sábado, 12 de marzo de 2011

De cómo la oportunidad de suceder al  Señor Feudal comenzó a dejar al descubierto serviles y genuflexos, y desenvainó fraternas cimitarras

Angel Juárez Masares

Había una vez en una pequeña comarca un Señor feudal que reinaba sobre su pueblo desde un coqueto y antiguo palacio.
Cuenta la leyenda que, habiéndose cansado el Señor de la dura tarea de gobernar, un buen día mandó colgar unos bandos anunciando su intención de retirarse, y ofreciendo su cargo a quien demostrara merecer tan alta honra.
Recordad que el Señor era muy inteligente y de veloz pensamiento –de lo contrario no hubiera sobrevivido- aunque gustaba de aparecer como tonto para no complicarse la vida.
Así fue entonces que decidió reunir a los caballeros aspirantes a ocupar el sillón de Palacio, y durante una semana someterlos a duras pruebas de aptitud. Las mismas irían desde la tabla del nueve y carrera de embolsados,
a lances con pinchos asadores (por si las moscas). Aunque a último momento se incluyó un juego que consistía en pegarle a una pelotita desde briosos corceles.
Llegado que hubo el día de comienzo, la aldea se engalanó con los estandartes y pendones que identificaban la comarca, flameando en lo más alto el emblema principal, o sea (como hoy hubiera dicho Maradona) el “Zor-ete” (insignia sabiamente creada porque representaba a gran parte de los habitantes de la comarca que nos ocupa).  
Artesanos y malabaristas (que abundaban en palacio) ocuparon las calles junto a bufones (propios y llegados de aldeas cercanas), y puestos de venta de comidas típicas. Prohibióse radicalmente la venta de unas tortas chatas de harina y grasa, aduciendo que eran de origen morisco, y por lo tanto se catalogaban como “comida foránea” (además de aumentar el colesterol).
Harto trabajo tuvo en los días previos el escriba del Señor anotando a los participantes, que llegaron representando “La Orden de los Grises” a la cual pertenecía el Señor Feudal (lo que sería hoy como “correr con el caballo del comisario”). Empujáronse entonces para estar primeros algunos personajes ya conocidos, como Pietro “El Ralo” (sin chance desde el vamos); el señor Oveja (confiado en su “trayectoria”), y varios más que detallaremos oportunamente.
Desde la Orden liderada por el iracundo Caballero Rojo, se anotó:
El Caballero Rojo (mandó los demás hacia atrás diciéndoles: al fondo que hay lugar).
De la Orden de los Amarillos fue el Caballero Amarillo, porque sólo eran dos y el segundo estaba con fiebre (amarilla).
El representante de la Orden de Los Tenues aún (como diría Martín) no ha llegado, y sin duda habrá de tardar bastante, porque todos empuñaron la cimitarra para ver quien se anota (se da la lógica: Tenues para afuera, duros para adentro).

Continuará



Moraleja:
         Si os apresurais por conocer quién sucederá al Señor en unos años, os perderéis las alcahueterías, la lucha fratricida, las traiciones, los engaños.

1 comentario:

Alfredo Saez Santos (Charo) dijo...

Respecto a la Moraleja del cuento,digo: No!....conociendose al "sustituto", a su Principe de Gales o de Asturias, no se minimizaran las alcahueterias....solo se correran, como el eje de la Tierra a raiz del terremoto y acquamoto japoneses,los objetivos de los amanuenses de la letra , de la voz , de las camaras y de los micrfonos: El Segnor feudal tendra menos caballeros de la mesa redonda del higienico gabinete...y se agrandara la otra, la presumible.