SALVATORE
QUASIMODO, Y LA RECONSTRUCCIÓN MORAL DEL HOMBRE A TRAVÉS DE LA POESÍA
Salvatore Quasimodo nació en Siracusa el 20 de agosto de
1901 y murió en Nápoles el 14 de junio de 1968. Poeta y ensayista italiano que
en sus inicios se afirmó como uno de los exponentes más significativos del
hermetismo, para más tarde crear un lenguaje poético muy personal con el que
profundizó en la infelicidad humana a través de un clima evocador de viejos
mitos.
Después de realizar estudios técnicos en Messina, con
dieciocho años se trasladó a Roma para inscribirse en ingeniería, pero, atraído
por la literatura, abandonó pronto la carrera universitaria. Mientras estudiaba
por sí mismo las lenguas latina y griega, ejerció trabajos tan distintos como
dependiente, contable o diseñador técnico.
En 1929 se trasladó a Florencia, donde su cuñado E.
Vittorini lo introdujo en los círculos literarios y le presentó a E. Montale,
que enseguida intuyó sus dotes. Allí empezó a colaborar en la revista Solaria y
a publicar sus primeras colecciones de poesía. Más tarde se trasladó a Milán,
donde inició su actividad editorial como ayudante de Cesare Zavattini, quien
también le facilitó su incorporación a la redacción de la revista Tempo.
En 1939 fue nombrado, por méritos propios, profesor de
literatura italiana del conservatorio Giuseppe Verdi. Entre los numerosos
premios que recibió destacan el San Babila en 1950, el Etna-Taormina junto a D.
Thomas en 1958 y, sobre todo, el Nobel de Literatura en 1959.
Formado en los preceptos de los poetas clásicos, en sus
primeros libros -Aguas y tierras (1930), Oboe sumergido (1932), Y
llega pronto la tarde (1942)- mostró una gran predilección por las
formas concisas y herméticas, poniendo especial énfasis en la búsqueda de la
palabra precisa y de los valores musicales.
Temáticamente, estas composiciones se caracterizaban por
una evocación nostálgica y conmovida de los paisajes de su tierra, Sicilia,
entendida como lugar simbólico de una soñada serenidad. En esta época inició su
intensa actividad como traductor, que resultó determinante para la formación de
su estilo lírico. Además de autores clásicos como Virgilio, Homero, Catulo,
Sófocles o Esquilo, tradujo también a W. Shakespeare, P. Neruda, Molière o P.
Eluard.
La experiencia de la guerra y de la ocupación alemana
marcó un giro decisivo en su poesía, ya que, convencido de que los poetas
debían asumir un importante papel en la reconstrucción moral del hombre, se
alejó paulatinamente del hermetismo y se abrió a una mayor sensibilidad humana
y a la búsqueda de valores histórico-sociales. Así lo reflejaron los
libros Con il piede straniero sopra il cuore (1946) y Día
tras día (1947).
La última parte de su obra refleja un sentimiento
intimista, consecuencia de cierta decepción ante la historia, y una clara conciencia
de su propia soledad. A esta época pertenecen La vida no es sueño (1949), El
falso y verdadero verde (1956), La tierra incomparable (1958),
libros en los que el estilo se muestra más transparente y esencial pero lleno
de sentido trágico y dramático. También Dare e avere (1966),
su última obra, que significa una especie de balance de vida y testamento
espiritual.
Además de su actividad poética desarrolló una importante
labor de ensayista que le llevó a confeccionar las antologías Lírica de
amor italiana desde su origen a nuestros días (1957) y Poesía
italiana de la posguerra (1958). Sus ensayos críticos fueron
publicados en el libro El poeta y el político (1960), que
incluye el discurso que leyó cuando le entregaron el premio Nobel, mientras que
en el volumen Escritos sobre el teatro (1961) se recogieron
sus crónicas sobre el mundo del espectáculo aparecidas en la revista Tempo.
Refugio de pajaros nocturnos
En lo alto está un pino torcido;
está atento y escucha al abismo
con el tronco doblado cual ballesta.
Refugio de pájaros nocturnos,
en la hora más alta resuena
desde un veloz batir de alas.
Tiene pues un nido mi corazón
suspendido en la oscuridad, una voz;
está también, a la escucha, la noche.
En lo alto está un pino torcido;
está atento y escucha al abismo
con el tronco doblado cual ballesta.
Refugio de pájaros nocturnos,
en la hora más alta resuena
desde un veloz batir de alas.
Tiene pues un nido mi corazón
suspendido en la oscuridad, una voz;
está también, a la escucha, la noche.
Otoño
Otoño
manso, yo me poseo
e
inclino a tus aguas por beber el cielo,
fuga
suave de árboles y abismos.
Aspera
pena de nacer
me
encuentra a tí unido;
y en
tí me desgarro y resano
pobre
cosa caída
que la
tierra recoge.
En el sentido de muerte
Cerúleos árboles
donde el más dulce sonido emigra
y nace gusto por las lluvias nuevas.
En una frasca, dócil
la luz oscila
al casarse con el aire;
en el sentido de muerte,
heme aquí, asustado de amor.
Cerúleos árboles
donde el más dulce sonido emigra
y nace gusto por las lluvias nuevas.
En una frasca, dócil
la luz oscila
al casarse con el aire;
en el sentido de muerte,
heme aquí, asustado de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario