, el 31 de octubre de 1512.
La relación entre Julio II
y Miguel Ángel fue tormentosa; el gran maestro dudó antes de aceptar el encargo
pues se consideraba escultor y no pintor, pero empezó a trabajar en 1508 con
una obsesión apasionada, despreciando cualquier ayuda.
La capilla tiene 20 metros de altura, y
Miguel Ángel trabajó sobre un andamio que colgaba en las alturas durante cuatro
años, con un esfuerzo físico y artístico descomunal y en medio de grandes
trifulcas con el papa Julio II que le conminaba a que acabara el trabajo.
Los frescos representan
nueve escenas del libro del Génesis como "Creación de la luz", el
"Pecado Original" y el "Diluvio Universal".
A pesar de su descontento
por ser un pintor empleado del Vaticano, Miguel Ángel regresó casi 20 años
después, con 59 años, para acometer otra pintura en la Capilla Sixtina a
petición de Clemente VII, quien le encargó el Juicio Final en la pared del
altar y que terminó en 1541.
Por otra parte, Colalucci
afirmó que la restauración del Ecce Homo pintado en uno de los muros de la
iglesia del Santuario de Misericordia de la localidad de Borja (norte de
España) "es un error grave", ya que, "no es una restauración, es
otra cosa, es algo que se pintó por encima del original".
Extraído de: http://www.diariodecultura.com.ar
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