sábado, 12 de febrero de 2011

El romancero

Ángel Juárez Masares

Es característica de la literatura española la existencia de una copiosísima cantidad de poemas breves de carácter narrativo –los romances- trasmitidos a menudo por vía oral hasta nuestros días. El conjunto de esta enorme producción se designa con el nombre de Romancero, si bien es preciso distinguir dentro de él diversas categorías, según sus temas y su origen.
Métricamente están formados por series indefinidas de versos octosílabos, que tienen asonantados los versos pares y libres los impares. En un principio, los romances son predominantemente épicos y heroicos; más tarde adquieren también un tono lírico. Los siglos XIV y XV marcan el principio y el apogeo de los primeros romances, que se conocen con el nombre de romances viejos.
La mayoría de los romances de este primer período nos han llegado como anónimos a través de la tradición oral, pero; ¿cuál es su origen?
Prescindiendo de la teoría –hoy en desuso- según la cual los romances eran obra del pueblo y más antiguos que los primeros “cantares de gesta”, hoy se cree por el contrario, que los romances no son otra cosa que los fragmentos más gustados y conocidos de los cantares de gesta que recitaban los juglares.
De estas recitaciones, el pueblo recordaba los momentos culminantes que aplaudiría y gustaría aprender y repetir: los primeros romances son, pues, fragmentos de la poesía épica de Castilla trasmitidos independientemente por tradición oral, y los versos octosílabos son los hemistiquios en que se reparten los versos largos de los poemas épicos.
El autor del romance es el del cantar de gesta, el pueblo no actúa entonces sobre el romance más que para deformarlo, ya que el trasiego de boca en boca originó que de cada romance se encuentren infinidad de versiones, según el país y la época en que se hallan.
La enorme popularidad de los romances haría, seguramente, a los juglares componer en base a ellos sus recitales. Sus temas son más ligeros y sentimentales; hablan de los héroes franceses –Carlomagno, Valdovinos, Lanzarote- y narran amores y aventuras.
El último período de la Reconquista se caracterizó por una gran cantidad de treguas que dieron lugar a una serie de incidentes, torneos y aventuras de tipo caballeresco, que los juglares convertían en temas de sus romances fronterizos. Muchos de estos temas hacían referencia al campo musulmán, en el que no se veía ya al enemigo fanático, sino a un pueblo apasionado, bravo y caballeresco que servía de protagonista a un nuevo tipo de romance: el romance morisco.

                 
ROMANCE SOBRE DON PEDRO EL CRUEL (fragmento ilustrativo)

De cómo un doliente pastorcico predijo al Rey su muerte violenta

Por los campos de Jerez á caza va el Rey don Pedro,
allegóse a una laguna, allí quiso ver un vuelo.
Vio salir de ella una garza, remontóle un sacre* nuevo;
echóle un neblí* preciado, degollado se le ha luego;
á sus pies cayó el neblí, túvolo por mal agüero.

*Sacre: Ave rapaz muy parecida al gerifalte.-
*Neblí: ave de rapiña. Especie de halcón utilizado antiguamente para la caza.

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