A
133 AÑOS DE LA MUERTE DE DOSTOIEVSKI
Fiódor Mijailovich Dostoievski nació
en Moscú el 11 de noviembre de 1821 y murió en San Petersburgo el 9
de febrero de 1881. Educado por su padre, un médico de carácter
despótico y brutal, encontró protección y cariño en su madre, que
murió prematuramente. Al quedar viudo, el padre se entregó al
alcohol, y envió finalmente a su hijo a la Escuela de Ingenieros de
San Petersburgo, lo que no impidió que el joven Dostoievski se
apasionara por la literatura y empezara a desarrollar sus cualidades
de escritor.
A los dieciocho
años, la noticia de la muerte de su padre, torturado y asesinado por
un grupo de campesinos, estuvo cerca de hacerle perder la razón. Ese
acontecimiento lo marcó como una revelación, ya que sintió ese
crimen como suyo, por haber llegado a desearlo inconscientemente. Al
terminar sus estudios, tenía veinte años; decidió entonces
permanecer en San Petersburgo, donde ganó algún dinero realizando
traducciones.
La publicación, en
1846, de su novela epistolar Pobres
gentes, que estaba avalada por el poeta
Nekrásov y por el crítico literario Belinski, le valió una fama
ruidosa y efímera, ya que sus siguientes obras, escritas entre ese
mismo año y 1849, no tuvieron ninguna repercusión, de modo que su
autor cayó en un olvido total.
En 1849 fue
condenado a muerte por su colaboración con determinados grupos
liberales y revolucionarios. Indultado momentos antes de la hora
fijada para su ejecución, estuvo cuatro años en un presidio de
Siberia, experiencia que relataría más adelante en Recuerdos
de la casa de los muertos. Ya en
libertad, fue incorporado a un regimiento de tiradores siberianos y
contrajo matrimonio con una viuda con pocos recursos, Maria
Dmítrievna Isáieva.
Tras largo tiempo en
Tver, recibió autorización para regresar a San Petersburgo, donde
no encontró a ninguno de sus antiguos amigos, ni eco alguno de su
fama. La publicación de Recuerdos
de la casa de los muertos (1861)
le devolvió la celebridad. Para la redacción de su siguiente
obra, Memorias del subsuelo (1864),
también se inspiró en su experiencia siberiana. Soportó la muerte
de su mujer y de su hermano como una fatalidad ineludible. En 1866
publicó El jugador,
y la primera obra de la serie de grandes novelas que lo consagraron
definitivamente como uno de los mayores genios de su época, Crimen
y castigo. La presión de sus
acreedores lo llevó a abandonar Rusia y a viajar indefinidamente por
Europa junto a su nueva y joven esposa, Ana Grigorievna. Durante uno
de esos viajes su esposa dio a luz una niña que moriría pocos días
después, lo cual sumió al escritor en un profundo dolor.
A partir de ese
momento sucumbió a la tentación del juego y sufrió frecuentes
ataques epilépticos. Tras nacer su segundo hijo, estableció un
elevado ritmo de trabajo que le permitió publicar obras como El
idiota (1868) o Los
endemoniados (1870), que le
proporcionaron una gran fama y la posibilidad de volver a su país,
en el que fue recibido con entusiasmo. En ese contexto emprendió la
redacción de Diario de un
escritor, obra en la que se erige como
guía espiritual de Rusia y reivindica un nacionalismo ruso
articulado en torno a la fe ortodoxa y opuesto al decadentismo de
Europa occidental, por cuya cultura no dejó, sin embargo, de sentir
una profunda admiración.
En 1880 apareció la
que el propio escritor consideró su obra maestra, Los
hermanos Karamazov, que condensa los
temas más característicos de su literatura: agudos análisis
psicológicos, la relación del hombre con Dios, la angustia moral
del hombre moderno y las aporías de la libertad humana. Máximo
representante, según el tópico, de la «novela de ideas», en sus
obras aparecen evidentes rasgos de modernidad, sobre todo en el
tratamiento del detalle y de lo cotidiano, en el tono vívido y real
de los diálogos y en el sentido irónico que apunta en ocasiones
junto a la tragedia moral de sus personajes.
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